Capítulo 13: Juguetes

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Iba subiendo lentamente las escaleras, de escalón por escalón -Papi iba detrás de mí, fumando―; nos encontrábamos en el segundo piso del edificio de universitarios -cruzamos por la puerta de la habitación de Jerome-, luego, la suya y la de Joao..., para después llegar al cuarto número #170.

Papi dio un corto silbido.

-Ese es.

Verifique el número el que tenía anotado -arrugué la hoja, en una bolita de papel-, tragué saliva.

Giré hacia Papi.

-¿Entro?

-Obvio -apoyó la espalda contra la pared, terminó de fumar, dejó caer el cigarrillo para después pisarlo-; Es un cliente.

Humedecí mi boca.

-¿Sola?

Asintió.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-N-n-no... quiero... -susurré.

-¿Estás nerviosa? -miró mi cara, sus ojos verde esmeralda fijos sobre mí.

Asentí con lentitud.

-No tengas miedo -jugó con el aro negro en su boca.

-Es... que...

-Gata -avanzó hasta mí, me tomó de las manos.

Acarició el dorso con sus pulgares, con mucha suavidad y delicadeza.

-Te había enseñado que con confianza te iría bien en todo, ¿no? -ladeó su cabeza.

-Sí...

-¿Entonces?

-No me acostumbro... -subí y bajé los hombros-, por más que lo intente asimilar.

-Es tu trabajo.

-Lo sé... -susurré, respiré hondo, pestañeé unas lagrimas.

Bajé la vista.

-Oye -Papi me tomó de las mejillas, hizo que viera su terso rostro; pestañeó.

»¿Qué es lo que te pone tan nerviosa?

-Que no le guste... -hice una mueca.

»¿Y si... le parezco una novata?

»O... si me ataca los nervios y... lo arruine -empezó a temblarme un poco el cuerpo, mordí labio superior-, son... muchas cosas que podrían salir mal...

-No pienses en eso -ciñó la vista, acarició mi mejilla izquierda con su cálido pulgar..., Dios... sus toques... me relajan tanto...

El puede cambiar mis estados con solo unas palabras y caricias...

»Si te enfocas en que todo saldrá mal..., pues... -subió y bajó los hombros-, todo saldrá mal -torció el gesto en su cara.

-Eso es cierto -murmuré.

Exhalé un largo suspiro.

-¿Algunos consejos antes de entrar...?

-La postura del misionero es básica, pero, buena -arrugó la frente-, acuéstate en la cama, de espaldas, y, deja que él te penetre. Con esa posición es él que debe «trabajar», tú... apenas tendrás que hacer algo.

-Ok...

-No le mires a los ojos. Eso es para parejas...; te mirará la cara por gestos de pasión, no por romance.

-Entendido -asentí.

Bajó sus manos de mi cara, me tomó de la cintura... y... me acercó a él.

-Confianza sobre todo, Gata -susurró en mi oreja derecha-; si actúas con valentía... él... tendrá que mantenerse igual. Sereno.

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