Encadenado a tu corazón© [Gay]

Capítulo 17: Casarse con su esclavo

—Nada en particular, sólo quería conocer mejor a la futura segundo esposa de mi rey.

—Oh—dijo sin interés.

—Veo que eres muy buena con la alabarda, ¿dónde aprendiste a usarla?

—Con el maestro del palacio, quién era el tutor de todos los príncipes. Siempre me han gustado las armas. Sólo me enseñó las bases, luego desarrollé la técnica por mi propia cuenta. A los quince años viajé hacia el norte por un año, aprendí de diversos maestros, observando artes marciales, técnicas de lanza y algunas danzas.

—Eso suena difícil.

—Si.

Fa'ya trató de seguir la conversación, pero no se le ocurría como. Lahra era demasiado cortante.

—¿Cuántos años tiene? —preguntó de pronto Lahra.

—Tengo veintiséis—respondió resentida—¿Por qué lo pregunta?

—Mm—se tocó la barbilla e hizo un sonido con la voz mientras pensaba—Según entiendo lleva dos años casada con el rey y aún no tienen hijos, ¿será porque es infértil?

Si decía que si o confesaba que Kierab nunca la había tocado no importaba, ambas eran demasiado vergonzosas de admitir. Le enfureció tanto que Lahra sacara justo ese tema que tanto le dolía.

—Y sólo los hijos de la primera esposa, la reina, pueden heredar la corona—comentó recordando las costumbres de Krastos—Pero ahora que lo pienso, yo también soy una reina...

Fa'ya quedó sin palabras, llenándose de rabia, la cual ya no podía ocultar mucho de su rostro.

—Nuestros hijos puede ser herederos dignos—dijo Lahra en voz baja, simulando estar avergonzada de sus palabras—Con gusto le daría los que pidiera.

Med tragó saliva, conteniendo su incomodidad y asombro.

"En verdad sabe cómo enfurecer a alguien"

Pensó al ver a la enmudecida reina y asombrado por su actuación.

—N-No es lo que piensas—refutó con una falsa seguridad—Mi rey ha estado muy ocupado, además decidimos que aún no es tiempo de tener hijos, pero este año esperamos tener uno.

—Oh, ¿eso así? —respondió sin ningún asombro—Pues parece otra cosa desde el exterior, como si el rey no estuviera interesado en usted, o que él se siente molesto porque no puede quedar embarazada.

—Pues se equivoca.

—En fin—dijo poniéndose de pie—Debo volver al palacio, hay muchas cosas que hacer para la ceremonia de pasado mañana. Además, el rey me pidió almorzar con él.

Avanzó un poco hacia la arena y gritó:

—Coronel, debo irme, pero prometo volver.

Hirbaz arrojó al pobre soldado por los aires y la miró lleno de exaltación por la pelea.

—La espero—respondió con voz fuerte.

—Si, queremos ver la sangre de ambos—gritó un soldado.

—Yo quiero ver al coronel llorar como mujer—bromeó otro.

—Yo lo apoyo sólo a usted coronel—exclamó uno desde el fondo del público.

—Lameculos—le gritaron varios y comenzaron a reír.

—Yo también lo apoyo, sería interesante verlo ganarme—dijo Lahra riendo y se despidió.

Hirbaz sonrió y luego se volvió hacia el público levantando sus espadas.

—¿Alguien más quiere ser humillado?