Pasé el lápiz labial rosado sabor caramelo por mis labios —los junté para que agarrara bien la pintura―, enderecé la postura, tragué saliva —estiré un poco el ruedo del corto minivestido platinado sobre mis muslos, no cubre para nada mis piernas—, con mis dedos peiné hacia atrás mi cabello con gelatina, amarrado en una trenza de cola de pez.
—¡Dios! —exclamó boquiabierta Kerrie, que sostenía el espejo para verme frente a mí.
»¡Amiga, estás preciosa!
—Gracias —dije con las mejillas ruborizadas.
—Pareces una niña de élite —alzó las cejas dos veces mientras me sonería.
»O sea, toda una diosa —chasqueó los dedos de izquierda a derecha.
Reí.
—Boba...
—Je-je —ladeó la cabeza, caminó alrededor de mí, viéndome de arriba abajo—, No cabe duda que no vendrás con las manos vacías —carcajeó con picardía―; Papi te lo quitará a penas te vea ―susurró en mi oído.
Mi cara se me puso roja como un tomate... al cruzarme esa idea por la cabeza ―tragué saliva―, ¿será...?
―Me tienes que prestar ese vestido un día de estos ―chilló Kerrie.
—Ya veremos —rodé los ojos.
—El perfume.
—Ah.
Kerrie se me acercó y echó el perfume en el cuello y manos, pasé la esencia por mi cuerpo.
—¿Ese bar es de ricos?
—Sí —respondí.
—Qué lástima —gimoteó—, hubiese querido ir contigo.
»Pero... no tengo pase...
—Lo lamento.
—Descuida —subió y bajó los hombros—, voy a quedarme hacer una pijamada con mis amigas —esbozó una sonrisa triste.
»Mañana no habrá clases..., por lo que amaneceré con ellas ―sonrió lobuna―, te dejo el cuarto solo ―guiñó.
Puse los ojos en blanco. Ella sollozó, su expresión se tornó melancólica.
—¿Qué tienes?
—Es que...
»me miró a los ojos—: Te ves tan diferente al cómo llegaste...
»Casi no puedo reconocerte, June —sus ojos se humedecieron—, ¡Mi amiga está creciendo!
Me abrazó bien fuerte.
—¡El estrógeno se liberó en ti el día en que perdiste la virginidad! —lloriqueó en mi hombro derecho.
—Ay, ya... —murmuré haciendo una mueca.
—Este cuatrimestre promete para ti, June —me vio a la cara.
»Aprovecha cada segundo, disfruta de tu cuerpo. No te quedes pensando en el «qué dirán» —ciñó la vista—, has lo que quieras con él, es tú vida, solo tú decides qué hacer y qué no hacer.
—De acuerdo —asentí.
Volvió a abrazarme.
—Te quiero mucha, perra...
Carcajeé.
—Yo... también —le rodeé con mis brazos—, zorra...
—Zorrísima... —rió.
Salí del cuarto.
Respiré hondo... revisé mi teléfono por un segundo; me había llegado el mensaje del celular de Papi, la limosina ya estaba afuera. Me esperaban.
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Sexo Después De Clases
AcakJuniper Gragner arriesga su vida estable en Manhattan para mudarse a Londres y estudiar en L'Chester UE, una prestigiosa institución que puede abrirle las puertas de su futuro. Pero debido a un robo de sus pertenencias y ahorros queda sin ni un cent...