Capítulo 21: Miedos

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Año 2018

Jordi

"Estos miedos son tuyos", Xavibo .

<<Yo aspiro a estar tranquilo más que a estar feliz. Tranqui' que estaré bien, se me da bien mentir>>

Verla después de tanto tiempo, fue difícil. Aunque lo peor fue pararme a mí mismo, comportarme como si no quisiera besarla. Como si no la quisiera a ella.

Y lo que acabó por destrozarme, fue tener que mentirle. Al principio había sido una mentira pequeña, pero después, como siempre suele pasar, las mentiras van engordando poco a poco hasta que se hacen visibles en la historia. Y si soy sincero, no le dije la verdad más tarde porque me dio vergüenza. Y mucho miedo.

Miedo porque pasamos aquella semana como nunca, estuvimos juntos algo más que un par de horas, hablamos durante durante días sobre cosas que en un principio parecían insignificantes, pero que para nosotros cobraban mucha importancia.

Los pequeños detalles marcan la diferencia, fue una frase que siempre marcó nuestra historia, de principio a fin.

Tuvimos un momento de inflexión, aunque siendo sinceras aquel momento fue mío. Habíamos quedado un par de veces en nuestra placita, donde Elena descubrió que había empezado a fumar. No le gustó y si cierro ahora mismo los ojos, aún puedo ver su cara de disgusto que puso, por no decir de asco. El hecho es que aquel día empecé a sentir remordimientos por muchas cosas, pero principalmente por mentir.

Le había dicho a Elena que no estaba saliendo con nadie, pero lo cierto era que en Barcelona estaba empezando a conocer a una chica. Llevábamos viéndonos un par de meses y el simple hecho de estar sentado con Elena en nuestro sitio especial, de hablar como si fuéramos amigos pero con la sensación de ser algo más, me hacía sentir culpable. Culpable por mentirle a Elena, por estar enamorado de ella aún estando con otra persona.

Soy un chico al que los remordimientos le pueden, si siento que estoy haciendo algo mal, empiezo a tener pesadillas y dejo de dormir. Pero pasó la semana volando y llegó el quince de agosto y no pude evitarlo.

Miento, pude evitarlo, el problema era que no quería.

Llevaba casi una semana comportándome como si Elena fuera mi mejor amiga, cuando desde el primer momento en el que la vi, lo único que quise hacer fue besarla. Me daba igual el resto del mundo, solo quería hablar con ella, verla, besarla... Y ahí estaba realmente el problema, que cuando estaba con Elena me olvida de todo lo demás.

Mi vida en Barcelona parecía un puntito pequeñísimo en cuanto la sentía cerca, pero aquel quince de agosto supe la verdad. Que no importaba el tiempo que pudiera pasar sin verla, que daría igual todas las veces que había borrado su número de teléfono, que no importaba las veces que me repitiera que era algo pasajero, algo de adolescentes. Que no podía funcionar, que había demasiado distancia entre los dos. Supe, nada más verla aparecer con aquellas converse, que con ella siempre iba a ser diferente.

Y fue inevitable pensar que pasaría el resto de mi vida o con ella, o pensando en ella. Aunque nunca lográsemos estar juntos, siempre sería ella.

Nunca olvides que te quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora