Capítulo 26: Soy un inútil

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Kierab estuvo trabajando en muchas cosas; si planeaba liberar esclavos tenía que preparar a sus reinos vasallos (los reinos que ha conquistado) para poder acoger a todas esas personas. Tenía que expandir sus territorios y hacer que todas las necesidades básicas sean accesibles.

También debía seguir preparando a Krastos para eliminar la esclavitud. Sabía que al principio todo sería un desastre, pero con la ayuda de Lahra tenía la esperanza de que todo saliera mejor.

Otra cosa muy importante que tenía que hacer era seguir expandiendo su reino. Por lo que La-min debía ser suyo...

—Cuando algo parece demasiado conveniente, bueno o perfecto, siempre hay que desconfiar—dijo Kierab, dejando de lado el libro que estaba leyendo. Se puso cómodo en su silla y subió los pies en un taburete—Desde el comienzo no confíe totalmente en las palabras del hombre de La-min.

—Es comprensible. Un rey sabio siempre debe dudar—respondió Khalid, sirviendo una copa de agua.

—¿Me estás halagando? Y con mucho descaro—comentó riendo.

Khalid se avergonzó un poco y se sentó a su lado.

—Sólo digo lo que pienso, usted es el culpable—dijo con seriedad.

Kierab se rio y bebió de su copa. Miró a través del balcón de su habitación y continuó:

—Planeo ir a La-min en secreto.

—¿Por qué en secreto? —preguntó intrigado.

Kierab le devolvió la mirada y dijo:

—Todas las personas que envíe están cumpliendo una misión; las fuerzas militares evalúan el estado del ejército de La-min, y les ordené esconderse y quedarse en las sombras en el día de mi llegada. Los políticos son espías, para informarme de algún posible ataque, y los arquitectos están estudiando sus murallas, para poder entrar y salir libremente. Todo lo preparé para infiltrarme en secreto. Es mejor si los demás reinos no saben de mi ausencia en el reino. Sería riesgoso.

—No lo sabía—dijo desconcertado, sintiendo un ligero engaño en el corazón.

—No quería preocuparte—le sonrió y bajó la mirada, girando su copa—Es un tanto peligroso, sabía que te sentirías ansioso.

—¿Quién irá con usted?

—Sólo el coronel Hirbaz, no quiero llevar mucha gente. Dejaría a Krastos sin protección si me llevo a Naurif.

—¿Cuándo se irá?

—Mañana en la madrugada. Nos iremos en caballo y sin mucho equipaje.

Khalid lo miró sin decir nada, luego desvío la mirada y suspiró en silencio.

—Veo que vamos avanzando bien—dijo Kierab de modo serio, inclinándose hacia él—Ya me tienes más confianza, incluso me interrogas así.

—Es inevitable—dijo luego de un corto silencio y lo miró con seriedad—Me preocupa su seguridad...

Tragó y jugó con sus dedos. Bueno, si ya hay más confianza...pensó. Tomó valor y le preguntó:

—Kierab, ¿puedo acompañarlo?

Kierab primero se sintió sorprendido, feliz, y, por último, triste; Khalid nunca pide nada, cuando él podría darle todo. Feliz, porque quería estar a su lado, y tenía más confianza en sí mismo al preguntarle, y triste porque...

—Lo siento Khalid, pero no puedo llevarte.

—¿Por qué? —preguntó de inmediato, tratando de no sonar tan preocupado.

Encadenado a tu corazón© [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora