"El 'Felices Para Siempre' es una mentira, pero queremos creerla. Porque si no lo hacemos, si no hay esperanza para la princesa de cuento de hadas, ¿qué esperanza hay para el resto de nosotras?"—Desconocido
Algo malvado acechaba al reino de cuento de hadas de Siempre Jamás, un principado de tamaño mediano ubicado en una cadena montañosa aislada más allá del Arco Iris y que bordea la Atlántida. Nadie sabía quién fue el responsable de dicho acecho, pero de vez en cuando algún niño harapiento del pueblo al pie de la montaña desaparecía sin dejar rastro.
Debido a que se trataba de una tragedia jugosa y misteriosa, a la gente le encantaba especular sobre la causa. Cada mañana, cuando la gente del pueblo sacaba agua del pozo en el centro de la ciudad, un torrente de chismes y terror se extendía de boca en boca. Algunos culpaban a alguna bruja malvada. Otros insistian en que era culpa de dragones, manchas solares, hadas, dioses, trolls o esa vez que Ivar, el tonto del pueblo, abrió un paraguas bajo techo. La lista seguia y seguia.
Como en todos los reinos, alguien tenía que estar a cargo de las cosas y vivir en el castillo, y ser el perfil griego grabado en la moneda local. En Siempre Jamás, ese tipo era un príncipe llamado Azul.
Debido a que era tan guapo, la moneda de Siempre Jamas se volvió tan deseada como lo era su grande y bien cuidada mano en matrimonio. Decir que Azul era hermoso era quedarse corto, como "el sol es cálido" "o las ballenas azules son medio grandotas".
¿Qué tan guapo era él, preguntas?
Sus ojos eran tan azules; podrías ahogarte en ellos. Su mandíbula era tan afilada que podría cortar tu corazón en dos. Su cabello castaño dorado era tan lustroso; brillaba como un faro, incluso en la oscuridad. Sus partes masculinas, que eran bastante visibles en los ajustados pantalones de montar* (de moda en ese momento), hacían que tanto hombres como mujeres se desmayaran constantemente. Hubo incontables quejas en el Gremio Real de Paramédicos Montados debido a todos los ahogamientos, cortes y desmayos, aunque algunos de sus miembros apreciaban las horas extra.
Era como si los cielos se las ingeniaron para hacer al hombre ideal. Su única imperfección era la cicatriz irregular de forma de mordisco en su mano izquierda. Azul nunca discutió el origen de la lesión, lo cual era extraño. A la mayoría de los hombres de la época les encantaba alardear de sus batallas. Comparaban cicatrices, superándose unos a otros con historias de la espantosidad, destreza y dolor involucrados en ganárselas. Pero Azul mantenía la suya oculta dentro de guantes o bolsillos.
Como cualquier príncipe soltero y casi perfecto de la época, ya era hora de que se casara. Pero, ¿cómo encontrar la ideal?
Probablemente conozcas la siguiente parte de la historia, pero para aquellos que crecieron en Júpiter o fueron criados por lobos siberianos, permítanme refrescarles la memoria:
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La historia de Ashley (también conocida como Cenicienta)
Érase una vez, una niña huérfana, Ashley, que trabajaba como sirvienta de su abominable Monstruastra y sus dos abismales hijas. Aunque Ashley fue ridiculizada de manera estridente y constante por estar cubierta de cenizas del fuego de la cocina, nunca se quejó. Sus únicos amigos eran los pájaros azules, los ratones y otras criaturas del bosque que acudían regularmente a su habitación del ático por queso y sastrería ocasional.
La primera vez que pidió algo en su vida fue cuando el Príncipe Azul anunció un baile e invitó a todas las doncellas de la tierra. La Monstruastra de Ashley dijo que de ninguna manera, ni lo pensara. Las sirvientas cubiertas de hollín no podían asistir al baile elegante. ¡La mortificaría ensuciar el nombre de la familia con su presencia!
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EL PRÍNCIPE AZUL DEBE MORIR
Fantasía¡Antiguamente parte del programa de historias pagas! Cuando una princesa recién casada descubre que su príncipe azul está casado con otros seis miembros de la realeza, reúne a los cónyuges indignados para planear una venganza. Pero, ¿su historia...