Para el día de la celebración y como lo habíamos planeado un tiempo antes, todos nos preparamos.
Las carrozas aparcaban frente a la entrada de la mansión y de ellas bajaban personas elegantes, mujeres con enormes y coloridos vestidos, de muchos tipos de telas, el chiste de todo esto era llevar el vestido más colorido y llamativo de la noche, si eras esa mujer, atraerías la mirada de todos y eso es lo que le gustaba a la mayoría de ellas, el vestido más grande e incomodo era el ganador.
-¿Tienes claro el plan? -preguntó por decima vez Jean Paul
-Me lo has preguntado un millón de veces -le lancé una mirada -y te he dicho un millón de veces que sí lo recuerdo
-Lo lamento... estoy nervioso
-Todos lo estamos
Ocultos den la oscuridad de la noche, lejos de los soldados que hacían guardia en cada una de las entradas del palacio, todos nosotros susurrábamos para que no nos escucharan y esperábamos el mejor momento para que pudiera entrar. Hacía frío y no sé si estaba temblando por los nervios o por el frío, probablemente sea por los dos, pero cual fuera que sea la razón, mis piernas estaban temblando demasiado al igual que mi corazón, la adrenalina bombeaba por todo mi cuerpo desde esta mañana.
-Juliette -Jean Paul me tomó de los hombros -puedes hacerlo, miles de vidas dependen de ti, tanto humanas como de los gigantes
-Lo sé
-Buena suerte, todos nosotros estaremos cerca
-Entiendo
Nos dimos un abrazo y solo así, salí de nuestro escondite, acercándome con cuidado hasta la entrada mientras trataba de caminar lo más elegante que el vestido, los tacones, el camino de piedras y mis nervios me lo permitían.
Una vez frente a los soldados sus miradas me inspeccionaron de arriba abajo con la mirada. El vestido azul que Marion había hecho para mi no era nada llamativo a comparación de los demás que había visto vistiendo por los aristócratas que han entrado, pero tampoco era una basura, tenia holanes, toques dorados, blancos brillantes y adornos en un azul contrastante al del fondo, era un perfecto diseño equilibrado entre lo elegante y lo casual.
-Necesito su invitación, mi señora -pidió uno de los soldados
-Claro -busqué la invitación en mi bolso y en cuanto lo encontré se lo entregué, él lo observo solo por unos cuantos segundos
-Adelante, mi señora, que disfrute la fiesta
-Gracias
Cuando pasé por en medio de los dos, me hicieron una leve reverencia.
Dentro del palacio todo fue diferente, el aire era un poco más cálido y de inmediato me envolvió por completo, mis piernas dejaron de temblar un poco, las miles de velas alumbraban cálidamente toda la casa haciendo que los toques dorados de los muebles, marcos de los cuados y adornos dieran una luz naranja a todo el lugar, la música se escuchaba más fuerte con cada paso que daba hacia el gran salón.
Había algunas personas por el pasillo platicando alegremente, todas ellas me ignoraban cuando pasaba a un lado.
Al llegar a la entrada del gran salón y antes de que pudiera seguir mi camino, un sirviente me señaló a una caja grande de madera que estaba a un costado donde había antifaces cuidadosamente acomodados uno a un lado del otro.
-Por favor, tome uno, mi señora -dijo bajando la cabeza un poco en una especie de reverencia
-C-Claro
Miré todas las opciones sin tocar ninguno hasta que encontré uno apropiado para mi vestido. Era uno simple, era dorado con algunos adornos en relieve de ramas, era bonito y se ataba desde la nuca por dos listones dorados, en cuanto terminé de ponérmelo, entre.
Las personas bailaban en círculos al ritmo de los violines, las faldas de los vestidos revoloteaban por todos lados, las risas, las carcajadas y las animadas platicas hacían de este lugar uno más ruidoso de lo que recordaba, hace tiempo que no veía una fiesta como esta, claro, yo siempre fui parte del personal, nunca un invitado.
Bajé los pocos escalones que había y comencé a mezclarme entre la multitud buscando a dos personas: a mi objetivo y a Jean Paul.
-Mi lady
Sentí a alguien tomándome de la mano sorprendiéndome y haciéndome mirar y notar nuestras manos juntas. Era Joseph quien me tomaba de la mano.
Llevaba un antifaz como el mío, sin muchos adornos, muy lizo, de color negro, haciendo que sus ojos resaltaran aún más, con su piel clara, sus labios rosados, con un traje militar color rojo, un color que definitivamente le quedaba muy bien, además de que era el color oficial de la familia real, su sonrisa era coqueta, algo distintivo de él, así que era fácil reconocerlo.
Sin pedir mi permiso o si quiera preguntarme, tiró de mi mano con fuerza haciéndome estamparme contra él, me rodeó la cintura con fuerza y tomó mi otra mano también con fuerza haciéndome imposible alejarme de él.
-Como siempre, estas hermosa... Juliette
No dije nada, simplemente lo miraba a los ojos sin sonreír o mostrar una cara de dolor, aunque el odio estaba en mí, no podía dejar que lo notara.
-Sonríe un poco, sé que sigues molesta por lo que paso, pero, sonreír te hará sentir mejor, además, deberías disfrutar de esta noche
-Lo intentaré
-¿Los días que te has tomado te han ayudado a pensar un poco?
-...Sí, algo así
Me quedé callada, simplemente mirando a las personas a mi alrededor.
-¿Qué pasa Juliette? ¿Estas molesta aún?
No dije nada, solo me movía conforme a la música.
-Sé que sigues molesta, pero, lo hice por el bien de todos nosotros, si te tomas un tiempo, lo entenderás
Quería gritarle, quería golpearlo, quería llorar y destruir todo esto, pero simplemente cerré los ojos, me tragué las lágrimas y lo miré.
-Solo necesito pensarlo un poco más, aún no me siento bien del todo
-No te preocupes, te daré todo el tiempo que quieras -sonrió
Esa sonrisa, esa sonrisa encantadora. Siempre había estado enamorada de él, desde que mamá llegó a trabajar a este lugar, desde que él era un simple príncipe de 12 años, me enamoré en cuanto lo vi y fui la mujer más feliz del mundo cuando él me confeso que se sentía igual que yo.
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Los hijos de la línea 26 y los niños desaparecidos (ParkJimin)
Teen FictionPareciera que todo iba con calma, pero, la desaparición de las almas nuevas son el inicio del final. 2/2