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Ciudad de Attos, reino de Eskambur - Grant Palace

—¿Bulloch? —Preguntó Maylea uniéndose sin invitación previa a la conversación. Sus ojos aún estaban sobre el torso desnudo de aquel desconocido —. ¿Los Bullochs de Alta Mira? —Se empinó un poco para poder asomar el rostro entre los hombros de Lucien y Gregory.

—¿Porque continuas aquí? —Bufó el moreno girando el rostro para verla —. Ve a conocer tu habitación, pruébate vestidos, ponte a tejer... No lo sé, haz lo que quieras excepto inmiscuirte en mis asuntos.

—¿Cariño, te sientes bien de la cabeza? —Le preguntó ella con el ceño fruncido y los labios curvados en una mueca de preocupación —. Es que parece que te has dado un golpe tan fuerte que ya olvidaste lo de llevarnos bien —Dijo tocándole la frente con el dorso de la mano en busca de fiebre.

Pues aunque apenas estaban por completar las 24 horas de casados, a la reina Maylea ya comenzaba a agotársele la paciencia y a invadirla unas ganas terribles de convertirse en viuda.

Sin embargo sabía que allí entre los muros blancos de Grant Palace, a Lucien no le hacía falta ni siquiera dirigirle la palabra. Después de todo en cuanto se hartara de su presencia podía atarla de manos y pies, arrojarla a uno de los calabozos y sentar a la mismísima Mercedes en su trono, pues a nadie en Attos le importaba lo suficiente como para defenderla.

Ademas para cuando su familia se enterase, probablemente ya habría muerto de inanición. Razón por la que decidió hacer caso al consejo que Lady White más le repetía y cerró su enorme boca cómo cualquier esposa complaciente lo haría.

—Gregory, acompaña a la señori... A la señora a sus aposentos por favor—Ordenó entonces masajeándose la cíen.

—Por supuesto mi rey, lo que usted ordene —Contestó el hombre regordete haciendo una perfecta reverencia ante él —. Por aquí, mi reina —Agregó, dirigiéndose esa vez a Maylea.

—Querido esposo —Dijo ella inclinándose ante Lucien —. Nos veremos más tarde para cenar —Dio unos cuantos pasos para quedar junto a Gregory.

—De hecho, hoy cenarás en tu habitación querida —Le contestó Lucien con una sonrisa falaz en los labios —. Gregory se encargara de que te lleven los mejores platos.

—¿Que? No —Casi exclamó girando el rostro para mirarlo a los ojos —. Se supone que esta noche debes presentarme ante la corte, hacer un brindis y...

—Conozco el protocolo, Maylea —La interrumpió ya fastidiado —. Pero tengo asuntos más urgentes que resolver que tu presentación en sociedad y en verdad, de todo corazón me alegra que tengas que aplazar los planes macabros que estuviste haciendo con mi madre.

—¿Como te atreves...

—Mi reina, por favor acompáñeme —La sujetó de la mano con delicadeza Lord Stanfield.

Y aunque le costó muchísimo contenerse, terminó por aceptar las ordenes de su esposo, y caminó tras el fiel Gregory rumbo a la que seria su nueva habitación. Lucien la vio desvanecerse al final del pasillo, con su llamativa figura de muñeca, que incluso al recién llegado Iliam Bulloch le fue imposible ignorar, pues si bien no dijo una palabra, si desvió los ojos en dirección a la morena cuando esta pasó por su lado.

—Disculpe mi Lord, ¿Nos conocemos de algún lado? —Le preguntó el joven rey al tiempo que daba unos pasos para acortar la distancia que los separaba.

El hombre se volvió hacia él al instante, con el puro aun entre los labios y una expresión de sorpresa. Era largo como una vara, pero también era fuerte, tanto como se esperaba que lo fuera el caballero mas famoso de todo el imperio. Codiciado por damas de todas las clases, porque ademas era bien parecido y hacia parte de ese refinadisimo grupo de amigos conformado por jóvenes de las mejores familias, como los Osborne, los Bulloch, los Lacroix, entre otras.

OSBORNE: El destino de una dinastíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora