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Se despiden en la puerta con un beso prolongado pero también descuidado puesto que Brian tiene prisa, pero no quiere irse sin antes saludar a su amante correctamente. Al separarse, Roger se sostiene de la puerta para no venirse abajo, ya que sus piernas aún no le responden del todo, le cuesta movilizarse.  Por otro lado, Freddie observa la escena desde la distancia, sentando en la silla con las piernas cruzadas, los codos en la mesa, y ojeando el periódico por encima, simulando no prestarle atención a los tortolos. Le asquea verlos tan cariñosos, parece que nunca terminarán de besarse.

El rubio asoma la cabeza, viendo como Brian se aleja. Vuelve a cerrar la puerta, tambalea hacia la silla enfrente de su amigo y se sienta con dificultad, Mercury reprime una carcajada y le da un sorbo a su té.

—Entonces... —aventura Freddie, dejando la taza sobre la mesa—. ¿La tiene grande?

—¿Eso es lo primero que vas a preguntar? —ríe, pretendiendo evadir la pregunta pero siendo delatado por su sonrisa—. No hablaré sobre eso. 

—Descuida, por tu forma de caminar ya sé la respuesta. —bromea, dejando el periódico a un lado para prestarle total atención. 

  —Me duele todo el cuerpo, creo que no podré ir al salón esta noche —declara en un quejido, tocando sus caderas adoloridas—.  Casi lloro cuando le dije la verdad. Pensé que iba a golpearme o algo así, o que se iría de casa sin decir nada. Le expliqué todo siendo lo más sincero que pude, y él ni siquiera me insultó, fue comprensivo, me abrazó, nos besamos... Es un ángel. 

—Perdón, estaba imaginando el tamaño. ¿Qué dijiste, querido?—Roger toma el periódico y le pega en la cabeza con el mismo, a modo de juego.

—Dijo que le gusto así —resume—, que no le importa que sea hombre. 

—¡Te lo dije! —exclama entusiasmado—. Brian se enamoró de alguien que sabe bailar y que además tiene pene, para él es como un premio doble, ¿Cómo demonios va a importarle que seas hombre si él es gay?

—Al principio no sabía que decir y me di cuenta de lo decepcionado que estaba. No tuve que mentirle, eso le dolió, pero supongo que me perdonó.

—¿Ahora están bien? —cuestiona—. ¿Ya son novios?

—No oficialmente, no —responde con aflicción—.Es demasiado rápido, todavía tenemos que conocernos. 

—¡Eso es demasiado rápido! —repite con sarcasmo y al instante Roger lo silencia haciendo una seña, puesto que Lola sigue dormida—. Lo viste desnudo, sabe lo que tienes entre las piernas, se besaron como dos tontos adolecentes hace unos minutos... No entiendo que estás esperando.

—¿Y qué? —protesta—. Podré acostarme con cualquiera, pero son pocos lo que llegan a tener algo serio conmigo. 

—Eres el menos indicado para hablar de eso, querido. Prácticamente estás babeando por Brian, no te hagas el difícil —observa—. Por cierto, tus gritos se escuchan desde la puerta ¿No puedes hacerlo más bajo? Estuve a punto de entrar y tirarte algo para que te callaras. Además, Lola estaba conmigo.

Roger enmudece, abre los ojos sin poder parpadear y su cuerpo se eriza de pies a cabeza en cuestión de segundos. Es ese tipo de escalofríos que le traen un mal augurio y lo perturban de sobre manera. No obstante, la expresión de Freddie no refleja miedo alguno, o bien supo solucionarlo o es una mentira.

—¿Lola estaba ahí? —pregunta en voz baja, inclinándose hacia el frente y frunciendo el ceño. Sintiendo los latidos de su corazón acelerarse rápidamente.

—Salí de trabajar y pasé a buscarla a la escuela. Llamé para avisarte pero no contestaste porque ya estabas con ricitos —habla con total tranquilidad, lo cual impacienta aún más al rubio—. Supongo que el ruido de las llaves hizo que no te escucharas tan fuerte, pero yo si me di cuenta, asique saqué a Lola de ahí antes de abrir la puerta y nos fuimos de compras. —Taylor se cubre la cara con las palmas de las manos, entre aliviado y avergonzado. 

midnight dance; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora