Capítulo 30. Regalo perfecto

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Mauro.

01 de diciembre del 2029.

Dejo la cuchara sobre la mesita y levanto la taza. Emanuel, a mi lado resopla, volteo a verlo y luce fastidiado.

—¿Qué hacemos un sábado por la noche tomando café y no acudiendo a alguna fiesta? Somos hombres solteros y…

—Eres, un hombre soltero, te recuerdo que estoy comprometido, tengo una hija y otro en camino.

—Claro, lo olvidé. Soy un hombre soltero y lo estoy desperdiciando.

—No lo creo así, además, eres padre. No puedes dejar sola a tu hija.

—No la dejaré sola, estará bien con mis padres. Deberíamos volver a eso, ¿no crees? Nosotros dos, juntos de fiesta, como en los viejos tiempos.

—Yo nunca fui fan de las fiestas, ni mucho menos del alcohol, soy intolerante, por ese motivo tomo siempre alcohol sin alcohol.

Frunce el ceño y ladea la cabeza con confusión.

—¿Cómo es el alcohol sin alcohol?

—Ya sabes, la bebida que simula ser alcohólica, pero no lo es.

—Lo que estás diciendo carece de sentido.

—Claro que no—Rueda los ojos poniéndole fin a nuestro debate, su teléfono anuncia un mensaje y el mío también. Es algo cómica la manera en la que dejamos las tazas al mismo tiempo sobre la mesa para revisar la notificación.

«¡Feliz navidad!»

Mar: ¡Hola familia bella! ¿Dónde haremos la cena de navidad?

Agustín: No cuenten con Matías ni conmigo, estaremos de viaje.

Mar: Uy, ¿dónde?

Agustín: A Paraguay.

Matías: Iremos a ver a sus familiares y para que conozcan a Dakota.

Sabi: ¿Puedo ir con ustedes?

Mar: Sabrina, estás en un momento de tu vida donde no soportas estar en casa.

Sabi: Estuve todo un mes encerrada, casi dos por culpa de mi prometido exagerado. Entiéndeme.

Mar: Ya.

Sabi: Con Mauro teníamos planeado pasarlo con sus padres, los míos estarán de viaje.

Simona: Yo estaré de viaje también, Asher quiero llevarnos a mí y a su hijo.

Mar: ¿Qué demonios? ¿Por qué todos viajan así de repente?

Apago el celular y veo a mi amigo. No luce muy animado, aunque para ser sincero desde que salió a la luz su secreto perdió un poco de su brillo.

—¿Qué harás tú por navidad?

—Quiero llevar a Aitana para que vea a su madre.

—¿En serio?

—Ella quiere hacerlo, independientemente de todo lo que ella hizo, mi hija la ama y ella a su hija.

—¿Por qué en navidad?

Revuelve su cabello y respira hondo centrándose en cualquier cosa que no sea yo.

—Lo pidió mientras rezaba. Aitana es muy religiosa, culpa de su anterior niñera y es una costumbre suya rezar. El otro día pidió cenar con su mamá en navidad.

Querido amor de mi vida [libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora