33; Familia

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El domingo por la noche, Billy apareció por la casa de los Byers de nuevo, de sorpresa. 

—No me molesta que vengas, pero me gustaría que me avisaras que vas a venir—comentó Grace abrazándolo—Espera

Corrió adentro y tomó una pluma y una hoja, salió de nuevo al frente de la casa y se sentó en el escalón, escribió el número de teléfono de la casa y se lo dio

—Avísame cuando vayas a venir, no quiero que siempre me veas con pijama—movió las piernas, haciendo énfasis en su pants flojo de unicornios

Billy sonrió y se sentó junto a ella

—Vengo por Max, también—alzó las cejas, tratando de sonar como si no fuera porque la quería ver—¿Quieres un cigarro?

Grace sonrió y asintió, lo vio sacar la caja y darle uno y luego el ponerse otro en los labios, encendió el suyo y luego le paso el mechero encendido, solo para que acercara su cigarrillo.

—Gracias—murmuró y sopló el humo

—Grace—ella lo miró—Ahora eres mía, y sólo mía.

La castaña no se sorprendió, ya lo había escuchado decirlo una vez.

—Pero eso significa que tú eres mío también, sólo mío—lo imitó, con algo de burla—No puedes buscar otra chica si estás conmigo

—Eso es lo que ser novios significa, Grace. Sólo nosotros.—dijo con obviedad, tratando de hacerla reír pero no fue así.

—Lo sé, pero quería recordartelo, Billy. Me quería asegurar que significara lo mismo para ambos.

—Lo es. No quiero verte cerca de Ste...—

—No.—lo interrumpió—Estoy bien siendo sólo tuya, pero debes confiar en mí. Steve es mi amigo y va a seguir siendo mi amigo, Billy. Tu sabes que nos ha ayudado mucho, y que es una buena persona, ha cuidado de mí, de Max, de El, de Will. No puedo solamente dejarle de hablar porque tú me lo pides, eres mi novio, pero son mis decisiones, ¿okay?

Billy la miró atónito, podía actuar mal y gritarle un montón de cosas para después arrepentirse por decírselas, o podía darse la oportunidad de creer en ella, de tratar de convivir con Steve, porque ella tenía razón, Harrington había cuidado de ella, de su hermana, de los demás niños, incluso los cuido de él cuando paso todo eso. Se lo debía, a Max, a Grace y al propio Steve, les debía el tratar de llevarse bien con él.

—Bien, creo que debería tratar de llevarme bien con él. Los ayudo contra mí, varias veces ese día.—alzó los hombros—Y nunca me cayó mal, para ser honestos

—Lo sé—lo abrazó y puso una pierna encima de la de Hargrove—Me gusta cuando tratas de mejorar. Creo que puedes hacerlo porque lo estás haciendo, y te quiero por eso.

Billy sonrió al sentir los labios de Grace en su mejilla.

—¿Qué hacen?—salió Jonathan de la casa, mirando directamente a las manos de Billy, revisando que no estuvieran sobre su hermana

Pasaron un rato hablando los tres, Billy y Jonathan tuvieron la oportunidad de conocerse más y hablaron de the clash, de metallica, de cosas que ambos descubrieron que les gustaban, y aparentemente, se habían caído muy bien.

Grace estaba feliz por eso, su hermano era su persona favorita y una de las más importantes de su vida, pero el amor que sentía por Billy empezaba a crecer, y no quería que tuviera problemas uno con el otro.

El lunes, como de costumbre, fue a trabajar a uno de sus lugares favoritos con dos de sus personas favoritas; la cafetería McLaren.

—¿Cómo amanecieron?—le preguntó a ambos mientras se abrochaba el delantal. Miraba a su alrededor, buscando los trapos para limpiar las mesas.

—Bien, cariño—contestó la señora Lucy, sonriente como siempre, y dándole la primera taza de café a su esposo.—¿Y tú?

—Me alegro, yo amanecí muy bien, señora McLaren.

Gustav hizo una mueca y negó

—Desde que tienes novio, no te aguanto, Byers—murmuró negando. Las dos mujeres rieron por el comentario

—Suena a que alguien esta celoso de perder la atención, ¿no es así?—se burló su esposa, quitándole la boina negra—Vamos, Gustav, déjala estar enamorada, tú eras peor

—¡Claro que no!—refunfuño—Sólo porque ese muchacho no se rindió fácil, le darás un maldito café de regalo. Y le dirás que lo vigilare de cerca, no confío en él

—Sí, apuesto que los padres de la señora Lucy dijeron lo mismo sobre ti—mencionó con un tono burlón. Gustav frunció el ceño; era verdad. Había escuchado por años decir que él iba a tenerla viviendo en la pobreza, y que no iba a ser nadie en la vida. Ahora tenían una gran cafetería que era la más concurrida del pueblo, sus hijas habían tenido los suficientes estudios, seguían estando enamorados y vivían tan bien como querían, pero lo mantenían simple

—Cállate, niña—dijo calmado y le dio un sorbo a su café, Grace sonrió en su dirección

—Debería de comer algo antes de tomarse sus veinte tazas de café diarias

—Deberías cerrar la boca—volvió a decir tan tranquilo como siempre—Y tomate un café con leche conmigo, ándale

Grace corrió a la cocina a prepararse su café y se sentó a un lado de Gustav, en la barra

—Me gusta tu boina—comentó después de darle un sorbo al café y quemarse la lengua, causando una risa en Gustav—Te queda bien, te tapa toda la calva

—Gracias, Grace—se quitó la boina—Aún tengo cabello. Pero se ve muy bien, me siento joven con una de éstas

—Te ves joven, parece que tienes veinte años, casi de mi edad—dijo sarcástica, ganándose un zape suave en la cabeza

—Hoy vienes más burlona que de costumbre, pero te ves más feliz, niña. Me alegro por eso

—Te quiero mucho, Gustav.

Apoyó la cabeza en el hombro del señor de mayor edad. No había otro hombre al que viera como figura paterna, tenía un gran amor por ese señor y lo tendría toda la vida.

—Yo también, niña—recibió en respuesta. Sintió la cabeza de Gustav apoyarse en la de ella.

Después escucharon el ruido de una cámara, giraron hacía atrás, mirando a Lucy con una cámara instantánea, observando la fotografía recién tomada. Era hermosa, podías sentir la nostalgia y el amor del momento.

—Toma otra, para mí—pidió Grace y se acercó al señor McLaren, abrazándolo por los hombros.

Lucy tomó varias fotos de ellos dos, y Grace tomó otro par de los esposos amorosos para los que trabajaba.

Todas se veían dignas de enmarcarlas y tenerlas en la sala. Y los tres habían empezado el día con el pie derecho, con el amor de los tres rondando por toda la cafetería. Eran familia también.

Grace Byers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora