—Majestad, despierte.
—...
—Ya es tarde, por favor, levántese.
Era verano, pero la noche anterior estaba haciendo tanto calor que Kierab terminó usando únicamente un pantalón holgado para dormir y una delgada sábana blanca, que había sido tirada a un lado.
Estaba acostado boca abajo, con el cabello suelto y despeinado. Khalid notó diversas cicatrices en su espalda, algunas pequeñas en la parte baja y una más grande cerca de su hombro. No era la primera vez que las veía, pero nunca se había fijado tanto.
Bien decían que las cicatrices en un hombre lo hacían ver más varonil y con un cierto atractivo, valeroso, como alguien que había enfrentado mil batallas. Pero sus cicatrices eran diferentes aunque tuvieran la misma forma. Las suyas eran cicatrices de tristeza, vergüenza y miseria, nada gloriosas ni dignas de llevar.
Khalid de repente volvió a sus sentidos y recordó que estaba despertando al rey, por lo qué tocó su hombro mientras le hablaba. Pero no le hizo caso.
Se dio la vuelta y frunció la cara, aún con sueño.
Su pecho y abdomen desnudos se veían tan blancos y bien formados. Con finos pero fuertes músculos hechos con dedicación y perseverancia a lo largo de sus batallas y entrenamiento, el cual seguía haciendo cada vez que podía. Iba a practicar con su espada o buscaba a alguien con quién luchar.
Khalid no pudo evitar admirar su cuerpo. Se quedó ahí, imaginando como sería tocar su piel, ya que nunca lo había hecho. Kierab siempre se bañaba sólo, se ponía la ropa interior dentro del baño, y sólo pedía su ayuda si la ropa era muy elaborada.
Se supone que debería estar feliz al tener menos trabajo, pero ahí estaba, deseando poder vestirlo para tocar un poco.
Cuando se dio cuenta de esto quedó en shock y se avergonzó de sí mismo. Sintió el rostro caliente y continuó despertándolo con más insistencia.
—Sé que se fue a la cama muy tarde anoche, pero debe despertar. Tiene que presentar ante el consejo lo que escribió anoche—habló Khalid con súplica.
Al final logró despertar gracias al calor de la cama y se fue al baño medio dormido. Se bañó mientras oía a Khalid diciéndole que no se quedara dormido en el baño.
Salió con el torso desnudo y se sentó en una silla, dejando que Khalid lo ayudara a peinar su cabello mientras cerraba los ojos.
—¿Desea algún peinado en especial?
—No, sólo no quiero que toque mi cuello.
—Como diga, majestad.
Sintió sus dedos deslizarse por su cabello, despacio y con cuidado, haciendo que su cuerpo se relajara.
Pero no disfrutó mucho de su tacto al pensar en algo...—Khalid.
—¿Si, majestad?
—No me gusta cómo suena eso.
—¿Qué cosa? —preguntó preocupado.
—Siempre me dices "majestad", pero nunca me gustó cómo se oye.
Era importante que Khalid dejara de dirigirse a él como "majestad". Sentía que con eso se alejaban más y más.
—Llámame por mi nombre—dijo Kierab.
Khalid detuvo sus manos y se quedó en silencio. Kierab se dio la vuelta y lo notó indeciso.
"Creo que me pasé"
Pensó Kierab al verlo nervioso.
—Rey...Miurth—musitó con cautela.
"...Es un buen comienzo"
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Encadenado a tu corazón© [Gay]
RomantikGénero: Acción, histórico, Gore, Boyslove (chicoxchico) y drama. [Capítulos cortos] [Final feliz] ┉┅━━━━━•◈•━━━━━┅┉ Los esclavos son lo más común en el reino de Krastos, regido por un rey tenaz, fuerte e inquebrantable, que conquista las tierras a...