Ciudad de Ark, reino de Zoren - palacio imperial
La imagen era grotesca y no solo en la opinión de las refinadas damas que se encontraban en el salón, sino también en la de los caballeros, hombres que aunque en su mayoría fueron curtidos por la guerra, tampoco daban crédito a que el emperador hubiese convertido un evento de la categoría del baile de invierno, en un patíbulo.
El silencio se había apoderado de la habitación justo después de que se desvanecieran los gritos y exclamaciones de asombro. El primer rebelde había sido decapitado de forma rápida y como diría Sir Pike: limpia. La hoja de acero de su mandoble cortó el aire bajo la luz de las velas y en un solo movimiento, en un tajo que casi pareció fácil, rompió la piel del muchachito, atravesó la carne, llegó al hueso e incluso siguió bajando.
La sangre brotó enérgica, como el agua que emerge de una fuente hacia el cielo. Manchó el podio y salpicó algunas de las sillas de oro. Incluso la princesa Rose pudo sentir como un par de viscosas gotas se impactaban contra la falda de su vestido.
Casi gritó ante la escena, es más, casi se vomitó allí mismo cuando el fuerte hedor a hierro le invadió las fosas nasales.
Quiso ponerse en pie y abandonar ese salón de inmediato, pero nadie se movía, ni en el podio ni el público. Parecían estatuas, pálidas y aterradas pero al mismo tiempo curiosas.
El morbo se reflejaba en sus ojos.Theo, que se encontraba de pie a pocos centímetros de Sir Pike, no pareció incomodarse por la sangre que le cayó en el rostro. Por el contrario, hizo una señal con la mano para que un par de soldados hicieran arrodillarse a Sir Iliam Bulloch.
En verdad iba a hacerlo, pensó Gardenia, con su cuerpo temblando de los nervios.
Quien no temblaba era Sir Iliam. Pese a que ya se encontraba postrado en el suelo, mantenía una sonrisa coqueta en el rostro y la mirada fija al frente.
Quizás le coqueteaba a la muerte, concluyó Lady Candace, observándolo desde una de las mesas. Y quizás la muerte cediera ante sus encantos.
La espada de Sir pike volvió a elevarse en el aire, pero aquella vez el acero no consiguió brillar ante el reflejo de la luz. Estaba demasiado cubierto de sangre como para poder reflejar algo.
A Candace, Gardenia e incluso a Rose, les latió el corazón con más fuerza en el pecho. Se inclinaron ligeramente sobre sus asientos de forma inconsciente y aguantaron la respiración.
Cómo si hiciera falta contener todo el aire de la habitación en sus pulmones para no morirse junto con el apuesto Sir Iliam.—Es una pena que sea así como termina nuestro viaje, gran amigo —Theo se puso de cuclillas junto al caballero, para poder hablarle frente a frente.
Contrario a los que todos creían, él también recordaba los años de travesuras que los unían. De hecho puede que los recordará mucho mejor que los demás, sobre todo si tenían en cuenta que por lo general él era quien menos se embriaga de ellos tres.
Eso si, cuando se metían en pleitos, que era casi siempre, solía salir tan lastimado como los demás y por alguna razón siempre lo golpeaban en el rostro. A diferencia de Lucien, que acostumbraba recibir más golpes en las costillas o del propio Iliam, quien era fanatico de resolver los agravios a cabezazos.
Habían vivido juntos muchas primeras veces y por eso lo lastimaba tanto que el caballero lo hubiese traicionado.
—Quizás este sólo sea el comienzo —Contestó Iliam sin dejar de sonreír —. ¿Quien sabe después de todo que nos deparan los dioses, pequeño Theo?
—Ya nadie me llama de esa manera.
—Oh, te prometo que intentaré recordarlo.
—Sir Pike.
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OSBORNE: El destino de una dinastía
Historische RomaneMaylea parte de casa con dos objetivos en mente, el primero conquistar a un hombre noble y el segundo salvar a su familia de la desgracia, mas pronto descubre que su camino al altar estará lleno de obstáculos y trampas; que la capital es un lugar ho...