Capítulo 14: ¿Quién te crees que eres, mujer?

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—Espero no le moleste—dijo Hirbaz, con un tono que ocultaba burla.

—Claro que no, es su trabajo—dijo sonriendo.

Hirbaz levantó una ceja extrañado por su respuesta. Revisó sus brazos, sus costados y su pecho, pero supo de inmediato que no podría ocultar nada ahí, ya que sus pechos eran bastante pequeños. También revisó sus piernas, pero no encontró nada.

No tenía un cuerpo curvilíneo ni caderas prominentes, pero su figura era agradable al tacto, con músculos firmes y una cintura delgada.

—Listo, pueden subir—dijo Hirbaz y entró al carruaje.

—Gracias. Coronel, Capitán.

Se inclinó ligeramente hacia ellos y todos subieron...

En el salón del trono estaba Kierab, sentado junto a la reina. A su izquierda estaba el consejo real, y a su derecha estaba Khalid y Rodius. Esperando su llegada.

Había varios guardias dentro del salón, los que estaban en la entrada abrieron las puertas y los dejaron entrar. Naurif y Hirbaz entraron primero y se colocaron al lado derecho de Kierab. Este era también un asunto militar, y como ambos estaban involucrados en el asunto Kierab pidió su presencia.

—Anunciando la llegada de los enviados de Rouseth al rey Miurth. Pasen adelante.

Todos se extrañaron al verlos llegar, ya que esperaban ver al joven de la alabarda, y no a estos dos niños desconocidos.

—Honorable rey de Krastos—exclamó la joven, quién se arrodilló frente a su trono, con el joven detrás de ella—Es una gran dicha poder venir aquí y hablar con usted. El reino de Rouseth ruega por su bondad y tratará de enmendar el error de su antiguo e incompetente rey y príncipe.

—Ponte de pie—respondió Kierab—También me alegra poder hablar con usted y que las cosas se resolvieran antes de volverse más graves.

Ella y el joven se levantaron. La mujer no parecía estar nerviosa enfrente de Kierab, y en cambio se veía cómoda y tranquila. De porte recto, con una mirada firme y solemne.

—Permíteme preguntar, ¿el joven que usa la alabarda se encuentra bien? —preguntó Kierab.

—Si, pensamos que él vendría en persona—comentó Hirbaz con desdén.

—Y según su armadura supongo que era el segundo príncipe, Nail-Samdur Khazal. —comentó Naurif.

Poco se sabía del segundo príncipe, quién casi nunca había sido visto. Había muchos rumores sobre eso, diciendo que estaba gravemente enfermo, que estaba en las sombras, planeando derrocar a su padre, que había escapado con una mujer, o que incluso estaba muerto.

—Prometió venir aquí en persona, pero al parecer es otro Khazal que no cumple sus promesas, y en cambio enviaron a una mujer sin renombre—comentó la reina con un tono solemne—Ese segundo príncipe no es para nada honorable, ¿qué podemos esperar de alguien como él? No es digno de ser llamado príncipe.

La mujer de verde escuchó pacientemente las palabras de todos, pero cuando escuchó hablar a la reina su rostro de oscureció. Su expresión se tornó seria, totalmente contrario a su rostro siempre sonriente y sereno. Sus ojos se tornaron helados y dijo, con un tono frívolo:

—¿Quién te crees que eres, mujer? ¿Cómo puedes hablar así del segundo príncipe? Puedes insultarme, pero no permitiré que digas una palabra más, ignorante que sólo habla palabras vulgares e imprudente. Eres simplemente la esposa del rey, así que lo mejor será que no hables y sólo veas. La esposa no debe entrometerse en asuntos tan importante.

Encadenado a tu corazón© [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora