Capítulo 10.5: Inquebrantable

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Los gritos entusiasmados del público fueron más intensos cuando vieron al esclavo caer luego de varias heridas.
La siguiente pareja de esclavos salió del túnel subterráneo y subió a la arena.

Uno de los esclavos en el túnel tomó una piedra del suelo en cuanto llegó y comenzó a dar filo a su espada mientras esperaba su turno. Las espadas siempre estaban oxidadas y o en mal estado, así las peleadas durarían más y sería más difícil matar al contrincante. Escupió sobre la hoja y limpió el borde para seguir puliendo.

El esclavo que estaba a su lado sería su pareja, pero se veía bastante mal. Respiraba con pesadez mientras miraba la salida con ansiedad. Era muy delgado y varias partes de su cabello se veían blancas, aunque su rostro no parecía tan viejo.

—Por favor, mátame en cuento lleguemos. Te lo suplico—musitó con desesperación.

El otro esclavo dejó de dar filo a su espada, lo miró con seriedad y dijo:

—Si no te defiendes pensarán que la pelea está arreglada y será aburrido para el público. Entonces nos torturarán por días para luego matarnos—continuó dando filo y añadió—No quiero sufrir tanto antes de morir. No quiero morir aún.

—Pero no tenemos razones para seguir vivos.

—Tienes razón, pero muchos no tienen el valor de quitarse la vida. Los que mueren así no tendrán paz en el más allá.

—¿Entonces por qué no quieres morir? —dijo sin entender.

—No quiero darle el gusto—dijo con un tono firme, dando con más ganas al filo de la espada—Se reirán de mi muerte y dejarán mi cadáver en la selva para que sea devorado. Muchos disfrutan cuando un esclavo se rinde, pero no quiero darles eso de mí. Eso es lo único que me queda.

Cambió el lado de la roca y siguió dando filo, pero sólo en un lado de la hoja.

—Si quieres morir está bien, no diré nada ni tampoco te juzgaré. Querer eso es lo normal.

—¿Entonces qué se supone que debo hacer? —exclamó preocupado.

—Pelea con todas tus fuerzas—lo miró a los ojos y dijo—Imagina que soy tu amo e intenta matarme con todo el odio que le tienes. Si lo hacer prometo matarte.

El esclavo miró la espada oxidada que estaba a su lado y la levantó, pensando en todo lo que su amo le había hecho.

Luego de un tiempo fue su turno.

El público aplaudió emocionado y vieron entrar a dos esclavos. Uno era bastante joven, de unos veinte años, con músculos bien definidos en todo su cuerpo, llevando una expresión seria y solemne. El otro era delgado y alto, llevando una expresión decidida.

El platillo de oro sonó, dando inicio a la pelea.

El público vio como el esclavo delgado atacaba primero. Sus movimientos eran erráticos y descontrolados, pero se veían fuerte y llenos de vigor. El otro se defendió como pudo y bloqueó sus golpes. Ese arranque de energía pronto se iba a agotar, por lo que espero ese momento.

Justo como supuso, sus movimientos fueron menos rápidos y feroces. Por lo que decidió atacar con todas sus fuerzas. Sus golpes resultaron ser más fuerte y pesados que los del otro esclavo, que apenas podía defenderse.
La pelea continuó así, y el alto sólo podía arrojar un ataque por cada diez que bloqueaba.

El esclavo más joven, el que iba ganando, miró al otro con un gesto extraño. Pero él entendió a qué se refería.

Con un último intento el esclavo perdedor levantó la espada y quiso atacar, apuntando su espada a su pecho, pero el otro fue más rápido. Esquivó el ataque y también levantó su espada, juntó toda la fuerza que tenía, y con un movimiento rápido agitó el arma, apuntando a su cuello.

Uso la parte más afilada de la espada y rebanó su garganta, cortando su cabeza por completo.

El público gritó sorprendido y aplaudió.

El esclavo ni siquiera vio el cuerpo, arroja espada exhausto y levantó la vista, mirando lo claro que era el cielo ese día.

"Tal vez algún día encuentre algo por lo que vivir..."

El rey, quién estaba en el mejor lugar del coliseo, no pudo evitar notar la actuación de ese joven esclavo.

Sus ojos no demostraron miedo ni odio, ni tampoco felicidad o alivio. Tenían un brillo extraño, como si matar a ese hombre sólo fuera parte de su deber.
El porte que lucía al estar ahí de pie, mirando el cielo con total seriedad.
Y la manera en que se movía junto con la espada, que a pesar de ser torpe tenía rastros de valentía y dignidad. Una palabra lo definía al igual que su hijo.

Inquebrantable.

"Nunca había visto un esclavo con una expresión como esa..."

Exclamó en su interior con fascinación.

"Está decidido, él debe ser el esclavo de mi hijo"

Encadenado a tu corazón© [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora