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-Ivy –sentí la mano de Jimin moviéndome y eso me hizo despertar

Al abrir los ojos, me di cuenta de que estábamos en una especie de calabozo, las paredes eran de piedra al igual que el piso y había algunas antorchas que iluminaban un poco todo el lugar.

-Oh por dios

Lucius se acercó a la puerta de barrotes que nos impedía salir de aquí.

-Aquí están

Los cuatro nos acercamos a la puerta y vimos a los demás calabozos que estaban con niños llorando.

-¡Greace! ¡León! –gritó Lucius -¿Me escuchan?

No hubo respuesta, pero él lo intento de nuevo.

-¡Soy el tío Lucius!

-¿Tío? ¿Tío Lucius? –dijo una voz de niño que no le faltaba nada para comenzar a llorar

-¡Sí! ¡Soy yo! ¡León! ¡Soy el tío Lucius! ¿Están bien? ¿Dónde está Greace?

-Está conmigo

-Aquí estoy –contestó la niña –quiero ir con mamá –comenzó a llorar he hizo que otros niños repitieran que querían ir con su mamá y comenzaran a llorar

-Tranquilos, tranquilos, los vamos a llevar de vuelta con sus padres, lo prometo

No hubo cambio, todos seguían llorando.

-¿Cómo salimos de aquí? –preguntó Lucius

-Primero debemos saber dónde estamos nosotros –dijo Arthur –y debemos darnos prisa, no sabemos si al volver a ser humanos, nos iremos de aquí

-Ni si la ropa crecerá con nosotros –dijo Lucius

-Démonos prisa

Nos acercamos a la puerta, a la cerradura, era una antigua, de esas que usaban una llave grande.

-¿Alguien sabe abrir esto? –preguntó Jimin

-Son mi especialidad –dijo Arthur y por eso nosotros nos alejamos mientras él se hacía cargo de abrir, lo que le tomó un tiempo hasta que lo logró

Asomó la cabeza a ambos lados y cuando vio que no había nadie, abrió por completo la puerta.

-Vamos

Los cuatro lo seguimos por detrás. Afuera había un enorme pasillo con celdas a ambos lados llenos de niños llorando, sollozando o dormidos en el piso.

-León –susurró Lucius queriendo ir a buscarlos, pero Arthur lo tomó del brazo

-No ahora, debemos apurarnos a trazar la salida primero, no tenemos mucho tiempo

-...B-Bien

Corrimos por el pasillo ignorando los llantos de los niños y sus peticiones de ayuda. Era un pasillo mucho más largo de lo que pensábamos, no todas las celdas estaban ocupadas, había demasiadas vacías, pero de todos modos había demasiados niños.

Al final del pasillo encontramos una salida, no parecía haber ningún cambio en el material de la sala, solo era otro pasillo de piedra por todos lados, sin celdas, solo un pasillo largo que nos tomó unos pocos minutos para poder volver a salir, solo que la siguiente habitación, era diferente... escalofriante.

Era un espacio en circulo, muy grande, lo tenebroso de esto eran los gigantes que estaban rodeando el lugar. Eran estatuas gigantes, tal vez unos 7 u 8 metros de altura.

-¿Qué son? -susurré con terror

-No tengo idea -me respondió Arthur

Eran estatuas en piedra blanca de hombres, parados en postura de firmes, con túnicas donde la falda les llegaba por encima de las rodillas, la tela subía por sus pechos solo atando dos esquinas en el hombro, dejando el otro totalmente desnudo, además de que pareciera que llevaban una tela cubriéndoles la cabeza y cayendo por sus hombros hacia detrás, estaban descalzos, todo eran en piedra blanca, pero lo que resaltaba de todo ese blanquecino color era la marcara dorada que les cubría el rostro, era una mascara con una barbilla cuadrada, ojos cerrados, boca cerrada, era una expresión sin emoción, como si estuvieran dormidos, todas las mascaras eran iguales, como si fueran todos ellos la misma persona. Había 10 estatuas a nuestro alrededor, cada una separada por una columna del mismo tamaño que ellos al estilo corintio, todo era, estatua, columna, estatua, columna.

-Me trae malos recuerdos -dijo Lucius

-No vamos a poder con ellos -dije

-¿Nos hemos enfrentado a algo así antes? -preguntó Jimin

-Hace tiempo -dije

-¿Qué hacemos ahora? ¿Dónde esta la salida? -preguntó Lucius

Es cierto, no había otro camino, solo del de donde habíamos venido.

-Debe haber una salida -dijo Arthur -tal vez este del otro lado del pasillo de las celdas, vamos

-Vamos

Los cuatro dimos la vuelta para volver a regresar por donde habíamos venido, recorrimos el pasillo solitario, volvimos a ignorar los llantos y suplicas de los niños, lo único malo de todo esto era que nuestras piernas cortas de niño nos hacían ir más lento.

Del otro lado del pasillo, volvimos a pasar por un pasillo solitario, pero todo era lo mismo, llegamos a una habitación completamente igual, con 10 estatuas de gigantes enmascarados.

-¿Es la misma habitación? -susurró Lucius

-Espero que sí -dije -por nuestro propio bien, no nos conviene pelear con 20 estatuas de 8 metros cuando nosotros medimos apenas 1 metro

-No hay una salida

Si no había salida ¿Cuál era el plan ahora?

-Queremos hablar con alguien -gritó Arthur -necesitamos negociar, saber por qué se están llevando a los niños

Todos esperamos en silencio, mirando a las estatuas, pero ninguna de ellas dijo nada, ninguna hizo nada.

-¿Si regresamos con los niños? ¿Alguien vendrá tarde o temprano? -preguntó Lucius

-Esperemos que sea pronto, no sé cuanto tiempo nos queda de esta manera -dije

No sabemos si los niños eran alimentados, pero en caso de que lo fueran, alguien tendría que ir a darles la comida ¿No? Cuando ese alguien vaya, podremos atraparlo de alguna manera para soltarle todas nuestras preguntas y entender lo que está pasando.

Dimos la vuelta y regresamos a donde estaban los demás niños.

-¡Greace! -gritó Lucius

-¡Aquí! -le respondió ella sacando la mano por la reja de barrotes

Todos nosotros corrimos hacia ellos y en cuanto los dos niños nos vieron, no entendieron lo que pasa.

-¿Tío... Lucius? -preguntó ella

-Soy yo, es solo un poco de... magia, pero soy yo

-Tío ¿Dónde estamos? -preguntó León -quiero regresar con mamá

-Lo sé, lo sé, lo estamos intentando, no se preocupen ¿Sí? Los voy a sacar de aquí

Solo aceptaron con la cabeza.

-¿Están heridos en algún lado? ¿Tienen alguna herida?

Los dos negaron con la cabeza.









Los hijos de la línea 26 y los niños desaparecidos (ParkJimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora