20

46 11 0
                                    

Por el resto del día las cosas no fueron muy nuevas, todos nos encargábamos de lo que nos correspondía, pero a diferencia de otros días, hoy pude tomarme un descanso.

-¿Irás con el anciano Nue? -preguntó Marion

-Sí -sonreí -hace tiempo que no voy a visitarlo y prometió contarme una nueva historia

-Entonces lleva esto contigo -me entregó un saquito de tela blanca -es un poco de leche caliente con miel y unas galletas que preparé esta mañana

-Gracias

-Regresa antes de que sea muy noche, mañana tenemos cosas que hacer temprano

-Lo prometo

Me despedí de ella y de las demás personas que había en la cocina antes de irme.

El anciano Nue vivía a unos cuantos kilómetros del palacio, dentro del bosque, pero antes de ir a visitarlo tomé el camino contrario, directo a la ciudad donde caminé directo hacia el vendedor de flores quien al verme me dio una sonrisa al mismo tiempo que le llamaba a su hijo, quien trajo un gran saco lleno de flores de zanahoria, pagué por él y volví a tomar mi camino directo al bosque.

Desde que era niña, me gustaba visitar al anciano Nue, tiene un montón de historia hermosas y divertidas y a mi me encanta escucharlas, además, me gusta esta zona del bosque.

Donde él vivía y siendo el bosque, no había mucha novedad en el paisaje, solo árboles, troncos, hojas en el suelo, moho, árboles y más árboles.

-Estoy de regresó -grité con una sonrisa en los labios

Me acerqué a una enorme roca que fácilmente por el moho que había en ella se podría confundir con algo inmóvil, pero cuando anuncie mi llegada y me acerque, esa roca creció aún más, dejándome ver el arrugado y rocoso rostro del anciano Nue.

-Juliette, me alegra verte de nuevo

-También me alegra verlo de nuevo -dejé el sacó lleno de las flores a sus pies -las que le gustan, flores de zanahoria

-Son un excelente manjar, tan dulces y sabrosas

-No lo sé -sonreí -no suelo disfrutarlas

Abrió el saco y se llevó un pequeño puño de las flores a la boca.

-Tan deliciosas -me miró -esta vez fue una buena cosecha ¿No?

-Sí -me senté en el mismo tronco frente a él que siempre usaba cuando venia a visitarlo -las mejores hasta el momento

-En muestra de mi agradecimiento, te contaré una de mis mejores historias

-Todas tus historias suelen ser buenas

-Bueno, esta vez, es una de las mejores

-Soy todo oídos, Marion me dio un poco de leche con miel y galletas, así que estaré aquí un buen tiempo

Mientras él contaba la historia, yo comía lo que Marion me había dado, imaginando en mi cabeza toda la narración, imaginando a los personajes, disfrutando se sus aventuras, preocupándome en los momentos más tensos de la historia y alegrándome cuando todo se solucionó, todo, hasta casi el anochecer. El ya casi se ocultaba por completo y si no me daba prisa, la oscuridad me alcanzaría.

-Juliette

-¿M?

-Cuida un poco de tu salud, tu cuerpo no se encuentra muy bien

-¿En serio?

-Se siente un poco cansado, considera eso

-Claro que sí -sonreí -vendré saludable la próxima vez

-Te espero hasta entonces

-Nos vemos

-Vuelve con cuidado a casa 

Gracias al anciano Nue me había salvado muchas veces de enfermar, siempre que venia y había algo mal con mi salud, él me lo dice.

Después de que llegué al palacio me ocupé de las cosas de las que tenia que ocuparme, hasta que su majestad me llamó a su oficina. No esperaba que lo hiciera, sabía que estaba demasiado ocupado, pero no puedo mentir que mentí demasiado feliz cuando mandó llamarme.

Al llegar a la puerta de su estudio, llamé dos veces antes de poder entrar.

-Hubiera sido mejor que fuera directo a dormir -dije

-Prometí que me tomaría un tiempo para estar contigo

Se levantó de la silla de su escritorio y caminó directo a mí, me quitó la charola con bocadillo que llevaba en las manos, la dejó en un mueble a un lado de nosotros y me dio un abrazo.

-¿Has comido algo? -preguntó

-Sí, pero sé que tu no, así que traje algunos bocadillos

-No deberías preocuparte tanto por mi -sonrió

-¿Cómo no hacerlo?

Tomó la charola y caminó al escritorio conmigo detrás, se sentó en su silla y yo en una silla frente al escritorio.

-Sabes... si algún día de estos tienes tiempo libre, me gustaría presentarte a alguien

-¿En serio? ¿A quién?

-Al anciano Nue

Muchas veces le había hablado de él, incluso, algunas noches ya él acostado en su cama yo le había contado alguna historia que el anciano Nue me había contado, pero por alguna razón, siempre que decía su nombre, el rostro de Joseph se ponía serio.

-Sé que puede no caerte bien, pero debes conocerlo primero para dar una conclusión

-Supongo

-Él es un buen gigante, sabes que es más difícil encontrar un gigante malo que oro y piedras preciosas

-Lo sé

Sus respuestas cambiaron a ser cortantes.

-Majestad ¿Puedo preguntar por qué no le agradan los gigantes?

-No es que no me agraden

-¿Entonces?

Me miró en silencio y así se quedó por unos segundos. 

-¿Q-Qué?

-Quiero desterrar a los gigantes de este mundo

-¿Por qué harías eso?

-¿No te das cuenta? ¿No tienes miedo?

-¿Miedo? ¿De qué?

-Nosotros somos pequeños a comparación de ellos, en cualquier comento los gigantes pueden asesinarnos a todos

-¿Cómo harían eso? Los gigantes nos abrieron las puertas de su línea cuando nosotros lo necesitábamos, no dejaron vivir con ellos, nos bendicen con alimentos, buenas cosechas, incluso nos cuidan, el anciano Nue siempre me dice cuando mi salud es mala ¿Cómo puedes decir que van a matarnos?

-Escúchame, Juliette, nunca confíes de alguien, los gigantes nos abrieron las puestas de su dimensión solo porque vieron el beneficio de que nosotros estuviéramos aquí, pero cuando ya no vean más beneficio, se desharán de nosotros, nos asesinaran a todos 

Hizo a un lado el plato con bocadillos y la taza de té para acercar unos papeles.

Los hijos de la línea 26 y los niños desaparecidos (ParkJimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora