Mauro
—Willow, ven con conmigo, ¿si? Podrás jugar con Aitana, iremos por Lucas también.
Sus pequeñas manos se aferran a mi camisa, no mira siquiera a Emanuel, cosa que lo hace respirar hondo.
—¿Ella vio algo?—pregunta Matías y duele tener que asentir, duele toda esta situación.
—E-ella vio al hombre sobre su madre y toda la sangre…—Siento un nudo en la garganta. No entiendo cómo es posible que una persona tenga ese deseo, deseo de abusar de alguien. Lo encuentran satisfactorio e incluso excitante.
—¿Qué pasó con él?
—No hablen de él, no ahora—pido acariciando el cabello de mi bebé, Emanuel asiente y arregla su cabello. Sentí miedo, impotencia y enojo al verla en aquella situación, sé que en ella algo cambiará y no la juzgo, pero juro por Dios que la ayudaré en todo.
—¿Mami está bien, papi?—susurra Willow. Trago grueso y respiro hondo. Sabrina podría estar de todo, pero en definitiva bien, no está.
—Lo está cariño, mami está bien.
Oliver llega, tiene la respiración acelerada y los ojos rojos. Bajo la mirada a sus nudillos y están rotos.
—¿Cómo está ella? ¿Y el bebé?
—No hay noticias —respondo, él pasa la vista a Willow y su barbilla tiembla.
—¿Estás bien peque?
No responde y solo puedo abrazarla intentando disipar su miedo. Yo sabía que ese maldito tenía algo, le advertí que no se acercara más, le dije que se mantuviera lejos, pero no hizo caso.
La puerta se abre y me pongo de pie al ver al doctor. Pasea la vista por todos los presentes y luego se detiene en mí.
—Pasa, por favor.
Asiento y dejo a Willow en los brazos de Oliver. Ella llora y zapatea, pero no quiero que escuche una mala noticia, si hay alguna prefiero explicarle yo, con otras palabras.
—¡Papi!—solloza extendiendo los brazos hacia mí.
—Ya regreso cariño.
Me adentro a la habitación con el doctor y camino hasta Sabrina, acaricia su estómago, llora y temo lo peor.
—Ella está bien, le receté algunos antibióticos que no afectan el embarazo, ahora bien, el bebé se encuentra en peligro.
Asiento escuchando la explicación, el alivio es enorme cuando dice que Sabrina tiene que reposar por al menos un mes y cuidarse lo más posible, luego de eso el bebé estará bien. Al acabar le agradezco y él se va dejándonos solos. Vacilante me acerco y dudo en tocarla, no quiero hacerla sentir incómoda.
—Tócame Mauro, necesito saber que esto es una pesadilla. Quiero que me digas que nuestro bebé no está en peligro, que no fui lastimada de semejante manera—Me mira y mis ojos se humedecen al verla llorar, hay tanto dolor en su mirada—. Por favor, Mauri, dime que no es real.
—Lo siento, amor, en verdad lo siento.
Solloza y cubre su rostro con ambas manos, me acerco y la abrazo como puedo. Sus hombros se sacuden con cada sollozo.
—Tenía tango miedo Mauro. Vi sangre y él me t-tocaba, intentó… Él quiso…
—Shh, no pienses más en eso.
—No puedo dejar de hacerlo.
Sigue llorando y pasado unos minutos deja de hacerlo, me siento a su lado y agarro su mano entre los míos.
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Querido amor de mi vida [libro #2]
Romance«Guardamos nuestro amor en una fotografía » ***** Sabrina continuó con su vida cómo pudo, poco a poco cumpliendo sus metas, pero tres años después de aquel fatídico día Mauro despierta, pero ya nada es igual, muchísimas cosas cambiaron. Sabrina está...