Jordi
"En paz", Walls (Acústico).
<<Porque así somos los dos, qué me maten si cambiamos. Qué me maten si te cambian, si te marchas de mi lado>>
Era cierto que nunca borraba ninguna conversación ni ninguna fotografía, me gustaba guardar las cosas que en su momento, me hicieron sentir algo. Y mi historia con Elena estaba llena de sentimientos como para borrar cualquier cosa; porque en el fondo, por más errores que hubieran, yo siempre consideraría que fue preciosa. Aquellos años de mi vida, terminaron por definirme como persona y era la persona que era gracias a mis vivencias, errores y aciertos.
Y joder, Elena era importante para mí.
Al despertarme consulté el teléfono para ver lo que ya sabía, que no me había contestado al último mensaje. Y algo en mi pecho se encendió, pero no porque sintiera que me había ignorado, sino porque en ese instante supe con certeza que Elena había madurado.
Si esto hubiera ocurrido hace cuatro o cinco años, me lo más seguro es que hubiera llamado diciéndome de todo y entonces, yo habría tenido una excusa perfecta para seguir con la conversación e incluso verla. Pero Elena se olvidó de mi mensaje probablemente porque fuera lo mejor para los dos.
Aquel día era viernes y por lo general no tenía clases, pero me había apuntado a un curso intensivo de verano, por lo que me levanté de la cama, dirigiéndome a la ducha. Al llegar a la universidad, Aroa me contó su noche con su último ligue en una pequeña discoteca, al que odié nada más empezó a contarme lo que había ocurrido. No tardé mucho en entender que mi odio instantáneo fue porque me recordaba a una versión de mí mismo, que hacía años que había decidido apartar.
— Es mejor que te alejes, Aroa. Al final solo te hará daño.
Ella se desilusionó bastante, pero pronto volvió a sonreír y me preguntó por mi noche. ¿Cómo decirle que había vuelto a ver al amor de mi vida? Tuve muchas noches para mentalizarme que pasarían muchos años hasta que volviera a verla, seguramente agarrada de la mano de algún hombre que sí la mereciera.
Al final, simplemente le dije que salí un rato con mis amigos, sin nada importante de mencionar. Pero antes de que empezara la clase, Aroa se dio la vuelta en su silla para sonreírme.
— ¡Me ha escrito ahora mismo! —refiriéndose al chico de la discoteca. — No me mires así Jordi, todo el mundo puede cambiar.
Yo quería decirle que sí, que por supuesto que la gente cambia. Yo era una prueba de ello: me había pasado mi adolescencia entrando y saliendo de la vida de Elena, mirándola, porque era un chiquillo que no tenía claro absolutamente nada. Y me arrepentí infinitamente de ello, pidiendo perdón tantas veces, que hasta perdí la cuenta. Aunque mi error siempre fue excusarme en la edad y en las hormonas, cuando más bien, todo tuvo que ver con mi inmadurez del momento, pero sobre todo, por el miedo.
Ya lo he dicho antes y lo seguiré diciendo, el amor a veces nos da mucho miedo.
Al terminar la clase miré inconscientemente mi teléfono... Y el sentimiento de culpa me entró en el cuerpo como una bala. Era hora de dejar ir a Elena, merecía algo mejor que los restos de una relación que no supimos gestionar y acabé borrando el mensaje que aquel Jordi lleno de rabia le había mandado. Pero... Supongo que aun seguía provocando ese efecto en Elena, porque al llegar a casa de Asher vi que me había contestado.
Ahí estaba esa Elena llena de rabia, llena de ganas de provocarme.
— ¿Qué queréis hacer hoy? —oí de fondo.
— Podemos volver a salir. Lara me ha dicho que sale de trabajar a las nueve, podemos recogerla e ir a tomarnos algo. ¡Que es viernes! —contestó Cristina.
Tras esa respuesta se hizo el silencio, aunque la verdad era que ni siquiera les estaba escuchando. Mis ojos estaban puestos en mi teléfono móvil, y sí, estaba sonriendo.
— A ver, ¿qué he dicho? —preguntó Cristina.
Ni siquiera fui consciente que había hablado en voz alta. Pero de verdad, al releer el mensaje de Elena no supe si estallar en rabia pura o si echarme a reír.
Elena:
Perdona por tener vida propia y no poder contestarte al momento ;)
— Ya empezamos... Estáis hablando, ¿a qué sí? Creí que no te había contestado.
Asher suspiró, sentándose a mí lado en el sofá para leer por encima mi conversación. Y el muy capullo sonrío al llegar al mensaje de Elena, orgulloso. Le di un codazo, dándole a entender que al ser mi mejor amigo, debería estar de mi parte.
— Sois unos críos, parece que tengáis catorce años. —dictó Cristina.
— Mentalmente los tienen. —soltó Asher, riéndose en mi cara.
— Muy gracioso.
— ¿A qué sí?
Durante una milésima de segundo, creía que mis amigos lo dejarían estar, pero Cristina parecía muy molesta y no llegaba a entender muy bien el por qué. Ella fue de las primeras a las que avisé cuando Elena y yo lo dejamos definitivamente, fue quien estuvo durante meses animándome, y aunque no sirvió de mucho, fue mi apoyo.
— Cris... No lo hagas. —susurró Asher, sin mucho convencimiento de que fuera a hacerle caso.
No sabía que quería decir con aquella frase, pero entonces Cristina suspiró, cogiendo su teléfono móvil. La miré mientras ella parecía teclear algo y no entendí que estaba haciendo hasta que fue demasiado tarde para impedírselo.
Se llevó el móvil a la oreja y miró a Asher, sonriendo.
— ¿Elena? Hola, ¡cuánto tiempo!
— Te mato. —solté, justo antes de hacer el intento de levantarme del sofá.
Y digo intento porque Asher se tiró encima de mí, evitando que le quitará el teléfono móvil a Cristina.
— Sé que no debería meterme donde no me llaman, pero... —y antes de que pudiera seguir oyendo la conversación, Cristina se metió en su habitación durante unos minutos.
Minutos en los que pensé mil maneras de matarla lentamente, haciéndola sufrir. Al volver, estaba sonriendo. Se sentó a mi lado y Asher se volvió a sentar como una persona normal.
— ¿Qué coño has hecho? —pregunté, enfadado.
— No alargarlo más. Al final, os vais a volver a ver.
— Pero... ¿Qué te ha dicho? ¿¡Qué le has dicho!?
— Hemos quedado esta noche para tomar algo. Todos juntos.
Y juro por Dios, que la hubiera matado allí mismo.
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Nunca olvides que te quise
RomanceHan pasado cinco años desde que Elena le puso fin a su historia de amor. Cinco años que se han pasado volando, donde lo ha superado. Ahora, vuelve a la ciudad que durante mucho tiempo la vio crecer y enamorarse... Y solo tiene un deseo: no cruzarse...