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(2 años después)

Era diciembre y por la ventana se podía ver la nevada de esta noche. Jimin me había llamado cuando salí del trabajo diciéndome que me esperaba en casa con la cena lista y cuando llegue a casa el delicioso aroma de esa comida me dio la bienvenida.

-Me encanta –dije sentándome a la mesa

-Me alegra que digas eso porque hice demasiado –señalo detrás de mí a la estufa donde estaba un gran surten aun con mucha comida

-¿A quién más vas a invitar? –sonreí burlona

-Lo lamento, aún no tengo la medida correcta

-Bueno, llévale un poco a tus padres

-Hablando de mis padres, ellos quieren que pases navidad en casa, llama a tus padres

-Sería lindo, los llamaré para decirles que vengan la próxima semana y tú puedes cocinar, con esas cantidades, atinarías a hacer lo suficiente para todos

-Ja ja ja

Nuestro momento fue interrumpido cuando llamarón a la puerta. Jimin se limpió las manos con una servilleta y se levantó para abrir.

-James ¿Qué ocurre?

-Joven ¿Cómo ha estado?

-Muy bien ¿Y usted?

-Bien, gracias por preguntar, solo venía a preguntar si de casualidad esperaba a alguien

-¿Esperar? No ¿Por qué?

-Es que allá afuera hay dos hombres que vienen a buscarlos

-¿Dos hombres? ¿Dijeron quiénes eran?

-Sí, dijeron sus nombres, uno era Arthur y el otro... ¿Cómo dijo que era? Lucor... Lumus

Al escuchar eso, Jimin y yo nos miramos.

-Lucius –dije

-¡Sí! Ese es el otro nombre que me dijeron

-No puede ser –sonreí al igual que Jimin –volvieron

Ambos bajamos las escaleras a toda prisa hasta la entrada.

Lucius y Arthur nos esperaban de pie, con ropas de cada una de sus dimensiones, pero abrigados.

-Tanto tiempo –dijo Arthur en una sonrisa

-Arthur –corrí a darle un abrazo al igual que a Lucius

-¿Cómo es que...?

-Eso... lleguemos a un acuerdo con el rey Oto –dijo Arthur

-¿Un acuerdo? –preguntó Jimin

-Él dijo que los gigantes no estaban exentos de volverse amissa animas y eso implicaría que los humanos volviéramos a correr peligro al igual que ellos así que llegamos al acuerdo de que todos nosotros –nos señaló a todos con una seña de circulo –debíamos seguir en contacto, para estar avisados cuando algo así vuelva a pasar y entrar en acción 

-Entonces ahora...

-Ahora cada vez que queramos vernos solo tenemos que detenerlos delante de una puerta, tocar esto –de su bolsa sacó dos anillos dorados con cada uno una piedra verde –y al mismo tiempo decir la palabra iter y podrán aparecer fuera de la ciudad en la dimensión Tultro, fuera de casa de la jefa Luna en Atatu y en nuestro caso, en el bosque fuera de aquí en Zitatu. Podemos visitarnos cuantas veces lo deseemos 

-Es increíble –miré el anillo y luego a ellos –será un placer

-Por cierto –dijo Lucius -¿De casualidad tendrán dinero?

-¿Dinero? –preguntó Jimin

-Vinimos en esa cosa... Taxi –señaló detrás de ellos al taxista que nos miraba fastidiado esperando por la paga

Los hijos de la línea 26 y los niños desaparecidos (ParkJimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora