Capítulo 4. Nuevos recuerdos

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Mauro

24 de febrero del 2029

Mis manos tiemblan un poco cuando levanto la pieza de ajedrez, Chase sonríe y asiente

—Ya sabes

Asiento y veo la pieza que mueve, respiro hondo y levanto el brazo, tiembla y lo siento pesado

—¿Te gustaría descansar?

Quiero decir que no, pero mi brazo duele, así que asiento

—Jugamos mucho más que ayer — murmura

—Me-mejoré

Me observa y sonríe. No hablo casi nunca, me cuesta y cansa, también es muy frustrante que las palabras no salgan de mí, pero en mi habitación cuando estoy solo leo libros en voz alta y practico las consonantes, como en rehabilitación me dijeron.

—Lo haces bien

Recoge las piezas y mi cabeza viaja a otro lado. La imagen de la pequeña niña de cabello marrón y ojos claros viene a mi cabeza, es una niña bastante peculiar y hasta el día de hoy no he preguntado por ella, por nadie en realidad.

Sus primeras palabras al verme fueron: “Que feo que eres”, luego la sacaron afuera y empezaron a llamar a personas, lo recuerdo muy bien. Es curiosa y divertida, tampoco puedo olvidar a esa mujer, es increíblemente hermosa, no recuerdo jamás ver a alguien así; sus bellos ojos me miraban con tanto dolor que me hacía sentir fatal no recordarla

Por eso decidí aislarme por estos meses, no quiero verla llorar por mi culpa, desconozco el motivo, pero no me gusta verla llorar y menos si soy la causa

—¿En qué piensas?— me pregunta Chase, respiro hondo y lo miro a la cara

—¿Qui-quie...nes s-son... ellas?

Enarca una ceja

—¿Ellas?

—L-la mujer ... R-rubia... Y... — me frustra cuando no me sale la palabra, es desesperante. Chase de igual manera parece saber lo que quiero preguntar.

—¿La niña?—Asiento—. La pequeña se llama Willow, ella es... Tu hija.

Mis cejas se levantan por la sorpresa, no me esperaba esa respuesta, en lo absoluto.

—La mujer es Sabrina, ella es tu... Exnovia o mejor dicho, prometida

Asiento con lentitud procesando lo que acaba de decir

—Espera un momento

Se pone de pie y se va escaleras arriba. Ahora muchas cosas tienen más sentido; lo primero que ella hizo al verme fue abrazarme y el dolor en ella era evidente cuando le pedí que se alejara.

Cierro los ojos con fuerza ordenándole a mi cerebro que recuerde algo referente a ella, pero no hay nada, resoplo cuando lo único que veo es oscuridad y no algún recuerdo de sus bonitos ojos, o su cabello rubio, el sonido de su voz o su tacto. No hay nada, solo fondo negro.

Al escuchar pasos acercándose, miro y frunzo el entrecejo ligeramente mientras Chase deja un montón de álbumes sobre la mesa.

—A Sabrina desde adolescente le encanta sacar fotos, y nos hacía álbumes, solo a nosotros, o más bien a ti

—¿A... mí?

Asiente y me entrega uno. Aprieto los labios agarrando el álbum, abro y en la primera foto estoy yo de adolescente mirando a la cámara con una sonrisa, parece ser en un parque.

—Ella los utilizaba como modelos —Asiento viendo cómo hay más con otras tres personas—. Ella es Marlene, él Emanuel y este de aquí Agustín

Paso las fotos y hay muchas más mías, yo sonriendo, hablando, mirándola y en la última foto me detengo; mi corazón se contrae al ver que estamos los dos mirándonos, es evidente el brillo en mis ojos y ella está con una sonrisa observándome también.

Querido amor de mi vida [libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora