capítulo 42: Pobres almas en desgracia

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Luces de colores neón, azules, rojas, violetas ―el volumen a tope; pop electrónico―; gente sudada de tanto bailar; alcohol, drogas ―una chica vomita en el suelo―; un Goethe toma de la mandíbula a una muchacha, esta saca la lengua y Goethe le puso unas pastillas de éxtasis sobre el órgano, ella se los tragó mientras no le despegaba la vista a la dominante Goethe ―Scarlette regresaba de la barra con dos vasos de ron en sus manos mientras se contoneaba al ritmo de la música; manteniendo perfectamente el equilibrio entre sus tacones de punta fina; sexy―; Joao se encontraba comiendo con una chica en el piso de arriba, le habrían brindado una hamburguesa vegana con cebolla morada; Papi mantenía los brazos elevados sobre su cabeza, mientras le echaban cerveza sobre su desnudo y tonificado torso de dos par de mujeres ―yo estaba parada, tiesa, en medio de la pista... viendo como esas lo manoseaban y le lamían el cuerpo―; Scarlette se me acercó extendiéndome el otro vaso de ron.

―¡Toma!

Vi el paso por un segundo, pestañeé ―lo tomé y di un trago profundo, sin respirar―; solté un gruñido, me ardió la garganta.

―¡Chacha! ―Scarlette carcajeó―; ¡Ya eres toda una vikinga!

Rió.

Yo permanecí con mi rostro inexpresivo; observaba cómo a lo lejos Papi se besuqueaba a dos mujeres en un beso de tres.

―¿Vikinga? ―pestañeé―; ¿Qué haría una vikinga si ve a su hombre con otra?

Scarlette arqueó la ceja, bebió su bebida y luego cruzó los brazos; se puso delante de mí, viéndome a la cara.

―¿Qué tienes?

Le vi al rostro.

―Tú... tenías razón, Bárbara ―las comisuras de mis labios descendieron hacia abajo en una mueca de dolor interno; mis ojos se humedecieron―; ¡Debí alejarme de él! ―sollocé cubriéndome los ojos con las manos.

[...]

El profesor afincó su bastón en el piso, tosió cubriéndose la boca con el puño frente a la barra ―la señora rica que estaba a su lado se disgustó por los tosidos de él; ella arrugó la cara y se marchó―; Li estaba limpiando un vaso de vidrio con un pañuelo blanco, indiferente a la presencia del profesor.

―Oye, Li.

Él elevó la mirada un poco.

―Diga.

―¿Has visto a Coen por aquí?

―¿Coen?

―Sí ―asintió el profesor―; no ha vuelto al instituto.

―Vaya ―dijo inexpresivo Li; dejó el reluciente vaso sobre la barra―; Quizá ande por ahí con un tipo.

―No lo creo ―carcajeó el profesor mientras meneaba la cabeza―; ese chico no le volvería a dar culo a nadie más que... a Jerome.

Li le miró de reojo; volteó para tomar una botella de whisky.

―Lo conoce mucho entonces, profesor.

―No tanto... ―el profesor se sentó en una de las butacas libres en la barra; colocó los codos sobre el mostrador―; Yo... creí conocerle.

»Juraba que ese niño era sumamente fiel.

Li colocó un vaso de vidrio frente a la mano derecha del profesor; destapó el whisky y le sirvió en él.

―¿Sí? ―dijo mientras le ponía hielo a la bebida―; ¿Creía usted?

―El clan este... ―el profesor agachó la cabeza; rostro sombrío, serio―, les metía psico-terror a sus miembros...

»torció el gesto de su cara a la derecha―: les hacían obedecer las reglas a costa de sus miserables vidas... ―tomó la bebida con su mano; dio un trago―; Eso es algo que me di cuenta... cuando le encomendé varias misiones a Yang Zhiya.

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