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Los recién casados llegan a casa justo antes del almuerzo.  Las niñas, que están jugando en la calle, observan el auto aproximándose y saltan emocionadas puesto que no esperaban verlos tan temprano. Al estacionarse, salen del coche y reciben a sus hijas con los brazos abiertos, estas corren hacia ellos con una sonrisa y los abrazan, diciéndoles lo mucho que los extrañaron. Roger se tranquilizó en cuanto sostuvo a Lola, es un alivio saber que se encuentra bien, y ahora que están juntos de nuevo no habrá complicaciones. 

—Vamos a casa, prepararé el almuerzo. —dice Brian, tomando a Emily de la mano.

—Acabas de llegar, por Dios —le reprocha el rubio—. Podemos ordenar pizza.

—Claro que no, cocinaré —responde y luego voltea al percatarse de un pequeño detalle—. ¡Oh, las maletas!

—Papá, luego te ocupas de eso —dice Emily, tirando de su mano para que no se vaya—. Quiero que esto sea una sorpresa para Deacy y Freddie, no deben escucharlos o se arruinará.

—Es verdad amor, vamos. —insiste Taylor y entre ambos logran convencer al rizado.

Continúan y entran sin golpear la puerta previamente, anunciando su llegada. John, que estaba usando el teléfono, se distrae e inmediatamente corta la comunicación para atender a la pareja.

—¡Llegaron! —dice, emocionado por la sorpresa. Deja el teléfono en su lugar y corre para recibirlos.

—¡Hola Deacy! —saluda Brian y lo abraza con fuerza, prácticamente levantándolo del piso. Éste suelta un quejido y su amigo lo baja.

—Hola. —saluda Rog con timidez, sonriendo cordialmente. John lo abraza dando palmadas a su espalda.

—Me alegra verlos, creímos que vendrían más tarde. ¿Cómo estuvo el viaje? ¿La pasaron bien? —pregunta Deacon.

—Fue maravilloso, fueron unos días encantadores. Los paisajes eran increíbles, ¡Tengo que mostrarte todas las fotografías que tomé! —cuenta Brian, sonriendo al recordar todo eso.

—Papi—Lola llama al rubio y este gira hacia ella—. ¿Quieres ver los dibujos que estábamos haciendo?

—Claro, muéstrenme. —dice sonriente y las niñas lo toman de las manos para guiarlo, dejando que John y Brian sigan conversando. 

Lo sientan en el sillón, al frente está una mesa pequeña en la que yacen los dibujos junto con crayones y lápices de colores. En su mayoría son princesas y animales.

—Este es para ti. —dice Lola y le entrega un dibujo donde están ellos dos y Freddie, con un corazón rojo encerrándolos.  A Roger le parece adorable.

—Que hermoso, amor. ¡Gracias! —dice. Lleva el papel a su pecho y besa la frente de la pequeña.

Comprueba que su esposo no está viendo, revuelve en su bolsillo y deja dos caramelos sobre la mesa sin voltear la mirada. Las niñas los toman rápidamente antes de que el rizado se de cuenta.

—No le digas a tu padre. —advierte Roger a Emily, ella niega mientras mastica el caramelo. 

—No creo que uno haga daño. —responde.

—Por supuesto que no, pero a veces se comporta como un viejo gruñón. —bromea y ellas se ríen.

Mientras tanto, John intenta convencer a Brian en vano de que no es necesario que cocine.

—¿Y Jimmy? —pregunta May un tanto extrañado por no verlo todavía—. ¿Dónde está?

—Consiguió trabajo hace poco en una cafetería. Debe estar viniendo... ¿No te lo había dicho? —el contrario niega—. Oh, bueno... Dijo que Roger puede trabajar con él si quiere. 

midnight dance; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora