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Los avances son notorios. Emily fue muy amable al integrar a Lola a su grupo de amigas, aquello le permitió socializar un poco más y dejar su timidez de lado. Según cuenta la pequeña Taylor, se siente más cómoda y ya no repudia levantarse temprano para ir a la escuela, en cambio se emociona porque sabe que verá a sus compañeras y se divertirán juntas. Incluso menciona que Emily la habría invitado a su casa a resolver la tarea juntas, cuenta que se entusiasmó mucho con la propuesta, sentía que por fin tenía una amiga. Si bien persiste la inseguridad de hablar con el resto de alumnos, hubo una mejoría notable, y sus sentimientos de desolación disminuyeron considerablemente. 

Brian toma nota de todo esto, notando también una diferencia en su lenguaje corporal, en el tono que usa para expresarse, en la fluidez de sus palabras y su sonrisa amplia la cual mantiene en toda la sesión. Al final, May le hace saber que se enorgullece de su avance y ella se lo agradece tímidamente. 

—¿Tu papá te está esperando? —le pregunta, tras ponerse de pie y acompañarla hasta la puerta. Lola asiente con la cabeza, no está muy segura, pero supone que sí.  

El rizado abre, y ve que efectivamente Roger está ahí, sentando con las piernas abiertas y los codos sobre la silla. Usa unos jeans ridículamente ajustados y una camisa negra de rayas blancas con los primeros botones desabrochados. Las marcas de su cuello siguen ahí. Brian se esfuerza en no comerlo con la mirada y actuar con normalidad.

Roger alza la vista en cuanto oye la puerta abrirse. Sonríe al ver a su hija, se pone de pie y ella lo abraza. Su mirada cambia drásticamente en cuanto se dirige a Brian. El cambio dura menos de un segundo y ocurre antes de que Brian parpadee. Lo mira de arriba abajo, como si lo desnudara, y luego sonríe con maldad, mordiendo su labio levemente. May siente un escalofrío recorrerle la espina dorsal, percibe la corriente extraña y el ambiente pesado, y de repente tiene calor. 

—Nos vemos, señor May. —murmura casi en un ronroneo, manteniendo un tono desafiante. Pronuncia su apellido de una forma tan sensual que al rizado le cuesta respirar. Le entrega un par de billetes los cuales Brian guarda sin quitarle los ojos de encima. 

—Nos vemos. —dice con una voz más bien neutra y distante. Ambos saben perfectamente a que se refieren, saben que en un par de horas volverán a encontrarse para desahogarse de toda esa tensión entre los dos. 

Lola se adelanta, Roger la sigue, y antes de desaparecer mira a Brian por encima de su hombro y le guiña un ojo. Éste queda atónito, sin poder evitar seguirlo con la mirada y admirar cada uno de sus movimientos. 

La imagen quedó clavada en su mente por el resto del día. No podía esperar para verlo en la noche, su corazón anhelaba aquel encuentro, su cuerpo se lo gritaba con ansias. 

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Se ven desde la distancia, sus ojos se conectan al igual que sus ansias por tocarse, sienten que cualquiera podría explotar en cualquier momento, se necesitan. Roger desea lanzarse a sus brazos y llenarle la cara de besos, pero se contiene, continúa bailando como si nada y se deja llevar por la música. Hecha un vistazo a su derecha, observa que Brian está sentado y con los ojos fijos en sus movimientos, ejerciendo una ligera presión sobre el rubio. 

 Termina con los aplausos ruidosos del público. Taylor voltea hacia su amante, causándole un estremecimiento repentino. Se acerca a él, y cuando toma su mano los aplausos se intensifican. Observan los ojos del otro por una fracción de segundo, luego el rizado cede a la invitación y ambos caminan hacia la pista de baile sin soltarse las manos y sin apartar la mirada. La música empieza a sonar nuevamente, los dos interpretan las melodías a la perfección, se mueven en completa sincronía teniendo como referencia los latidos de sus corazones.

midnight dance; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora