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Ciudad de Attos, reino de Eskambur - Grant Palace

Todos los papeles que habían sobre la mesa triangular en el salón del consejo volaron por los aires. Lucien estaba furioso, tanto que se había puesto rojo de la rabia, respiraba de forma irregular y tenía las mandíbulas apretadas.

Maylea lo vio caminar de un lado a otro en la habitación, mientras movía las manos y gritaba toda clase de cosas; sobre todo reclamos, a sus consejeros, a su madre y a toda aquella persona que de alguna forma pudiera haber impedido lo que él denominó como un desastre.

—¡30.000 hombres! —Exclamó golpeando la mesa con el puño —. Esa será como mínimo la ventaja de Theo sobre nosotros —Gruñó —. Y solo porque no estoy contando con la cantidad de soldados que traerá Katlyn del extranjero.

—Necesitas calmarte —Leonor posó una mano sobre su hombro —. Lo arreglaremos —Prometió.

Pero su hijo se enderezó en su posición con una sonrisa sarcástica dibujaba en la cara. Estaba asustado, no iba a decirlo, pero su padre podía notarlo.

Lo acobardaba el hecho de que la guerra entre él y Theo ya no era mas una suposición. Ahora era real, un monstruo que estuvo durmiendo bajo su cama durante semanas y al fin enseñaba los dientes.

No iba a echarse para atrás, pero no quería sentir que perdería desde el principio. Necesitaba desesperadamente que al menos los números estuviesen a su favor.

—Archibald te retó —Habló Sir Iliam en tono sereno. 

A él nada nunca parecía preocuparle demasiado. Miró a Lucien con la calma instalada en las pupilas y añadió:

 —Pero su osadia no significa que la lealtad de los Wolfsbane este con Theo. Si así fuera, no habría venido hasta aquí para escucharte.

—Exacto, no puedes perder los nervios —Lo apoyó Leonor —. Solo debes esperar el momento propicio para ponerlo de nuestro lado.

Maylea separó los labios con la intención de decir algo, ella también quería apoyarlo, no sólo ser la muñeca sonriente que se sentaba a su lado en el podio. Pero no se le ocurrió que podía aportar, no sabía nada de estrategia, ejércitos ni hombres.

—Reunión del consejo mañana a primera hora —Ordenó Lucien sin mirar a nadie en específico.

Entonces el viejo Lord Gregory abrió las puertas del salón para que los consejeros reales salieran. Tras ellos abandonaron también el lugar Sir Iliam y la reina madre.

—Lo de hoy —Dijo Víctor deteniéndose junto a su hijo —. Ha sido tu primer paso hacia la victoria. No te asustes, las respuestas se te ocurrirán cuando se presenten las preguntas —Le alborotó los cabellos con cariño —. Descansa, Luci —Agregó antes de abandonar el salón en compañía de Lord Gregory. 

Maylea aguardó algunos minutos quieta en su posición, de manera que el silencio pudiera instalarse en el salón y Lucien consiguiera respirar de forma correcta.

Le dio la impresión, mientras lo observaba, de que aún con todas sus cualidades, no tenía el carácter necesario para ser emperador. Simplemente no veía en él esa chispa que en Theo sí y le preocupaba que en el fondo, Lucien fuese consciente de ello.

—Oye, Luci —Dijo acercándosele.

—No me... —Hizo una pausa para llenar sus pulmones de aire al tiempo que se llenaba de paciencia —. Por favor May, no me llames así.

—Lo siento, es que me pareció que sonó lindo cuando tu padre lo dijo —Se disculpó —. Pero supongo que mi boca no es tan bonita como la suya.

Tiró de una silla hacia atrás para alejarla de la mesa.

OSBORNE: El destino de una dinastíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora