"Happier than ever", Billie Eilish.
<<No empatizo contigo porque yo nunca me las haría pasar tan p***s, me ha hecho odiar esta ciudad>>
Conocía demasiado bien a Jordi para saber que aquel mensaje era un acto sin pensar, con la única intención de provocarme. Tenía la absoluta certeza que me había visto en el bar y por supuesto, había visto como salía corriendo de allí. Aunque en realidad, huía de los recuerdos.
Al despertarme a la mañana siguiente, desee no haber cedido a mi primer impulso de marcharme del bar; sino volver entrar para seguir bailando, mandándole un mensaje muy claro a Jordi: me das igual. Pero como siempre, el miedo me ganó.
— ¡Buenos días! —gritó Kenia, entrando por la puerta de la habitación, quitándose los cascos.
Cuando Ainara se levantó sobresaltada por el grito, la miró de arriba a abajo, flipando. Kenia iba con un top corto de deporte, el pelo recogido en una coleta alta y unos leggins negros.
— Dime por favor, que no vienes de correr.
— Vale, entonces no te lo digo. —Kenia nos sonrió y acto seguido, entró en la ducha. — ¡Y levantaos de la cama que al final no llegaremos temprano!
Aquella mañana habíamos decidido ir a ver la universidad en la que Ainara continuaría su carrera de medicina. Pero para eso debíamos levantarnos pronto, algo complicado yendo con Ainara, quien se metió en cama, acurrucados a mí lado.
— ¿Vas a contarme que pasó o tengo que hacerte cosquillas hasta que lo confieses? —no contesté, simplemente le di el teléfono.
— ¿Es él?
— ¿Quién sino?
— Sigue tan... Simpático como siempre ¿eh? —Ainara intentó hacerme reír, consiguiéndolo durante unos minutos.
— ¿Vas a contestarle?
— ¿Y qué le digo?
— ¿Qué se vaya a la mierda? —nos echamos a reír hasta que caí en que Ainara lo decía en serio. — No sé Elena, ¿qué quieres tú decirle?
— Que es un gilipollas. —contesté riéndome, intentando seguir la broma para no hacer frente a la realidad: que no sabía que hacer.
— Si mi memoria no falla, eso ya se lo has dicho muchas veces.
— Touche.
Ainara dejó el teléfono a un lado, cambiando de tema y la verdad es que lo agradecí. No quería pasarme el día entero hablando de Jordi, habíamos venido para disfrutar y para tomar decisiones importantes para nuestro futuro. Y no iba a dejar que nadie, ni siquiera él, interfiriera en ello. Después de quince minutos, Kenia salió de la ducha, nos fuimos a desayunar, para luego irnos a la universidad. Cogimos el metro y al llegar a la universidad estuvimos una hora andando, visitando las aulas y hablando con algunos de los coordinadores.
A Ainara le brillaban los ojos y no era para menos, estaba deseando poder empezar su nueva vida. Vivir nuevas experiencias.
— ¿Quieres que vayamos a ver la facultad de humanidades, Elena?
A Kenia la pregunta le pilló por sorpresa, pero yo me negué excusándome en que era tarde y deberíamos marcharnos a buscar algún sitio para comer.
— ¿Dónde sugieres, catalana?
Pensé en ello, pero todos los sitios que se me ocurrían, estaban demasiado cerca del piso de Jordi, así que al final nos pusimos a andar y acabamos entrando en un restaurante italiano. Comimos muy bien, y cuando Kenia y Ainara estaban pidiendo el postre, saqué el móvil y me metí en la conversación... Y sorpresa sorpresa, el mensaje que Jordi me había mandado la noche anterior, estaba borrado.
Y no pude evitarlo. Lo intenté, lo juro.
Elena:
¿Ahora quién huye de quién?
No tardó ni un minuto en contestarme.
Número desconocido:
No contestaste, así que sigues siendo tú ;)
Chulo de mierda. Odiaba cuando me vacilaba.
Elena:
Es difícil contestar si el mensaje está borrado.
Número desconocido:
Ya. Como si fueras a contestar.
Elena:
Perdona por tener vida y no poder contestarte al momento ;)
Que te den, imbécil.
— Elena, dime por favor que no estás haciendo lo que creo que estás haciendo.
— ¿El qué? —preguntó Kenia, con la cara llena de chocolate.
— No estoy haciendo nada... Nada malo.
— ¡Por Dios! ¿Es que no aprendéis?
Ainara me quitó el teléfono para leer la conversación, mientras Kenia se acercaba despacio para poder hacerlo también. Vi como sus caras iban cambiando mensaje a mensaje: Kenia intentaba esconder su sonrisa, mientras Ainara me devolvió el teléfono molesta.
— Dijiste que no ibas a contestarle.
— En realidad dije que no sabía que decirle, no que no iba a contestar.
— Elena, escúchame.
— No, escúchame tú. No soy una niña pequeña y no voy a permitir que me hable así de mal.
— No te ha hablado mal. Ha borrado el mensaje porque lo más probable es que se haya dado cuenta de que hablarte fue un error y ha intentado enmendarlo.
— A ver, en esos mensajes sí que la estaba provocando un poco. —habló en voz baja Kenia.
— Si no hubieras contestado, ahora podrías olvidarte de todo esto. De él. —siguió insistiendo Ainara.
En el fondo, sabía que tenía razón. No debería haberle contestado, pero Jordi me sacaba de mis casillas con muchísima facilidad.
— Lo sé, pero es que no he podido evitarlo ¡Me saca de quicio!
— Elena... Esto no va a acabar bien.
— En eso estoy de acuerdo con Ainara. —Kenia me miró como siempre, con un amor incondicional, pero también preocupada.
Sabía que tenían razón, pero se me hacía imposible no contestarle. Era algo superior a mí. ¿Qué se hace cuando no te cabe tanto odio en el pecho? ¿Cuándo desearías borrar toda tu vida de un plumazo para empezar a escribirla desde cero?
Odiaba a Jordi, en parte por destrozar lo que tuvimos, pero otra parte muy grande de mí, le odiaba por las expectativas que yo misma le impuse y que no supo alcanzar. Aunque eso siempre fue culpa mía porque nadie debería cargar con las expectativas de otra persona. Al final, creo que una ruptura no ocurre solo por un solo motivo, creo que todo es un cúmulo de errores y problemas que no sabemos gestionar.
Pero lo relevante era que le odiaba a él. Él tenía la culpa de que todo se hubiera ido a la mierda. Aunque en el fondo, sabía que no era justo echarle toda la culpa a él, pero así era más fácil.
Era más sencillo odiar que perdonar.
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Nunca olvides que te quise
RomanceHan pasado cinco años desde que Elena le puso fin a su historia de amor. Cinco años que se han pasado volando, donde lo ha superado. Ahora, vuelve a la ciudad que durante mucho tiempo la vio crecer y enamorarse... Y solo tiene un deseo: no cruzarse...