Capítulo 33: Golpe de realidad

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"Nosotros", Natos y Waor, Recycled J.

<<Cuando menos lo esperabas aquí están otra vez, como el inoportuno mensaje de tu ex, que llega cuando parecía que volvías a estar bien>>

Había merecido la pena solo por ver la cara que se le había quedado a Jordi.

— Podrías habérmelo dicho.

— Entonces no habría sido tan gracioso.

Le sonreí, dándole un ligero toque con el hombro. Por un momento, Jordi se giró por completo hacia mi cuerpo, se quedó mirándome fijamente y noté como quería preguntarme algo. Pero no hablaba, solo me miraba. Imité su postura, girándome hacía él en silencio.

— Pensaba que era alguien que te estaba esperando en Huelva.

— Jordi, si quieres preguntarme algo, no le des más vueltas. Pregunta.

Una parte de mí, quería que hiciera la pregunta. Estaba segura de conocerla, de saber que me preguntaría si había alguien en Huelva. Alguien especial, alguien con quien tuviera el pensamiento de compartir algo más que una amistad. 

Lo cierto era que había un chico, David, con quien últimamente había estado quedando varias tardes porque habíamos conectado. Nos llevábamos bien, podíamos hablar de cualquier cosa y me parecía un chico atractivo.

El problema era, que esa parte de mí que quería que Jordi preguntará, no sabría que responderle. Y no sabría que decir, porque al lado de Jordi cualquier chico me parecía insignificante.

Las puertas del ascensor se abrieron en el mismo momento en el que vi como Jordi se animaba a preguntar, pero se acobardó y abrió las puertas para dirigirnos hacia la entrada de su casa. Ya había vuelto a entrar en aquel piso, pero sentía los nervios a flor de piel; está vez sabía que detrás de aquella puerta iba a estar Alba y probablemente, Sergio, el padre de Jordi.

— ¡Mamá, ya estamos en casa! — gritó a modo de saludo.

Un recuerdo del verano de 2018 cruzó mi cabeza; la primera vez que crucé aquellas puertas, la primera vez que Alba me abrazaba para darme la bienvenida a su familia sin ni siquiera pensárselo dos veces. Aquel verano no me conocía de nada y en cuanto crucé la puerta de su casa, ya me trataba como si fuera su hija.

La contestación de Alba me hizo salir del recuerdo; cruzamos la puerta que daba hacia la cocina y el salón, donde nos esperaba Alba. Nada más verme, se levantó de la silla para abrazarme.

— ¡Cuánto tiempo, Elena! ¿Qué tal estás, cariño?

— ¡Hola! Bien, ¿tú qué tal estás? ¿Y Sergio?

Cuando Alba dejó de abrazarme, se apartó un poco de mí y me miró fijamente con los mismos ojos que se hijo mayor. No había cambiado nada, seguía con la sonrisa en la boca aun después de tanto tiempo.

— Muy bien, echándote de menos. ¿Quieres cenar algo?

— No hace falta, hemos estado en el bar de abajo.

— Sí, os he visto por el balcón.

— ¡Mamá! — le reprochó Jordi, echándose a reír.

— Como si no supieras que puedo veros desde aquí.

Los tres nos reímos y Alba me invitó a sentarme en el sofá. Jordi se marchó un momento a su habitación, dándonos intimidad para hablar.

— ¿Qué tal tus padres? ¿Todo bien?

— Sí... Bueno, ahora mismo las cosas en casa están regular.

— ¿Y eso por qué?

— Les he dicho que me gustaría hacer la carrera aquí, en Barcelona. No les ha sentado muy bien que su hija se quiera ir a la otra punta del país.

Nunca olvides que te quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora