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—¿Seguro que estarán bien?—repite la pregunta otra vez mientras guarda el equipaje en el coche. A juicio de Jimmy, es demasiado para una sola semana de vacaciones—.  ¿Puedo confiar en ti?

—Sí papá, cuidaré a Emily, no te preocupes. —responde Jimmy, fastidiado por decir lo mismo tantas veces. 

—Y a Lola, por favor —le recuerda—. Freddie te ayudará. 

—¿Qué? ¿Ella es mi otra hermanita ahora?

—Sí —cierra la puerta del asiento trasero y voltea hacia su hijo apuntándolo con el dedo—. No quiero nada de fiestas, ni alcohol, ni orgías, ni drogas. 

—¡Papá! —exclama avergonzado, presionando el puente de su nariz con el índice y el pulgar.

—Por favor, ya no eres un niño, sabes a lo que me refiero —explica—. No intentes nada raro, Freddie lo sabrá y me avisará. Hemos hablado de esto, ¿Sí? Sólo sé sincero.

—Pueden estar tranquilos, sólo descansen y tú deja de preocuparte tanto. —sonríe y lo abraza, Brian accede, al separarse lo ve a los ojos y sonríe. 

—Roger —lo llama, haciendo que el mencionado voltee—. ¿Sabes dónde está Fred?

—Debe estar durmiendo —supone—. Lo buscaré, no me tardo. 

Entra a la casa de nuevo, camina por los pasillos oscuros en dirección al cuarto de Freddie. Antes de entrar a la habitación, lo llama, pero al no recibir respuesta y estando la puerta abierta, decide entrar. 

Mercury todavía duerme, está de espaldas y con la cara hundida en la almohada. Roger se coloca a su lado y lo despierta antes de que se ahogue, mueve su cuerpo de un lado a otro hasta que empieza a reaccionar.

—¿Rog? —dice con la voz ronca, entreabriendo los ojos y en un estado persistente de somnolencia—. ¿Sigues aquí?

 —Nos iremos pronto —avisa—. Venía a despedirme. 

—Lo siento, querido—se incorpora con dificultad, sentándose en la cama y dándose masajes en las sienes—. Iré en un momento, solo déjame... Cambiarme. 

—¿Te sientes bien? —se sienta a su lado y lo abraza por los hombros. Se ve cansado, como si no hubiese dormido en toda la noche. Probablemente sea otra resaca. 

—Sí, es solo un tonto dolor de cabeza. —bosteza y frota las yemas de sus dedos contra sus ojos, intentando despertarse.

—Fred, te he dicho que no te emborraches aquí, mucho menos para este día. —lo regaña con una ligera molestia.

—Eres tan dramático... —se queja. Pretende continuar pero de repente empuja a Roger y corre hacia el baño, cae de rodillas al suelo, frente al retrete, y vomita. 

Roger suspira y va detrás de él, se posiciona a su costado y lo sujeta del cabello en una coleta improvisada, para que no le moleste. No es ni de lejos la primera vez que pasan por una situación similar. 

Tiene unas ultimas arcadas y luego limpia su boca. Se pone de pie y lava su cara con agua fría, mientras que Roger lo ve por el reflejo del espejo, decepcionado y con los brazos cruzados.

—Me lo prometiste. —dice el rubio, avergonzado de su amigo. 

—¡No he tomado, imbécil! —voltea y le grita en la cara. Luego regresa al espejo, lo ve a través del reflejo—. Ve afuera, iré en un segundo, ¿Sí? 

—No, no, no —niega con la cabeza—. No saldrás en ese estado, quédate aquí, sigue durmiendo, te hará bien. 

—Solo quiero saludar, ¿Cuál es el problema? —Taylor baja la vista, aprieta los labios. Freddie lo enfrenta al ver su incomodidad—. ¿Te avergüenzo, no es así? 

midnight dance; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora