Capítulo 28: Les séducteurs

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La campana sonó.

Todos abandonaron sus salones y el pasillo se llenó en un segundo ―me adelanté a los pasos de Papi que iba tras de mí―; intentaba buscar a Goethe...

Que me confesara aquello... y no darle importancia... me parecía muy mal ―fruncí la frente y me abrí paso entre mis compañeros―; Nolan seguía haciendo el esfuerzo de alcanzar mi acelerada marcha.

―Nolan ―le miré sobre mi hombro―; n-ne...cesito algo de tiempo a solas.

―¿Qué? ―se detuvo de golpe. Arqueó la ceja.

»¿Por qué...?

―¡Después te digo! ―exclamé mientras corría por el pasillo... dejando a atrás a Papi.

Él solo resopló, sacudió sus brazos hacia abajo, molesto; luego dio media vuelta y se retiró del pasillo.

Era difícil sacarle una idea a Nolan, eran de esos que se la pasaba buscando maneras de encontrar soluciones a los problemas que le incomodaban... el mayor de sus problemas era yo; me volví un tema que le carcomía la mente..., un motivo, una razón para estar perturbado. No solo era para mal... pero... sí que le fui una obstinación en su vida..., no le importaba que le ofuscara... con tal de estar a su lado. Supongo que todos teníamos un ápice de sadomasoquismo, como diría Goethe.

Se dirigió al aula de literatura inglesa, allí se encontró a su padre despidiendo a sus estudiantes, pues ya había finalizado la clase ―Nolan apretó sus puños a los costados, entró y se quedó a un lado de la puerta, dejando pasar a los universitarios―; el profesor estaba en el escritorio, acomodando unas hojas de examen.

―¡Hola, Papi! ―una chica se detuvo frente a Nolan―; Tiempo sin verte.

Él frunció el ceño.

―Ajá...

―¿No estás disponible?

―¿Para...? ―Nolan agudizó la mirada sobre su padre, fulminándolo desde allí.

―No te hagas el tonto ―carcajeó ella mientras le agarraba de la corbata y le desajustaba el nudo en su cuello―; Tú sabes para qué...

―Será más tarde... ―murmuró él―; No estoy... disponible.

―¿Qué? ―la chica alzó las cejas.

El profesor se puso de pie.

Nolan cruzó al lado de la chica, ignorando su existencia ―a paso firme, llegó hacia donde estaba su padre―; El profesor esbozó una sonrisa de oreja a oreja al verle.

―¡Muchacho!

―Padre...

Nolan echó una ojeada hacia atrás; el salón estaba solo, puerta cerrada ―le vio a los ojos al profesor―; alzó la barbilla.

―¿Qué pasó esa noche?

―¿Cuál... noche ―el profesor frunció la frente, ladeó la cabeza, confundido―, hijo?

―En la que fuiste con Juniper hacia el mafioso ese ―Nolan clavó una mirada acusadora en su padre.

El profesor relajó la frente.

―Ah..., ya...

―Sí.

»Esa noche ―cruzó los brazos a la altura de su pecho―; ¿Qué ocurrió?

―¿Por qué te importa, hijo? ―murmuró el profesor mirándole de reojo mientras guardaba los exámenes en su maleta―; No pasó nada fuera de lo normal.

Sexo Después De ClasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora