Capítulo 3. Agotada

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15 de enero del 2029

Mis pies duelen, al igual que la cabeza, estoy agotada

—¿Podemos ir a ver a Noah mañana?— pregunta Willow

—Él está enfermo, no podemos molestar a las personas enfermas, ¿Por qué quieres verlo tanto?

—No sé, quiero saber por qué estaba durmiendo, pero no habla, ¿Por qué no lo hace?

—Ya te dije, está enfermo, su enfermedad no le permite hablar

Salimos del ascensor y avanzamos por el pasillo

—¿Cuándo se va a poner bien? ¿O no lo hará nunca más?

—Lo hará en algún momen-

Veo como frente a nuestra puerta alguien con gorro se pone de pie. Mi corazón se detiene y escondo a Willow detrás de mí

Da un paso al frente y yo retrocedo, siento que vuelvo a respirar cuando veo que es Emanuel

—¡Tío!— agarro a Willow de la mano antes de que empiece a correr hasta él. El rostro de Emanuel se contrae por culpa del dolor

—No te acerques a él Willow, es una orden

—¿Por?

—Solo no lo hagas

—Sabrina...

Avanzo con Willow hasta la puerta y saco la llave

—¿Qué haces aquí Emanuel?

—Necesito un abrazo de mi hermana

Abro la puerta y dejo entrar a Willow, miro a Emanuel y me cruzo de brazos

—¿Ahora? ¿Necesitas ahora un abrazo?

—Nada es como ustedes lo piensan

—¿Y como son las cosas?

—Kenya es mi secretaria, estaba pensando en despedirla aún sabiendo que su situación económica no es nada buena. Un día le pedí café y luego de tomarlo no recuerdo mucho si soy sincero, solo sé que desperté después de mucho y una semana después llegó la prueba de embarazo y el vídeo

Aparto la mirada, si soy sincera, no sé qué pensar, estoy agotada, física y mentalmente, no estoy en disposición de ayudar a nadie

—¿Viste el vídeo?—Pregunta y niego—; en el vídeo muestra como es que estoy prácticamente inconsciente

—¿Y por qué no la demandaste? ¿Por qué no dijiste que tenías una hija? ¿Por qué mentiste?

—No la demandé porque el bebé que llevaba ahí era mío, no podía hacerle eso. No la despedí como lo tenía planeado y me di cuenta de sus planes; nueve meses después mi bebé nació y la mantuve en un lugar tranquilo, siempre le hablé de ustedes, es pequeñita, se llama Aitana

Asiento, él respira hondo

—Mentí porque no sabía cómo decir la verdad, decía que les iba a decir mañana y cuando llegaba el día lo aplazaba

—Pensé que íbamos a ser sinceros el uno con el otro, lo prometimos

—Y-yo lo sé...

—Emanuel...

—¿Me odias? Lo haces, por eso no dejas que Willow me toque

—No sabía cómo se dieron las cosas, si Willow quiere verte lo hará, no le prohibiré nada, pero ahora tampoco yo estoy en mi mejor momento

Asiente

—¿Ya hablaste con Mar?

—Ella fue a la casa donde tenía a Aitana, terminó conmigo

Querido amor de mi vida [libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora