Capítulo 19: Libertinos

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El camino a mi dormitorio jamás había sido tan largo. Parecía una eternidad, como si estuviera al otro lado del mundo... y... cada paso que daba era insuficiente ―tragué saliva, alcé la barbilla. Pestañeé―; Scarlette iba a mi lado, dándome miradas huidizas... miedosas, observando mi expresión ―Papi iba delante de nosotras, varios pasos lejos de mí―; Desde que me dijo aquello... de... Candace, su mujer, y... la revelación de que tiene un hijo... no... ha vuelto a verme ni dirigirme la palabra ―respigué, sentía un nudo en la garganta que me arrebataba el aire―; tenía las manos juntas, entrelazadas frente a mi vientre ―humedecí mi boca―; hacía calor, nada de brisa. Y... el silencio era incómodo, solo escuchaba las pisadas en mis oídos, que se repetían como eco ―varios de los universitarios fueron abandonando la plaza―-; la luna creciente se encontraba en el este.

El primero en entregar su corazón... pierde.

El primero en entregar su corazón... pierde...

―El... primero en... entregar... su... corazón... pierde... ―susurré para mí misma.

Una diminuta lágrima escapó de la comisura izquierda de mi ojo.

[...]

Entré a mi cuarto; Kerrie estaba acostada boca abajo, atendiendo una llamada por teléfono, solo llevaba puesto un short corto y una blusa verde lima.

―¡Ay, Ariana! ―gruñó―. ¡No soporto al profesor!

»¡Vive pendiente de mí! ¡Me regaña a cada rato! ―exhaló, molesta―; «Kerrie silencio, Kerrie la tarea, Kerrie siéntese bien, Kerrie esto, Kerrie aquello» ―refunfuñó entonando una voz afónica y gruesa.

Se sentó sobre sus talones.

―Es un maldito ―murmuró.

Respiré hondo, avancé hasta mi cama ―me quité mi chaqueta gris y la arrojé al suelo―; luego, los zapatos me los quité y después los pateé a un rincón con mi pie derecho.

―¡Hey! ―Kerrie exclamó alegre al verme―; Pensé que amanecerías con Papi ―sonrió con picardía.

»Hoy en tú cama, mañana en la de él ―carcajeó sarcástica―; Ve, no hay problema.

»Las parejas siempre deben dormir juntas.

Agaché la cabeza, pestañeé ―exhalé un triste suspiro―; me senté sobre mi colchón, me llevé la derecha mano a mis ojos ―apreté ambos labios, cerré los ojos con fuerza―; Sé... una concha vacía...

Una...

Concha...

Vacía...

―¿June?

Una...

―¿Te sientes bien?

Concha...

―Oye, amiga, háblame ―se levantó de su cama y fue hasta mí―; ¿Qué tienes...?

―Vacía... ―susurré.

―¿Qué te pasa? ―puso sus manos sobre mis hombros.

»¿Qué sucede...?

―U-una... c-c-concha... v-vacía... ―dije en tono tembloroso, debilitado...

Diablos... no sé... por qué me siento así...

―June... -Kerrie me abrazó, recosté mi cabeza en su vientre―, ¿Qué te pasa... amiga?

Solté un quejido... uno que me dolió al salir, que me dejó la garganta seca...

La abracé también..., reprimí el llanto, jadeé y... cerré los ojos con fuerza. Ahora más que nunca... si me vendría ser fría.

Sexo Después De ClasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora