Las limosinas entraron al palacio de Buckingham en fila; los jardines estaban hermosos, verdes y recién podados; flores de color rojo intenso bajo la luz del sol llamaban la atención de los visitantes ―Avary Sanders observaba todo por la ventanilla del vehículo, manos sobre regazo; ceño fruncido; espalda firme―; Octavia estaba rígida, sentada delante de sus padres ―su papá jugaba en el teléfono, sonaba que alimentaba a un gato virtual―; la duquesa miró fijamente a su hija a través de sus finas gafas oscuras.
―Tu abuelo... te quiere ver ―cruzó una esbelta y tersa pierna sobre la otra―; Quiere saber de ti.
―¿Qué quiere saber el viejo retrógrado? ―murmuró Octavia con la vista centrada en el suelo, frente baja; mirada turbia, tensa.
―No le hables a así a mi padre ―la señaló con su abanico negro―; ten más respeto con las figuras de autoridad.
Octavia cruzó la mano y se tomó del brazo derecho, cabizbaja.
―Lo siento...
―Veo que en L'Chester no se te pegaron los modales de tus compañeros de Élite―apretó los dientes, onduló su labio superior―; todavía eres grosera.
―Je... ―carcajeó Octavia sin gracia alguna―; te... sorprendería, mamá, que soy de las más amables de L'Chester.
―Lo dudo mucho ―exhibió una sonrisa mordaz y agria Avary.
»Eres tan bruta e inculta como cualquier mono de circo ―meneó la cabeza, reprochándola―; Debimos mandarte a una academia militar en vez de un costoso instituto de ricos.Octavia se encogió de hombros, se abrazó a sí misma, mirada triste, pies muy juntos. Su madre bufó.
―¿Cierto Sawyer?
El señor Sanders seguía jugando con ambas manos en su teléfono.
―Sawyer.
»Amor.
Él acercó la pantalla a su cara, como si eso le ayudara a ganar más puntos en su juego.
―¡Sawyer! ―la señora Sanders le dio un golpe con su abanico en su pierna izquierda.
El hombre reaccionó al instante.
―¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?Torció el gesto a la derecha.
―Estaba alimentado a Tom...
»Necesitaba estar concentrado... ¡Tenía hambre!
Ambas mujeres se quedaron viéndolo.
[...]
La larga limosina color negro brillante se estacionó ―abrieron la puerta para que los pasajeros salieran―; primero abandonó el vehículo el príncipe Byron ―él iba ordenándose la ropa que estaba desarreglada, arrugada; luego se ajustó el cinturón al pantalón―; un minuto después, salió su prometida, ella se estaba arreglando su despeinado cabello ―se acomodó los pechos que los sentía incómodos en su sostén―; ella apresuró el paso y le tomó la mano a su futuro esposo; entrelazaron los dedos y se dieron un cálido beso en la boca frente a las puertas del gran palacio de Buckingham.
[...]
La sala donde se encontraban era lujosa; era como ser teletransportado a un mundo fantástico de reyes y cortesanos; había varios trofeos, cuadros, una chimenea apagada; una reluciente mesa café con fotos sobre ella, muebles dorados; un tapiz hermoso en el piso; el lugar era amplio ―el rey se encontraba sentado tomando una taza de té tibio―; sus nietos, Byron y Octavia entraron al salón.
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Sexo Después De Clases
AléatoireJuniper Gragner arriesga su vida estable en Manhattan para mudarse a Londres y estudiar en L'Chester UE, una prestigiosa institución que puede abrirle las puertas de su futuro. Pero debido a un robo de sus pertenencias y ahorros queda sin ni un cent...