Capítulo 13: Beso

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Hirbaz arrojó el palo y volvió al lado de Kierab. El hombre se arrodilló como pudo y se inclinó, tocado su frente con el suelo. La sangre goteaba hasta su mentón saliendo de su casco, deslizándose por su cuello. La tierra se pegó en su sudor y sangre, y en silencio apretaba los dientes, soportando el dolor que sentía al estar en esa posición.

—Gracias por su bondad—susurró con un tono sincero.

—Puedes levantar la cabeza—dijo Kierab acercándose a él—Aún hay que resolver algunos asuntos. Ven en tres días o envía a alguien si no puedes venir en persona.

—Lo haré. Juro entregar todo lo que esté a mi disposición para satisfacer lo que desee y cumpliré el trato que usted imponga. Traeré los obsequios más valiosos que te tenga.

—Bien, es lo menos que puedes hacer—Kierab se dio la vuelta y gritó—Esta pelea sin sentido ha llegado a su fin. Ejército de Krastos, bajen sus armas y no guarden rencor, vuelvan a su reino llenos de honor.

Kierab le echó un último vistazo al hombre que aún estaba en el suelo y se marchó con su ejército, se subió a su caballo y se dirigió hacia las murallas con la frente en alto.

—¡Alteza! —dijo un soldado corriendo hacia el hombre y lo ayudó a levantarse.

—Gracias por tu arma—dijo, buscando al soldado que se la dio.

—N-No se preocupe por eso—respondió pálido—Piense en sus heridas, majestad. Un médico, traigan a un médico rápido.

El hombre dejó ir una pequeña sonrisa y se desmayó, siendo sostenido rápidamente por uno de los hombres que venían con él.

El hombre dejó ir una pequeña sonrisa y se desmayó, siendo sostenido rápidamente por uno de los hombres que venían con él

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Kierab entró a las murallas junto con el sonido de los platillos de oro, anunciando su victoria. El grito jubiloso de los cuidados se escuchó de inmediato mientras aclamaban a su rey.

Debía hacer muchas cosas, pero antes que nada Kierab subió donde lo esperaba el consejo y la reina.

—Estás de vuelta—exclamó Fa'ya aliviada. Parecía haber llorado y su expresión era verdaderamente genuina cuando habló.

—Prometí que volvería—dijo Kierab dejando su espada a un lado.

—Fue un excelente combate con el rey de Rouseth, pero dígame majestad, ¿qué pasó exactamente? —preguntó Rodius con una expresión oscura.

—Es algo largo de explicar...—suspiró y se acercó a Khalid, con una expresión serena. Extendió su mano y dijo—Ayúdame con mi armadura.

—Como ordene majestad—dijo en voz baja sin mirarlo a los ojos...

Cuando vio que el ejército de Rouseth corrió hacia él sintió que su alma se desvanecía, y cuando lo vio volver con vida su cuerpo y su corazón se sintió ligero. Estaba tan feliz y aliviado de verlo de nuevo que no pudo verlo a los ojos. Tenía miedo de revelar una expresión que no debía. Quería abrazarlo y decirle tantas cosas.

Encadenado a tu corazón© [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora