Sexo Después De Clases

Capítulo 27: Las Evas

Yo estaba acostada de lado, frente a frente de Nolan... que seguía durmiendo plácidamente en mi cama ―rocé con las yemas de mis dedos la tersa piel de su mejilla, toqué con mucho cuidado la comisura de su boca dónde se encontraba el frío piercing suyo―; esbocé una cándida sonrisa..., le di un suave beso en su frente ―eso lo despertó, frunció un poco la cara..., bostezó, luego, abrió un su ojo verde esmeralda―; al verme... sonrió.

―Los besos son en la boca... ―dijo frunciendo los labios―, no en la frente...

Reí.

―¡Estúpido! ―carcajeé―; No todo debería ser un gesto sexual...

―¿Qué tiene de sexual eso? ―arqueó su ceja―; Así también... ―soltó un largo bostezo―, se besan... las parejas... ―dijo acostándose boca arriba, estirando sus brazos tatuados.

La luz que se colaba por el balcón lograba llegarle a él... enmarcando su tonificado torso... haciendo unas atractivas sombras por su cuerpo, resaltando los músculos del abdomen ―me mordí mi labio inferior―; él me miró de reojo... esbozando una sonrisa burlona.

―¿Entonces...?

―¿Entonces qué?

―¿Me vas a besar... ―relamió sus gruesos labios lentamente―, o... no?

Mordí ambos labios, mi cuerpo se puso algo tenso. Aún puede ponerme nerviosa...

¿Cuándo será que se me quite esa maña?

―No te voy a besar ―reí.

―¿Por qué?

―¡Porque no te has cepillado! ―me acosté boca arriba, le hice una mueca.

―¿Y?

―¡Es asqueroso!

―Los novios siempre lo hacen cuando despiertan juntos ―puso los ojos en blanco.

Parpadeé.

―Eh...

»Deja de decir eso... ―murmuré.

―¿Qué cosa? ―se acostó de lado, viéndome.

―Llamarnos... «novios», «parejas»... ―mi mirada se tornó lánguida, caída―; No somos... eso...

―¿No lo somos? ―arqueó su espesa ceja.

―Claro que no... ―susurré―; solo soy... una amiga con la que te acuestas...

Él gruñó.

―Ya basta con eso ―se quejó peinando su negra y ondulada melena hacia atrás con las manos.

»Somos más que eso...

―No... hasta que termines con Candace ―crucé mis brazos―; Es... lo único que te pido...

―No es fácil...

―Tampoco es tan difícil... ―fruncí el ceño.

Él exhaló un suspiro. Se levantó un poco para aproximarse a mí, se posicionó arriba mío y me vio a la cara. Sus tatuados brazos a mis costados.

―Tú lo tendrás todo de mí... ―esbozó una linda sonrisa torcida―; Si eso quieres... eso haré...

Me tomó de la barbilla, acarició la piel de mi mentón con su cálido pulgar derecho.

―Pero...

»Por favor para de decir que no somos nada... ―ladeó la cabeza, fijando sus ojos verde esmeralda en mi mirada―. No me gusta que pienses así...