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¿Por qué tienes que hacer esto?

No quiero matarte

No quiero hacerlo, pero mi amor no es suficiente como para permitirle continuar con su plan de destruir a todos los gigantes.

Desvié la mirada de sus ojos, no podía seguir viéndolos o terminaría derrumbándome y eso no es lo que necesito ahora. Mientras miraba a las personas, encontré a mis compañeros, mirándome fijamente con una copa en la mano para mezclarse entre los demás.

Leny, uno de los nuestros, bajó la mano donde tenía la copa hasta su otra mano escondida en el bolsillo de su pantalón, simplemente para señalarme que tenía la daga lista.

Yo solo acepté ligeramente con la cabeza para que supiera que estaba enterada.

-Sabes, últimamente he pensado en algunas cosas -comenzó

-¿Qué clase de cosas?

-Sobre darle un dueño a la silla de reina

-¿Qué? -susurré

-Desde hace tiempo mis consejeros han estado insistiendo en que me case

-¿Con quién?

-Me han dado varias opciones, con el reino del sur o de algún reino de occidente, pero no lo sé

-¿No los sabes?

-No, con todos ellos estamos en buenos términos y todos los demás, tienen príncipes

-¿Entonces?

El corazón me latía con rapidez, pero cuando me miró con una sonrisa, lo supe, supe que la posición de reina podía ser mío, que él me lo estaba ofreciendo ahora mismo.

-¿Quisieras dejar de ser una plebeya para ser una reina?

-¿Eso es posible?

-Soy el rey, todo es posible para mi

-Si es así ¿Escucharas las palabras de la reina?

-Claro que sí, las palabras de la reina son igual de valiosas que las del rey

-Entonces... por favor cambia de opinión sobre los gigantes

Quería intentarlo, solo una ultima vez, si él cambia de opinión, si por lo menos duda de su decisión, puedo detener el plan y continuar siendo felices como lo éramos antes, pero en su lugar, su sonrisa se esfumo, su agarre fue más fuerte y sus pasos bajaron de velocidad.

-No cambiaras de opinión ¿No es así?

-Existen otros modos de llegar a un acuerdo con ellos

-¡No! -gritó en un susurro presionándome más a él, clavando sus dedos en mi cintura, tomando mi mano desde la muñeca con mucha fuerza y rechinando los diente -ellos no van a llegar a un acuerdo con nosotros, ellos solo quieren que confiemos en ellos y cuando bajemos la guardia, destruirnos

-Ellos no harían eso ¿Por qué los odias tanto?

-Porque ellos mataron a la reina

-¿Qué?

Hace 8 años, la reina, la madre de Joseph, había ido a caminar al bosque junto con un pequeño grupo de caballeros para protegerla, 3 caballeros y 2 doncellas, la reina solía visitar a una gigante que cantaba, a ella le gustaba escucharla cantar, pero un día, simplemente no regresó. Todo el palacio inicio una búsqueda, pero cuando la encontraron, fue lo más horrendo que el rey vio, incluso peor que en la guerra.

Todos los caballeros, doncellas e incluso la reina estaban muertos, habían sido destazados a tirones, la sangre, las partes de cuerpo estaban por todos lados y la gigante nunca fue encontrada, así que inició el rumor de que ella los había matado a todos ellos, aunque nunca se encontró en concreto al culpable, el rumor culpó a la gigante, incluso el rey Mef, padre de Jospeh y el rey Oto hablaron, discutieron, los dos trabajaron mano a mano para encontrar a la gigante, pero nunca la encontraron, nunca supieron qué fue lo que pasó y simplemente se quedó en un caso sin resolver, el rey Mef no hizo nada en contra de los gigantes por falta de pruebas, pero Joseph, él al parecer guardo en su corazón y en sus recuerdo que un gigante había matado a su amada madre.

-Eso no es cierto, jamás supieron quién había sido

-Por favor, Juliette -sonrió -es más que obvio que fue esa gigante, no tenia porqué escapar de la escena si ella no había sido la culpable

-Debe haber otra explicación, los gigantes nunca han matado a un humano

-Pues lo hicieron, ese día lo hicieron y ese día me di cuenta de la enorme desventaja que tenemos nosotros ante ellos... -su agarré se relajo y volvimos a tomar el ritmo inicial del baile -no quiero que mi pueblo o alguien de mi familia pase por eso mismo

No pude hacerlo cambiar de opinión.

Miré a Leny y le di la señal.

-Eres una mala persona -susurré antes de separarnos

La música cambió drásticamente, el baile comenzó con mujeres en una hilera y los hombres en otra, frente a frente.

-Soy el rey

Me alejé bruscamente de él y cuando fui a tomar mi lugar, Leny pasó disimuladamente tras de mi entregándome la daga en mi mano que mantuve en un costado y la cual escondí en el momento en que tomé mi falda para comenzar a bailar.

Tenía que ser así, no queríamos arriesgarnos a meter la daga en mi bolso y que los soldados la hubieran husmeado en la entrada y me hubieran atrapado.

La música comenzó y todo parecía ir bien, Joseph y yo nos mirábamos como enemigos, caminábamos hacia adelante hasta tomar la mano de nuestra pareja, solo una mano, así era el baile.

Vi el momento y actué. Tomé con fuerza el mango de la daga y cuando Joseph me soltó para dar una vuelta y regresar a él, saqué la daga de su escondite con intenciones de apuñalarlo, pero me sorprendió del dolor recorriéndome todo el cuerpo y los escalofríos también. Su cuerpo estaba pegado al mío y su cara sería fue aterradora. Mi mano no pudo más y dejó caer la daga al suelo haciendo un ruido fuerte que se escucho aun sobre la música.

-Soy el rey Joseph Gautier, nadie puede detener mis deseos -susurro en mi oído

Bajé la mirada a mi abdomen, solo para ver como una daga diferente estaba clavada en mi cuerpo y como la mano de Joseph se alejaba de ella.

Los gritos a mi alrededor comenzaron, la música dejó de sonar, los caballero se amontonaron rápidamente con sus espadas en mano, atentos a cualquier movimiento extraño.









Los hijos de la línea 26 y los niños desaparecidos (ParkJimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora