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El sol desciende hasta acercarse al horizonte, haciendo que los rayos recorran la atmosfera para teñir el cielo de naranja. A estas horas la temperatura baja pero sigue siendo agradable, es un punto intermedio donde no hace frío ni tampoco calor. Suele aparecer una brisa pasajera que cambia el aire y lo hace más fresco, de vez en cuando. Con la misma frecuencia con la que aparecen mariposas y colibríes para recolectar el polen de las miles de margaritas que embellecen el paisaje, un paisaje rural enorme. Con cerros inmensos y escasos arboles rodeando aquellas colinas o repartidos por el campo, generalmente cerca del pequeño camino de tierra que a su vez tiene pequeñas vallas de madera a sus costados. Un camino que Brian y Roger ignoran, prefieren caminar en el césped, procurando no pisar a las margaritas, por supuesto. Por ahora son solo margaritas, pero en otras zonas no muy lejanas pueden verse otro tipo de flores, incluso un lago cristalino en el que piensan sumergirse desnudos mientras disfrutan del silencio de la naturaleza y el latir de sus corazones enamorados.

Brian asegura que los tulipanes amarillos están más adelante, Roger está en busca de esos tulipanes, quiere conservar algunos. No están muy lejos, pero May prefiere guardar esa información. 

Caminan de la mano, hablando y divirtiéndose, admirando el bellísimo panorama que tienen en frente, disfrutando del ultimo día en completa soledad, alejados del mundo. Es el último día y tiene que ser perfecto, y no es una sorpresa que Brian lo tenga todo preparado, Taylor no sabe nada sobre esto, simplemente intenta ignorar el hecho de que pronto volverán a la ciudad y trata de divertirse. 

—¡Bri, mira! —el rubio apunta a la lejanía lo que parece ser algo amarillo, aún no es muy visible, pero deben ser las flores que busca—. ¿Puedes verlas?

—Oh, creo que... —entrecierra los ojos para ver mejor pero Roger lo sujeta con fuerza y empieza a correr hacia aquella dirección—. ¡Hey!

—¡Son los tulipanes! —exclama emocionado, sin desviar la mirada de las flores amarillas las cuales están cada vez más cerca. 

Al llegar, Roger se detiene repentinamente, ocasionando que Brian no lo haga a tiempo y en consecuencia empuje a su pareja violentamente, haciendo que ambos caigan al pasto, sobre algunos tulipanes. El menor permanece quieto, con los brazos contrarios a sus costados, May lo examina rápidamente para detectar alguna posible herida.

—Lo siento —se disculpa él riendo intranquilo—. ¿Estás bien, amor? 

—Sí, solo fue una caída. —dice con calma y se incorpora con ayuda de su novio. 

Quedan sentados y también enfrentados. Miran los ojos contrarios en silencio, queriendo decir todo y sin poder hacerlo. Las palabras parecen increíblemente limitantes, cualquier tipo de justificación que explique tan maravillosos sentimientos no se acerca ni remotamente a lo que sus corazones sienten.  

La mirada de Brian desciende lentamente, pasando por la nariz pequeña ligeramente respingada, las mejillas rojizas, hasta que llega a sus labios rosados, pequeños y suaves, levemente separados, dejando ver parte de los dientes frontales. May inclina la cabeza, coloca su mano al costado derecho de Roger y desliza los dedos hasta que estos llegan a la nuca, mientras que el pulgar queda acariciando su mejilla. El rubio se acerca despacio, cierran sus ojos y encuentran un refugio en la boca del otro. Sus labios inician un compás pausado en el que se permiten ser testigos de lo maravilloso que es compartir un enamoramiento tan divino. Han ocurrido cientos de tragedias desde que se unieron, pero ninguna de ellas hará que se arrepientan de haberse conocido, porque a pesar de todas esas desgracias volverían a reencontrarse mil veces con tal de experimentar lo bien que se siente estar atado a una persona tan especial. No por apego, sino por destino. 

Así, con los tulipanes rodeándolos y el atardecer en frente de ellos, se entregan por completo a un beso lento y apasionado que puede reflejar a la perfección aquel amor tan magnifico. Las manos de Taylor viajan hacia los hombros del mayor, este lo toma de la cintura con cuidado y lo recuesta en el césped de nuevo, quebrando los tallos de otras flores. Abandona su boca para dejar besos cortos en cada parte de su rostro. Roger ríe sintiendo ese cosquilleo y abre los ojos un momento, fijándolos en la lejanía, cuando de pronto observa lo que parece ser un lago. 

midnight dance; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora