Capítulo Final. Pequeña familia

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Sabrina.

Los recuerdos que tengo de hace tres años son claros, pero no bonitos, el miedo, el dolor y lo sola que me sentía se repiten una y otra vez en mi cabeza. Hace tres años era papá el que estaba sosteniendo mi mano mientras que yo anhelaba a otra persona.

«–Estarás bien, cariño, todo saldrá bien». Esas fueron sus palabras y no, nada estaba bien. Pero ahora las cosas son diferentes.

—Tengo mucho miedo.

—También yo, pero estarás bien Sabi—Su mano me sostiene con fuerza y asiento, tomando la decisión de creerle.

—¿No me vas a volver a dejar sola?—Besa mi frente a pesar del evidente sudor en esta.

—No puedo prometer tal cosa, recuerda lo que ocurrió en el pasado, pero mientras esté en mis manos, no te abandonaré. Me quedaré contigo.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo. Te esperé por años, Sabi, ¿piensas que te dejaré ahora que estamos a meses de nuestra boda y que tenemos dos hermosos hijos?

—Lo entiendo—Un doloroso grito escapa de mí a causa de la contratación. Esto de verdad que duele.

—Eso se ve doloroso—Abro un ojo encontrándome con Agustín.

—¿Qué haces aquí?

—Esa es una pregunta idiota, mi sobrina, barra sobrino va a nacer.

—¿Y Mar?—Hace una mueca y soba su pecho fingiendo que duele.

—¿Preguntas por esa traidora cuando me tienes aquí?

—¿A quién llamas traidora idiota?—Marlene abre los brazos y se lanza sobre mí. Grito a causa del dolor y mis dedos se aferran a su cabello sacándole un grito también—. ¡Sabrina!

—¡Me duele!

—Sabi… Intenta calmarte, amor.

—¡No puedo hacerlo!

—¿Te duele Marimar?

*¡Eiké nde revikuape!—No tengo ni idea del significado de lo que acaba de exclamar, pero escuché a Agustín gritarle eso a Matías varias veces.

—¡Te salió perfecto Mar! ¿Así fue como se sintieron mis papás cuando dije mis primeras palabras?

—¡Cierra la boca y ayúdame!—Agustín, riendo se acerca a ayudarla. Entre mis dedos se encuentran varias hebras de cabello.

—Lo siento, Mar.

—Tranquila, te entiendo. Pasé por lo mismo.

—¿Y Matías?

—Se encuentra en casa, con Dakota. Fue todo tan repentino que no nos dio tiempo de nada.

—¿Y mi bebé mayor?—La extraño mucho y no entiendo la razón. Hemos pasado más tiempo separadas.

—Con tus padres.

—¿La traerán mañana?

—Creo que sí. No sé mucho—Responde Agustín y veo la sorpresa junto con la confusión en su rostro cuando mis labios forman un puchero—. ¿Qué…?

—¿Tanto te duele Sabi?

—¿P-por qué no la van a traer?—Estoy al borde del llanto y no tiene nada que ver con las dolorosas contracciones.

—Claro que la traerán, amor, pero solo un momento, el hospital no es lugar para los niños.

—¿Cuánto tiempo llevan esperando?—interroga Mar.

Querido amor de mi vida [libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora