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ADVERTENCIA: contenido +18 en la primera parte del capitulo.



Ciudad de Attos, reino de Eskambur - Grant Palace

—Ambrose dice que las ventas han estado por las nubes —Le contó Maylea ingresando al cuarto de baño —. Probablemente bajen estos meses debido a la guerra, pero los Varlett están volviendo a ser famosos.

Lucien observó con atención su cuerpo desnudo mientras se aproximaba a la tina. Todavía tenía grabada en la mente y de manera perfecta aquella figura; desde la curva en su cintura que se asemejaba a las guitarras, hasta los pequeños pozos en sus clavículas y las naranjas que tenía por senos.

—No te preocupes —Dijo siguiéndola con la mirada, cómo un gato a la sombra flameante de una llama —. Es en tiempos de guerra cuando los hombres más beben. No se es tan valiente sobrio como borracho —Extendió una mano en el aire para ayudarla a entrar al agua —. Por eso la mayoría de las declaraciones sinceras de amor se hacen en bares.

—¿Y el amor? —Cuestionó ella sentándose a horcajadas sobre sus piernas desnudas —. ¿Donde se hace? —Se inclinó hacia adelante con lentitud sobre su miembro y luego hacia atrás.

Provocando que el agua tibia que los cubría hasta la cintura, se agitara. Cómo también lo hizo el corazón de Lucien.

Quien aunque estaba ligeramente sorprendido y cansado, apoyó ambas manos en sus caderas para incentivarla a continuar.
Maylea era perfecta, pensó, mirándola a los ojos. Desde las uñas de sus delicados pies, hasta el pequeño bulto en la parte baja de su abdomen y esos labios que sería pecado no besar todo el día y a toda hora.

Era perfecta y era suya.

—El amor —Dijo con voz ronca, mientras sentía el roce de su feminidad sobre su polla —. Se hace aquí —La besó en la boca con delicadeza —. Y aquí —Descendió hasta el mentón —. Y... —Le recorrió el cuello en busca de su lugar más sensible.

Distrayéndola de sus verdaderas intenciones. Las cuales se ubicaban más bien entre sus piernas.

—Aquí —Murmuró cuando uno de sus dedos se tomó la libertad de ahondar entre los labios de su feminidad.

—¿Ahí? —Apenas gimió Maylea dejando escapar el aire.

Lucien se inclinó más hacia adelante para volver a besarla, en esa ocasión con brusquedad. Le atrapó el labio inferior entre los suyos y permitió que su lengua se le inmiscuyera en la boca hasta rozarle el paladar.

Todo eso mientras deslizaba su dedo arriba y abajo sobre su clitoris.

Maylea tembló como tiembla la tierra cuando las raíces de un árbol emergen hacia el cielo. Tembló y quiso más, por lo que comenzó a mover las caderas en forma circular en torno al dedo de Lucien.

—Yo también te extrañé —Dijo él tras separarse de su boca e insertó un dedo más.

—Quiero... Yo... —Intentó hablar, pero su mente parecía haber perdido el control de su cuerpo.

Tenía los pezones erectos colorados y una especie de palpitación que la quemaba por dentro.

—¿Que quieres, amor? —Preguntó Lucien, ahondando más en su feminidad.

El también se encontraba completamente caliente, con la polla dura y la necesidad a flor de piel.

—Hazlo —Le pidió Maylea masajeándose sus propios senos.

Entonces el moreno sacó los dos dedos que tenía en su interior y se agarró el miembro para poder penetrarla. Con la mano libre le entornó la cadera e hizo que se levantara un poco, luego le acarició los labios con suavidad y decidió entrar.

OSBORNE: El destino de una dinastíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora