Iba subiendo lentamente las escaleras, de escalón por escalón -Papi iba detrás de mí, fumando―; nos encontrábamos en el segundo piso del edificio de universitarios -cruzamos por la puerta de la habitación de Jerome-, luego, la suya y la de Joao..., para después llegar al cuarto número #170.
Papi dio un corto silbido.
-Ese es.
Verifique el número el que tenía anotado -arrugué la hoja, en una bolita de papel-, tragué saliva.
Giré hacia Papi.
-¿Entro?
-Obvio -apoyó la espalda contra la pared, terminó de fumar, dejó caer el cigarrillo para después pisarlo-; Es un cliente.
Humedecí mi boca.
-¿Sola?
Asintió.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
-N-n-no... quiero... -susurré.
-¿Estás nerviosa? -miró mi cara, sus ojos verde esmeralda fijos sobre mí.
Asentí con lentitud.
-No tengas miedo -jugó con el aro negro en su boca.
-Es... que...
-Gata -avanzó hasta mí, me tomó de las manos.
Acarició el dorso con sus pulgares, con mucha suavidad y delicadeza.
-Te había enseñado que con confianza te iría bien en todo, ¿no? -ladeó su cabeza.
-Sí...
-¿Entonces?
-No me acostumbro... -subí y bajé los hombros-, por más que lo intente asimilar.
-Es tu trabajo.
-Lo sé... -susurré, respiré hondo, pestañeé unas lagrimas.
Bajé la vista.
-Oye -Papi me tomó de las mejillas, hizo que viera su terso rostro; pestañeó.
»¿Qué es lo que te pone tan nerviosa?
-Que no le guste... -hice una mueca.
»¿Y si... le parezco una novata?
»O... si me ataca los nervios y... lo arruine -empezó a temblarme un poco el cuerpo, mordí labio superior-, son... muchas cosas que podrían salir mal...
-No pienses en eso -ciñó la vista, acarició mi mejilla izquierda con su cálido pulgar..., Dios... sus toques... me relajan tanto...
El puede cambiar mis estados con solo unas palabras y caricias...
»Si te enfocas en que todo saldrá mal..., pues... -subió y bajó los hombros-, todo saldrá mal -torció el gesto en su cara.
-Eso es cierto -murmuré.
Exhalé un largo suspiro.
-¿Algunos consejos antes de entrar...?
-La postura del misionero es básica, pero, buena -arrugó la frente-, acuéstate en la cama, de espaldas, y, deja que él te penetre. Con esa posición es él que debe «trabajar», tú... apenas tendrás que hacer algo.
-Ok...
-No le mires a los ojos. Eso es para parejas...; te mirará la cara por gestos de pasión, no por romance.
-Entendido -asentí.
Bajó sus manos de mi cara, me tomó de la cintura... y... me acercó a él.
-Confianza sobre todo, Gata -susurró en mi oreja derecha-; si actúas con valentía... él... tendrá que mantenerse igual. Sereno.
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Sexo Después De Clases
DiversosJuniper Gragner arriesga su vida estable en Manhattan para mudarse a Londres y estudiar en L'Chester UE, una prestigiosa institución que puede abrirle las puertas de su futuro. Pero debido a un robo de sus pertenencias y ahorros queda sin ni un cent...