Capítulo 26: Cambios

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"Como si no importara", Alba Reche y Daniel Sabater.

<<Tu versión me deja al borde desde entonces, y tú no hiciste nada, como si no importara>>

Hubo un momento estando de nuevo en casa de Jordi donde el miedo y las dudas me atraparon. Tuve que marcharme un momento al cuarto de baño porque las preguntas que nunca quise hacerme en su momento me asaltaron: ¿habría sido diferente si nuestra última conversación hubiera terminada de otra forma? ¿qué hubiera pasado si hubiera accedido?

Eran preguntas que nunca tendrían respuesta y eso me mataba. Y lo peor de todo, es que Ainara y Kenia me habían advertido que podría pasar, que podría arrepentirme en cualquier momento de la decisión que había tomando.

Pero en aquel momento sentí que era lo correcto y creo que volvería a hacerlo por el simple hecho de que aquella ruptura me permitió crecer de una forma que en aquel momento me parecía imposible hacerlo junto a Jordi. Quizás me equivocará, pero siendo sincero, creo que quien más necesitó aquella ruptura fue Jordi.

Ahora, viéndolo en el suelo del comedor, cenando y riendo con nuestros amigos, viéndolo más maduro, me daba cuenta de lo mucho que había cambiado. Y lo peor, o mejor de todo aquello, era que yo no había estado para ver el cambio.

— ¿Qué tenéis pensando hacer estos días que os quedan en Barcelona?

— ¿Beber? —contestó Ainara, provocando que todos nos riésemos.

— Ainara por Dios, no podemos pasarnos todo el día borrachas.

— Todo el día no, pero todas la noches...

Nos echamos a reír, Kenia y yo más porque sabíamos que hablaba completamente en serio.

— Podríamos ir mañana a hacer un picnic al parque de la Ciudadela, echar allí la tarde y salir por la noche. Si os apetece.

La idea me sorprendió bastante por dos razones; la primera, porque había salido de Jordi y la segunda, porque fue un motivo de pelea en nuestra relación. Hace unos años le propuse el mismo plan, pero Jordi llegó de trabajar y estaba cansado y me dijo que prefería quedarse en casa. Yo me enfadé, más de la cuenta he de admitir, porque siempre era yo quien proponía hacer planes diferentes.

— A mí me parece bien, siempre y cuando salgamos a la noche a tomarnos algo. —como no, esa frase fue de Ainara.

— En serio, tienes un problema con el alcohol. —contestó Asher, echándose a reír.

Terminamos de cenar sobre las once de la noche y empezamos a ponernos al día: Cristina y Asher se iban a vivir juntos, Lara empezaba un nuevo trabajo y nosotras hablamos de la universidad. Pero cuando le tocó a Jordi, se cerró en banda. Empezó a evitar las preguntas, como si no tuviera nada importante que decir, como si en cinco años no hubiera pasado nada interesante en su vida. Como si le diera vergüenza admitir sus logros y sus esperanzas.

— Venga tío, no seas cabezón.

— No lo soy, sencillamente no hay nada interesante que merezca mencionarse.

Me dio la sensación de que Jordi mentía, ¿tantos años sin vernos y nada que contar? Aquello me frustra bastante, pero gracias al cielo, existe una cosa llamada 'amigos', que suelen irse de la lengua, ya sea queriendo o no.

— Bueno, estás acabando el curso de música.

— ¿Has vuelto a estudiar? —Jordi respondí casi sin hablar en voz alta.— Eso está muy bien, ¿qué tal te va?

Empezó por cosas pequeñas, si le gustaba o no las clases, sus compañeros... Pero a medida que hablaba, Jordi fue envalentonándose. Le brillaban los ojos cuando hablaba de la música y por primera vez en mucho tiempo, lo vi completamente feliz.

— Dentro de poco Fran quiere hacer una especie de concierto donde podamos mostrar nuestras canciones.

— ¿Quién es Fran? —preguntó Kenia.

— Fran es mi primo y mi manager. Ayuda en el curso con la planificación de eventos, el año pasado consiguió dar un par en Barcelona, Sevilla y Madrid.

— ¿Este año también tendréis conciertos en Sevilla?

— Lo más seguro es que sí.

Seguimos hablando, pero mi cabeza no paraba de darle vueltas a la posibilidad de tener a Jordi en Sevilla, a una hora de Huelva en coche.

— Voy al baño, ahora vengo.

Entré en el pasillo, cerrando tras de mí la puerta del comedor. Intenté tranquilizarme porque la imagen de Jordi en Sevilla me había mareado durante un segundo, era demasiado tentador. Pero por una vez, estábamos haciendo las cosas bien y no quería estropearlo.

Cuando fui a entrar en el cuarto de baño, vi la puerta de la habitación de Jordi abierta... Y no pude evitarlo. Al entrar, me di cuenta que casi no había hecho cambios, las paredes seguían de color blanco, con fotografías: en una estaba Jordi con Cristina y Asher, en el bar de siempre tomándose una cerveza, otra fotografía era de él de pequeño cogiendo en brazos a Diego; pero la gran mayoría de fotografías eran de Alejandro: los dos en el campo de baloncesto abrazándose, en el parque, una foto de grupo.

Por un momento, pensé que me echaría a llorar y era algo realmente estúpido. Nunca los vi a todos juntos, ¿se podía echar de menos algo que nunca viste o tuviste? En mi caso creía que sí era posible.

Seguí pasando mis ojos por las fotografías, vi la nuestra y entonces entendí porque Jordi había sonreído al abrirnos la puerta. Ahí estábamos, los dos enfrente de la Sagrada familia, riéndonos y dándonos un beso en los labios. Cuando fui a girarme para volver al salón, lo vi: Jordi seguía teniendo una minúscula estantería que siempre estaba llena de monedas y cuadernos con letras para sus canciones, pero reconocí mi letra al instante. La pasta azul del cuaderno estaba desgastada por el paso de los años, pero sabía que era mía. Al abrir la primera página, vi una frase que había escrito.

"Como voy a pensar en otros,

si lo único que oigo de fondo en el tren es tu voz"

— Rebuscar entre las cosas ajenas podría considerarse un delito.

— ¡Joder! ¡Qué susto!

Jordi estaba detrás de mí, sonriendo.

— La puerta estaba abierta.

— Y no has podido con la tentación. Tranquila, yo hubiera hecho lo mismo. —él se acercó un poco más, viendo que tenía mi cuaderno abierto.— Te dejaste un par de cosas cuando te marchaste.

— ¿Por qué no has quitado la fotografía? —pregunté, cuando el silencio entre los dos me resultó insoportable.

— No la he quitado en cinco años, me parecía una tontería quitarla ahora.

— ¿No la has quitado nunca? —pregunté de nuevo, como si su respuesta en realidad no me hubiera llegado.

— Elena, eres parte de mi vida y eso no lo van a cambiar cinco años sin vernos.

Nunca olvides que te quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora