Epílogo

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El amor no es una película que termina siempre de la forma en la que nos gustaría. A veces, el amor se rompe o sencillamente, se acaba. Eso es algo que no nos cuentan en las películas, porque siempre terminan en el "felices para siempre". Y a veces, no nos enseñanza que no todo es tan bonito. No se nos muestran las peleas cotidianas de las parejas, porque al final, ninguna relación es perfecta. Todas tienen problemas y al amor no lo soluciona todo.

A veces, el amor no puede con todo.

Pero también hay algo que parece que hoy en día pasa desapercibido: y es que el amor, se trabaja.

No digo que el amor duela, que asfixié y te rompa por dentro. Eso NO es amor. Me refiero a que el amor es constancia, es elegirse todos los días de tu vida, es escoger a esa persona por encima del resto.

Dicho esto... Elena y Jordi decidieron elegirse y trabajar en su amor, porque a apesar de los errores del pasado, seguían amándose lo suficiente como para volver a intentarlo. Elena se mudó a Barcelona con Ainara, terminó la carrera de Filología Hispánica, y en su último año de universidad, eligió quedar con Jordi, intentar ir despacio, saliendo de vez en cuando, teniendo citas. Pero si algo nos han enseñado, es a querer con intensidad. Quedaron un par de veces, yendo al cine, paseando por Barcelona, saliendo a tomar algo con sus amigos... Y en la segunda semana, después de cenar y reírse mucho, se besaron como si tuvieron quince años, pero con la madurez de personas de veintitrés años.

Se sonrieron y se eligieron.

Durante aquel año, tuvieron discusiones, como todas las parejas del mundo, pero hablaron las cosas con sinceridad, entendiéndose y queriéndose.

Al terminar la carrera, Elena no tenía muy claro cual era el siguiente paso, y dado que Ainara se había enamora y se iba a mudar con Lara... Elena no sabía donde quedarse. Tras conversaciones y muchos miedos, acabó yéndose a vivir con Jordi y su familia, que la acogieron como siempre, con los brazos abiertos; mientras Elena trabajaba de cualquier cosa para ganar dinero y tiempo, para pensar que hacer con su vida. En año y medio, siguió escribiendo, algo que la apasionaba y tras mucho esfuerzo, estudio y dedicación, entró a trabajar en una editorial de Barcelona.

Jordi, en cambio, siguió trabajando con su padre y dedicándose a la música; con conciertos, horas de estudio, trabajo y esfuerzo, terminó dedicándose exclusivamente a lo que le apasionaba: a hacer música. Triunfó en su vida. No de la forma en la que tenemos entendido hoy en día el mundo de la música, a Jordi le bastaba con ganas lo suficiente como para vivir tranquilo, como para disfrutar de la vida junto a su familia, a la que sin lugar a dudas, incluía a Elena.

Después de dos años ahorrando, se fueron a vivir juntos, una experiencia difícil al principio, pero también preciosa. Discusiones, citas en casa con canciones de Jordi, risas con amigos en aquel apartamento... Y después de cinco años juntos, hicieron un viaje a una pequeña cabaña en un bosque cerca de Barcelona. Ellos dos solos, senderismo, risas y besos en cada esquina y muchísimo amor. Cuando se hizo de noche, entre los dos hicieron la cena, bailando descalzos en aquel suelo de madera, con canciones de fondo, abrazados.

Jordi puso una canción que le había escrito a Elena sobre su historia, sus idas y venidas, sus besos. Sobre su amor. Y tras acabar la canción, mientras estaban abrazados, Jordi le preguntó a Elena si quería casarse con él; ella sonrió, pero al ver a Jordi sacar de una cajita un anillo precioso, supo que iba en serio. Probablemente en aquel momento, se sentía la mujer más feliz del mundo; y llorando de alegría, aceptó.

El resto, es historia.

Nunca olvides que te quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora