17; El arroyo

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—Los veo el lunes—se despidió de los señores McLaren con un pequeño abrazo y camino a la barra—Adiós, Sofía, hasta el viernes

—Adiós, Grace. Disfruta tu fin de semana—respondió con una sonrisa

Grace camino hasta la mesa en la que Billy la esperaba sentado, realmente la había esperado menos de cinco minutos pero empezaba a desesperarse

—¿Nos vamos?—se detuvo a su lado, y éste sólo asintió y se puso de pie

—Nos vemos luego, Señor McLaren—se despidió, recibiendo, como siempre, un simple asentimiento con la cabeza

Salieron de la cafetería y Grace se detuvo justo enfrente del auto, no era el auto negro de estos días; era el camaro azul

—¿Te gusta?—nunca había sonado tan orgulloso y arrogante sobre algo—Este auto es una maldita bestia

Grace sonrió al escucharlo y le tocó el capó mientras lo rodeaba para subirse de copiloto, podía ver que seguía teniendo muchos raspones pero al menos ya no estaba como lo había dejado Steve después de chocarlo

—Me gusta, es... muy tú—seguía observándolo por dentro, realmente le gustaba el camaro. Billy sonrió al escucharla, el auto era de las únicas cosas que en verdad amaba.—¿Y a dónde vamos?

—No preguntes—dijo seco y firme. Grace asintió mirando por la ventana, la verdad no iba a cuestionarlo más, de alguna manera, confiaba en él, aunque muy en el fondo, tenía algo de miedo y preocupación mezclada, por lo que había pasado y por lo que decía Jonathan, y bueno, por Steve, era un idiota pero no era una mala persona y él tampoco lo quería cerca

—¿Puedo preguntarte sobre otras cosas?—ya estaba preguntando, de nuevo

—No puedes quedarte callada, ¿no?—volvió a decir con el mismo tono, lo que hizo que Grace se sintiera triste y avergonzada de inmediato—Si puedes. Dispara

Grace lo miró fijamente, con el ceño levemente fruncido, estaba confundida, ¿de verdad estaba bien con que le preguntara o sólo lo decía porque le hablo mal?, sinceramente ya no quería preguntarle nada

—Vete a la mierda, Billy—murmuró mirándolo, el nombrado se sorprendió por el comentario, frunció el ceño mirándola y luego se echo a reír—¡No te rías!, es en serio

—¿Por qué el insulto?—seguía riendo como si hubiera escuchado el mejor chiste del mundo, y eso estaba molestando a Grace—Dije, dispara. Pregunta, pero no a dónde vamos

Grace pensó en decirle algo hiriente como "quiero saber que no seré una víctima más" o "no quiero ir a dónde mataste a esas personas", pero sabía que era un tema muy sensible, para todos, y no podía decir algo de lo que iba a arrepentirse diez minutos después. Suspiró calmandose, definitivamente no iba a echar todo a perder con un comentario sobre ese tema, recordaba como fue verlo vulnerable el otro día por ese tema, y sabía que a pesar de cómo era ahora, en realidad era muy vulnerable y se podía quebrar en cualquier momento y se sintió mal por siquiera pensar en esos comentarios

—¿Cuales son tus películas favoritas?—lo miró sin sonreír, tratando de olvidarse del trago amargo que ella sola se causo

—Viernes 13, Rocky—hizo una pausa—Y cara cortada, ¿la tuya?

—Vaselina—lo escuchó reír—Carrie, el exorcista también y creo que Michael Myers es bastante genial

—Sabía que te gustaba esa mierda—sonrió mirándola—Pero tienes razón sobre Myers

—Todas son muy buenas, Hargrove—se cruzó de brazos—Apuesto que te gustaría Carrie sí la vieras. Y Vaselina también

—Nunca voy a ver esa mierda, ¿qué tipo de nombre es Vaselina?—Billy siguió insultando la película por las canciones y Grace dejó de escucharlo automáticamente, viendo como llegaban a un pequeño arroyo

Billy se estacionó y salió del auto, tomando un par de bolsas de la parte trasera del éste

—¿Vienes o qué?—la miró con las cejas alzadas y poniendo un cigarrillo entre sus labios

—Creo que nunca había visto este lugar—murmuró Grace saliendo del auto y acercándose a Billy, quién encendió por fin el maldito cigarro después de un par de intentos de lucha contra el poco viento que le apagaba la llama del encendedor

—Y tu vives aquí mucho antes que yo—se burló y se acercó más al arroyo, con Grace caminando por detrás, se sentó con las piernas estirada y las manos apoyadas detrás de él y la castaña se sentó a su lado, con las piernas estiradas y cruzadas

—Es muy bonito aquí—dijo mirando todo a su alrededor con los ojos maravillados—¿Vienes aquí con todas las chicas?, ¿es como un plan a seguir o como funciona?

Billy miró el pasto y negó levemente

—Este lugar es sólo mío—la miró directo a los ojos y Grace se sintió intimidada por un momento—Eres la primera que viene conmigo

No te creo.

—Pues gracias, es bonito—contestó sonando bastante falsa

—Lo digo en serio, ¿por qué mierda mentiría?—la miró de nuevo—Dí que me crees, y hazlo

—Tal vez no estás mintiendo—Billy no dejó de mirarla fija y directamente—Te creo, de verdad

Asintió y le dio una calada al cigarro y después aspiró por la nariz, como un gesto que lo hacía ver más masculino, y más problemático

—¿Y por qué soy la primera en venir aquí?

Billy la miró de nuevo, pero parecía estar diciéndole que no iba a obtener esa respuesta y que no la hiciera de nuevo con solo esa mirada

—¿Te gusta la cerveza?—tomó una de las bolsas y sacó un par de latas

—Sí—la respuesta que quería y que lo hizo sonreír por que era lo quería escuchar, abrió una lata y se la pasó, y de inmediato abrió una para él. ¿Este era el plan?, ¿tomar toda la tarde?

Grace le dio un trago a la lata, y Billy la observó atento mientras lo hacía para después darle un gran trago a la suya

—Billy—lo llamó, haciendo que volteara a verla,—¿Tienes cigarros?

Era obvio que los tenía, ambos sabían que los tenía, pero no quería simplemente pedirle uno así como sí. Billy sacó la caja y la abrió, se la extendió esperando que ella tomara uno y así lo hizo

—Gracias—le dió una sonrisa un poco avergonzada pero algo en eso le pareció tierno a Billy

—Toma—se acercó más a ella y le encendió el encendedor tapandolo del viento con la otra mano. Grace encendió su cigarro y Billy volvió a guardarse el encendedor—Tal vez la próxima vez debamos mojarnos los pies en el arroyo

Grace soltó el humo y sonrió mordiéndose el labio inferior, la próxima vez, justo como ella le había dicho el otro día en el auto

—Traigo el casete, ¿puedo ponerlo en el auto?

—Hazlo

Grace Byers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora