Capítulo 4: Primer encuentro

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Año 2014

"Apocalypse" Cigarettes after sex.

<<Sharing all your secrets with each other since you were kids>>

Tener trece años y pedir un poco de intimidad es casi imposible. Con trece años empezamos la etapa donde somos pequeños para tomar ciertas decisiones, pero a la vez somos bastante mayores para otras cosas. En resumen: es una mierda.

Dos de agosto de 2014, una fecha que en un principio prometía no importar demasiado, pero que al final, fue una de las más importantes de mi vida. Empezó como siempre, aburrida porque era verano, calurosa con un libro entre las manos, como siempre desde que tengo memoria. Despertarse, jugar, comer y dormir. Piscina, salir con las amigas y seguir leyendo con mi padre viendo un partido de baloncesto, mi madre leyendo otro libro y mi hermana mayor fuera de casa.

Entonces, ¿por qué esa fecha acabó marcándome tanto? No fue que ocurriera algo relevante, es que fue el día que lo conocí.

Quedé con unas amigas en casa de una de ellas, para ver una película por la noche y cenar juntas. Pero entonces alguien llamó a la puerta, apareciendo con una maleta y con una sonrisa. Muy pronto para saber que sería un momento importante, ¿no? Son solo trece años, aunque siendo sincera, en ese momento no me pareció nada relevante.

No fue amor a primera vista. Nosotros fuimos conectando despacio, encajando conversaciones a lo largo de un año que no nos atrevíamos a tener con nadie más. Fuimos poco a poco, dándonos los teléfonos aquella primera noche y por cierto, fue la única vez que nos vimos en lo que quedó de año.

Hablamos de mil cosas en apenas tres horas, le conté que había nacido en Barcelona, pero que mis padres se habían mudado a Huelva cuando yo tenía tan solo cuatro años. Que jugaba al baloncesto porque mi padre había sido jugador, arbitro y ahora entrenador. Que llevaba su número a la espalda, el cinco. Y Jordi me dijo que el también jugaba al baloncesto, y por casualidades de la vida, también llevaba el número cinco. Aquello nos hizo mucha ilusión porque fuimos cayendo sin darnos cuenta.

Con trece años no estás preparada para enamorarte con la intensidad con la que lo hice. Aunque nunca pensé que llegaría a enamorarme de una persona con la que solo podía hablar por teléfono, a la que no podía ver. Y creo que por eso mismo, lo nuestro fue tan especial y tan intenso desde el principio.

Después de aquella noche, estuvimos hablando por mensajes y llamadas todo un año. A todas horas. Durante todo el día. Y la sensación tan especial que sentí al hablar con él por primera vez, fue creciendo. El sentimiento de confianza, de ¿amor? Lo cierto es que Jordi se convirtió en mi mejor amigo mucho antes de convertirse en el amor de mi vida. Al principio, creo que ese fue el motivo por el que me negaba a quererle tanto como lo hacía ya entonces. Hasta que pasó el año, llegó el verano y supe que volvía a bajar para ver a su familia.

Catorce años y enamorada de un chico al que solo había visto en realidad una vez, una noche. Pero del que me sabía el día de su cumpleaños, su color favorito, que tenía un hermano pequeño y al que le encantaba la música. Un chico con el que no había parado de hablar, de bromear, de querer.

Año 2015.

Un primer encuentro en una placita que estaba al lado de mi casa, y que desde aquel reencuentro, nos vio llorar y reír demasiado. Un primer beso entre dos chicos que empiezan muy pronto con el amor. Solo un par de días juntos, con besos inocentes y promesas en los ojos que nunca llegaron a cumplirse.

Jordi volvió a Barcelona y yo me quedé con su sonrisa grabada en mi memoria. Aún a día de hoy, si cierro los ojos soy capaz de ver a aquel chico de quince años.

Después de aquel último beso en verano, un silencio que abarcó todo un año. Jordi desapareció de mi vida y lo peor de todo, es que nunca supe el por qué.

Nunca olvides que te quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora