Capítulo 25. Nuevo capítulo

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Mauro

22 de octubre del 2029

Emanuel luce agotado, grandes ojeras reposan bajo sus ojos, los cuales mantiene a medio cerrar, es básicamente un sonámbulo. Si él está así, no quiero ni imaginar cómo estará Mar.

—¿Dormiste algo?

—No dormí nada, Ailén llora todo el tiempo y trato de calmarla yo solamente para que Mar pueda dormir.

Asiento, él bosteza y empiezo a sentir algo de culpa por haber venido, está claro que interrumpí sus sagradas horas de sueño, pero esto es muy importante.

—¿Fuiste al doctor, verdad?—asiento, él reprime el bostezo—, ¿qué te dijeron?

—El doctor dijo que ya no es necesario que vaya a las consultas mensuales, pero que es necesario ir a las anuales, para comprobar que esté todo en orden. Después de todo estuve tres años dormido.

—Entiendo... ¿Qué era eso importante que tenías para decirme?

—Es una gran noticia Emanuel.

—Dime.

—Yo... Volví a recordar todo.

Asiente solamente y hago una mueca, no era esa la reacción que esperaba de mi mejor amigo al enterarse de que sé quién es, sé quién soy, sé todo.

—Eso es bueno, digo fue...—se endereza al tiempo que abre mucho los ojos— ¿Qué dijiste? ¿T-tú...? Oh, dios

Se levanta y sigue observándome con los ojos muy abiertos. Resulta cómico su forma de observarme; coloca ambas manos en mi rostro.

—Jodidamente, dime que volviste a recordar. Dime que regresaste Mauro.

—Lo hice Emanuel, te recuerdo otra vez.

Con asombro veo que sus ojos se humedecen y luego me envuelve con sus fuertes brazos. Recuerdo que antes no sabía cómo reaccionar cuando me abrazaba, pero ahora... Joder, lo disfruto, estos abrazos anteriormente no solían ocurrir.

—No lo puedo creer, Mauro, tú... Mierda, me hiciste mucha falta.

—Lo noté.

—Costó mucho seguir adelante sin mi voz de conciencia, sin mi compañero, sin mi hermano.

—Estoy de regreso. No me vas a extrañar más.

Me suelta y limpia sus lágrimas, parece incapaz de dejar de sonreír.

—¿Sabrina lo sabe ya?

—No, eres el primero al que se lo dije.

—¿Qué haces aquí? ¡Tienes que decírselo!

Suelto una risa y del bolsillo de mi chaqueta le paso eso que tengo guardado desde hace algunos días. Emanuel lo observa con detenimiento y pareciera que su falta de sueño no le permite procesar nada.

—Tienes que estar jugando.

—No lo hago, está todo planeado Emanuel. Dale tiempo al tiempo.

—Le encantará.

—Sé que sí. Es hora de empezar un nuevo capítulo.

Asiente y yo respiro hondo colocando una mano sobre su hombro.

—Ambos Emanuel, ambos tenemos que empezar un nuevo capítulo.

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Mamá toma asiento frente a mí y sonríe un poco, dejo de pintar para darle toda mi atención.

Querido amor de mi vida [libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora