Capítulo 47: No me olvides

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Jordi

"Fuentes de Ortiz", Ed Maverick

<<Si tú me dices para ti que soy, no dudaré en hacerte tan feliz. Eres especial para mí>>

Volví dentro del salón con la sensación de estar haciendo bien las cosas. Ya no tenía dieciséis años, ya no sentía la necesidad de huir de Elena; pero tampoco tenía veinte años y mi única forma de sentirme seguro, era presionando a ella. Había madurado, había entendido que el amor es dejar volar a la otra persona, dándole la oportunidad de elegir si quiere compartir su vida contigo.

Eso Elena lo veía, al igual que yo notaba que ella también había madurado. Pero le faltaba abrirse más, comunicar sus sentimientos sin miedo, porque yo nunca la juzgaría.

No tardé mucho en arreglar el altavoz, pero justo cuando la música volvió a sonar en el salón, llegó un empleado para pedir disculpas por haber tardado tanto. Hablé un rato con mis padres, pero en cuanto intuí que iban a sacar el tema de Elena, me marché.

— ¡Oye! Que aun no hemos podido ni decirnos hola.

Cuando me giro, veo a mi prima María viniendo hacia mí. Con el vestido de novia y brillando de felicidad.

— Hola, preciosa. ¿Qué tal vas? — pregunto, por la copa de vino que lleva en la mano.

— Perfectamente. Es la primera que me bebo, no quiero despertarme mañana sin acordarme de mi propia boda. ¿Tú qué tal?

— Genial, la boda es muy bonita.

— No me refería precisamente a la boda...

Veo como María señala a la puerta de salida por la que está entrando Elena, quien vuelve a su mesa para seguir comiendo.

— ¿Tú también me vas a dar el coñazo? — le pregunto, añadiendo una sonrisa para no parecer borde.

— ¡Que va! Simplemente quiero saber si estáis ya juntos no.

— ¿Das por hecho que vamos a volver?

— Sí, y espero que no tardéis mucho. Hemos apostado.

— ¿Perdón?

María se termina su copa de vino, sonriéndome. Me gustaría decir que me sorprende, pero viniendo de mi familia, me espero cualquier cosa.

— ¿Y cómo van las apuestas? Si se puede saber, claro.

— Patricio y yo hemos apostado que de la boda salís juntos seguro. Las bodas tienen algo... Que unen a las parejas, no sé. Tus padres dicen que no estaréis juntos hasta que Elena se vaya a Barcelona. Y tu hermano está muy seguro de que ya estáis juntos, pero lo lleváis en secreto.

— La madre que os parió, María...

No puedo hacer otra cosa que echarme a reír. Vuelvo a mi mesa para comer y echarle la bronca a mi hermano y a mis padres. Poco a poco pasamos por discursos de familiares, bailes algo vergonzosos y el salón se empieza a vaciar. Llevo sin ver a Elena un buen rato, pero cuando vuelvo del cuarto de baño, la veo sentada en mi mesa, hablando con mis padres.

— ¿Y sigue sin decirte nada? — pregunta mi madre.

— Nada de nada, cero. Es como si no existiera.

Podía imaginarme de quien estaban hablando aun sin haber estado en la conversación. Siguieron un buen rato, hasta que en el salón prácticamente estaba solo la familia y Elena.

Mis padres, poco disimulados, se levantan de la mesa para marcharse al patio y así poder fumar. Y dejarnos solos, también.

Veo a Elena observándome dos sillas alejada de mí, y sin pensármelo me levanto, sentándome a su lado.

Nunca olvides que te quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora