◈Primer Arco | Capítulo 1: Un esclavo confundido

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Todos somos esclavos de algo...

La violencia nunca desaparecerá, la sangre siempre será derramada, las espadas afiladas, las mujeres violadas, y los hombres esclavizados. Pero aun así lucharé, tomaré un pequeño lugar de este cruel y oscuro mundo, y lo haré nuestro paraíso. Un lugar donde seas libre...para siempre.



Primer Arco: Corona de sangre

Un príncipe que conquista todo a su paso. Valeroso, destroza con su espada todos los obstáculos y se fortalece con cada victoria. Cabalga sobre su caballo negro y pisotea los cadáveres de sus enemigos sin remordimientos. Todo para su padre, para su reino.

Sus ojos, afilados como espadas, su puño, fuerte como el acero, su coraje, salvaje como las olas del mar, y su corazón, ardiente como el fuego y frío como el hielo.

«Este camino de sangre es el camino, que llevará a mi nación a la prosperidad. Un camino escogido por mi propia mano, que no debe ser llevado con temor»

Pero a pesar de toda esa sangre y sufrimiento, en el fondo no ama la guerra, no como lo hacía ver en el exterior. Él sólo hacía su deber, y lo que creía correcto. Ofreciendo su vida al rey, entregando todo por su pueblo.

Un príncipe que era fiel a sus principios, llevando con honor su título real, y haciendo uso de el cómo era debido.

«Un príncipe debe servir a su nación, y derramar su sangre, para regar los frutos del futuro...»

—¡El príncipe ha vuelto!

—¡Den la bienvenida al príncipe!

Las inmensas murallas se alzaban con esplendor en el bello reino de Krastos, abriendo las puertas con alegría para recibir al joven príncipe, luego de dos años de ausencia.

Con un semblante serio y firme, que transmitía poder y orgullo, paseaba por las concurridas calles de su pueblo. El sol brillaba en lo más alto del cielo azul, y hacía notar con elegancia su blanca piel, que no se manchaba ni en el desierto más ardiente.
Sus ojos verdes, su rubio cabello, símbolo de la realeza, caía sobre sus hombros, y tocaba su fina armadura de bronce¹. Sus brazos y piernas estaban un tanto expuestos, con rodilleras de cuero y metal, brazaletes y botas, ligeras para la batalla, y su imponente espada, que colgaba de su cintura.

Fue directo hacia el "Gran castillo de piedra y agua", mejor conocido como "Palacio de agua", para saludar a su padre, el rey.

—Saludos, respetado rey de Krastos—dijo con gran voz, se apoyó con una rodilla y bajó la cabeza.

El salón del trono estaba situado en lo más alto, no tenía paredes a los costados, dejando ver la hermosa vista del reino a través de sus columnas. El amplio trono de piedra estaba en el fondo, con platos de fruta alrededor, cortinas de seda, y manantiales de agua a sus espaldas, que brotaban infinitamente.

—Kierab, mi querido hijo. Levanta la cabeza—el rey Seuriph Miurth, con una voz vieja y gastada, lo recibió con felicidad y orgullo.

—Padre, me alegra mucho poder verlo luego de tanto tiempo. Y más aún porque lo veo gozar de buena salud—exclamó con una sonrisa y se puso de pie.

—Este costal de huesos aún tiene otros setenta años por vivir—exclamó con una carcajada. Su cabello rubio, bastante canoso por su edad, ojos celestes y facciones fuertes e intimidantes, lo hacían ver como un rey sabio y decidido.
Vestía con una tela delgada de color azul, que lo cubría con pereza, como la mayoría de la vestimenta de todo el reino.
El clima era agradable y poco templado, tropical y con una ligera brisa la mayoría del año, invitando a las personas a vestir con simples telas y hermosos accesorios de acero, plata, bronce y oro.

Encadenado a tu corazón© [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora