Capítulo 23: Quedada

11 0 0
                                    

Jordi

"Una tarde de junio",  Aren y Cios.

<<Quería decirte que ahora niña lo tengo claro, que la del tarot no me ve sin ti a mi lado>>

No sé que se me pasó por la cabeza al pedirle a Elena que viniera a casa, pero cuando mis padres me dijeron que irían a cenar fuera con unos amigos, lo primero que pensé fue: ¿y por qué no? 

Ya habíamos pasado el "mal" trago de vernos por primera vez después de tantos años, y de hecho, no había salido tan mal... Siempre y cuando quitásemos la primera hora y media en el bar.

Escribí el plan por el grupo que tenía con Lara, Asher y Cristina, quienes no tardaron en contestar que vendrían a las nueve y media. Aún era pronto, así que tenía tiempo de recoger un poco la casa y darme una ducha. Y de quitar un par de cosas de mi habitación.

Puede parecer que exagero y más sabiendo el tiempo que había pasado... Pero en aquellos cinco años pasé por varias etapas: la odié muchísimo, a niveles que ahora mismo me avergüenzan, pero después, cuando la tormenta pasó, acepté que siempre iba a estar en mi vida y quise de una forma diferente.

Y por ello, en mi habitación tenía una foto de nuestro primer verano en Barcelona, en los cajones aún guardaba algunos de sus cuadernos donde escribía alguna nota o algún relato corto y en el armario, guardaba la sudadera que me regaló en nuestro primer aniversario. Cuando rompimos, mi primer instinto fue deshacerme de todo, pero cuando el odio se enfrió pensé que en un futuro querría conservar los recuerdos de lo que fuimos.

Si hoy me lo preguntara, diría que nunca los tiré porque en el fondo, seguía esperando que un día volviera.

Me metí en la ducha cuando aún eran las nueve y para cuando salí del cuarto de baño con la toalla envuelta a la cintura, llamaron al timbre. Supuse que sería Cristina, porque al ser vecinos siempre llegaba la primera.

— ¡Hola!

Y como no puede ser de otra forma, el universo estaba confabulado contra mí. Era Elena, Kenia y Ainara. Estás dos últimas pasaron al comedor, pero Elena se quedó junto al recibidor mirando las fotos que siempre teníamos de nuestra familia. Era una especie de mural donde estaban mis padres, mi hermano y yo de pequeños, mis abuelos, mis tíos...

Y por si alguien lo pregunta: no, mi madre no había quitado la foto en la que salíamos Elena y yo juntos.

Sinceramente, aquella foto para mí pasaba desapercibida, casi me había olvidado de su existencia porque llevaba tanto tiempo allí, que ya formaba parte de nuestra casa.

— Mi madre quiso quitarla hace un par de años, pero le insistí en que la dejará. Salimos bien.

No tendríamos más de diecisiete u dieciocho años, estábamos sentados en un bar riéndonos sin darnos cuenta que Cristina hacía la fotografía. Era de mis fotos favoritas con Elena, porque salíamos exactamente como éramos cuando estábamos juntos: felices.

— Siempre ha sido mi foto favorita. Esa y la que nos hicimos enfrente de la Sagrada familia. —fotografía que tenía impresa en mi habitación. — ¿De qué te ríes?

— De nada, olvídalo...

Nos quedamos en silencio mirándonos, sonriéndonos como dos idiotas. De pronto, se oyó el sonido del ascensor y como me había olvidado de cerrar la puerta, Cristina, Asher y Lara entraron.

— ¿Te has quedado sin camisetas? —preguntó Asher al pasar junto a mí.

— Creí que era Cristina.

— Así que le abres la puerta a mi novia sin camiseta, ¿debería preocuparme? —Asher lo preguntó serio, pero intentando esconder la sonrisa.

— Muchísimo.

— Sois imbéciles. —soltó en una carcajada Cristina.

Asher se paró junto a Elena para abrazarla y llevársela al salón, donde todos estaban ya sentados. Yo me quedé en la cocina preparando las pizzas para todos cuando no pude evitar pensar que aquella sensación me gustaba. Me había pasado muchas noches pensando si en algún momento Elena y yo podríamos volver a estar en la misma habitación y siempre llegaba a la misma conclusión. Que no, que era imposible...

Y sin embargo, aquí estábamos. Siendo amigos.

Nunca olvides que te quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora