A lo lejos... golpearon una puerta, como seis veces...
—¡Papi! —exclamó una voz... familiar—, ¡Párate!»¡El entrenador ya viene, coño!
»¡Mueve el culo!
Entreabrí los ojos... —pestañeé con lentitud—; bostecé, relamí mis labios...; traté de girarme... moverme... pero, unos brazos tatuados me tenían rodeada, prisionera —alcé las cejas—; miré de reojo hacia atrás... y... allí estaba él, dormido, acostado de lado a mis espaldas... abrazándome —estiré un poco el cuello—, estábamos desnudos sobre el colchón, que estaba todo desordenado, la roja sábana... arrugada. Como... si...
Hubieran tenido sexo sobre ella...
—¿P-pero... qué? —puse mis manos sobre los antebrazos de Papi..., tratar de apartarlo de mi vientre..., pero..., cuando casi me abría espacio para soltarme..., él, reaccionó y me atrajo a su cálido cuerpo, abrazándome por debajo de mi busto.
Incapaz de escapar.
—Buenos... días... —bostezó en mi espalda, con voz ronca. De esas de que acabas de despertar.
Parpadeé.
—¿Buenos... días...? —apreté mis labios.
—¿Adónde ibas?
—¿Qué?
—Te ibas a levantar... —besó mi espalda, me arqueé un poco—, ibas a... dejarme así.
Hubo un duro roce por debajo de mi ano..., tenía una erección que le palpitaba ―apreté mis labios―, ¿Se... levantó con ganas...?
―¿Para dónde ibas...? —volvió a bostezar, el aire era caliente sobre mi piel.
Me sacudí un poco.
—¿Cómo que «a dónde»? —fruncí el ceño.
»¡Estamos en una universidad! —apreté mi mandíbula—, ¡L-las clases...!
—¡¿Ya despertaste, bro?! —gritó... Joao detrás de la puerta.
»Hoy toca entrenamiento —gruñó—, no faltes...
Pellizqué sus antebrazos lo más fuerte que pude.
— ¡Ay!
—¡Suéltame!
—¡Bien!
Me dejó de ir de su abrazo, giré hacia el otro lado de la cama, levanté mi espalda, buscaba mi ropa con la vista.
—¡Demonios! —gateé hasta bajarme del colchón con las manos, avancé hasta mi uniforme gris que estaba cerca de la puerta, recogí mi brasier y panty.
—¡¿Por qué... —gruñí, me puse de pie, iba colocándome mi ropa interior lo más rápido que podía—, ...me dejaste dormir acá, eh?!
»¡¿Te costaba mucho despertarme, imbécil?! —meneé la cabeza, apreté los dientes.
Él se froto la cara con su mano izquierda, mientras con la otra se rascaba su tonificado muslo derecho ―su miembro seguía erguido, aparté de mi vista de su entrepierna, ¡no le mires ahí!―. Aún no había despegado su espalda de la cama.
—¿Disculpa...?
—¡¿Disculpa?! —gruñí. Giré hacia él, tapando el área de su entrepierna con mi mano derecha... para... no mirarle así... con... su... pene levantado.
»sacudí la cabeza―: ¡Esa «disculpa» no va arreglar el hecho de que me levanté tarde para ir a estudiar!
—¡Ja! —levantó su espalda del colchón, bostezó, traqueó su cuello de izquierda a derecha—; no fue mi culpa que durmieras en mi cama —subió y bajó los hombros—, tú... quisiste.
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Sexo Después De Clases
RastgeleJuniper Gragner arriesga su vida estable en Manhattan para mudarse a Londres y estudiar en L'Chester UE, una prestigiosa institución que puede abrirle las puertas de su futuro. Pero debido a un robo de sus pertenencias y ahorros queda sin ni un cent...