Me levanto la primera y miro a mi lado y veo a Matías salgo de la cama lo más sigilosa que puedo salgo al balcón, me siento en la silla que hay y me pongo a leer.
—Toma.
Me sobresalto por la voz que tengo detrás, giro y veo que me está ofreciendo un café frío.
—Gracias.
—¿Me puedo sentar a tu lado?
Yo asiento, él se sienta y empezamos a beber el café frío aún hace calor, así que un café frío me sienta genial.
Lo dejo encima de la mesita y sigo leyendo.
—¿Ella que quieres hacer hoy?
—No sé. ¿Por qué?
—Es que como Marcos y Sophia se van a dar un paseo, no sé si te quieres apuntar o si quieres que hagamos algo los dos.
—Me apetece ir a comprar algo para decorar la habitación.
—Bueno, pues, vamos.
Se levanta de la silla y sale del balcón para después volver a entrar para decirme que venga. Yo me levanto y cuando entro veo que ya ha hecho la cama.
—Podrías haberme avisado así te habría ayudado en algo.
Él solo se encoge de hombros. Va a su lado del armario y saca su ropa, luego sale de la habitación para que me cambie. Me decido por unos tejanos cortos claros y por un top negro y unas deportivas. Cuando ya me he cambiado salgo para ir al baño a peinarme y me hago una coleta alta, le doy cuatro vueltas porque con la cantidad de cabello no se aguanta.
Me lavo los dientes y ya estoy lista cuando cojo el bolso con el dinero que conseguí ahorrar con el trabajo, que cada fin de semana me toca ir.
Matías está en la puerta ya preparada cundo levanta su vista del móvil, me dedica una sonrisa amplia.
Salimos de casa y vamos directos al coche de Matías. Aparcamos y adentro veo que es enorme. Es un bazar que había cerca del apartamento.
Cogemos un corro que hay, vamos pasillo por pasillo, miro a mi alrededor mientras Matías va cogiendo cosas y enseñándomelas.
—Pareces un niño pequeño.
—Y tu una vieja amargada.
Hago una mueca para fingir que me ha dolido y nos empezamos a reír.
—Coge boles que no hay en casa.
—Vale.
—También vasos de cartón.
—Vale.
Yo me acerco a los marcos de foto y cojo 5 medianos los pongo en la cesta y seguimos así todo el día...
Cuando ya llegamos a casa empezamos leer las instrucciones de como montar una pequeña estantería.
—Ahora vuelvo.
Él asiente mientras sigue leyendo las instrucciones.
Voy a un sitio de fotografía que hay cerca de casa y comienzo a imprimir las fotos.
Una es la de perfil de Spencer, otra es la que salimos todos hasta nuestras madres, otra es de Sophia y Marcos abrazados y Matías y yo riéndonos en el suelo, otra de mi cumpleaños y otra de Merida en los hombros de Matías riendo mientras yo hacía un selfi.
Cuando ya las tengo todas llego a casa y veo que ya Matías ha montado la estantería y ha vaciado la bolsa y están mis marcos encima de la mesa.
Pongo las fotos en cada uno y luego voy a la habitación para ponerlo en el escritorio.
—De donde has sacado todas las fotos.
—De Spencer, de Linda, de mí y de mi padre.
Él se queda flipando un momento y luego las ve de mejor, cada una que pasa su mirado por encima se le sale una sonrisa.
Por ahora este cambio está yendo bien.
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Reina del amor
Roman pour AdolescentsUna chica de 16 años que le gusta ayudar a la gente, con lo que mejor se le da es ayudar con el amor, es como cupido en humano. Se le ha coronado como la reina del amor. Pero nunca se ha enamorado, hasta este año que a conocido al chico nuevo que ti...