22; Eleven

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El miércoles por la tarde, dos horas antes de que cerraran, Billy apareció por la puerta, con la mirada triste

—¿Vendrá Jonathan por nosotros?—preguntó Dustin cuando vio pasar a Grace a la mesa de a lado

—Sí—contestó sin mirarlo

Ya había visto de reojo a Billy cuando llegó y lo vio sentarse en una de las mesas más cercanas a la puerta. Podía sentir su mirada sobre ella y en cada movimiento que hacía, pero no quería mirarlo.

Dustin, quién no sabía absolutamente nada sobre lo que había pasado entre el hermano mayor de Max y la hermana mayor de Will, había estado prestando atención al de ojos azules desde que entró al restaurante. Le seguía pareciendo peligroso. Dustin lo había conocido desde los primeros días que llegaron a Hawkins, cuando Billy era un gigante idiota y solía tenerle miedo, lo seguía teniendo, sin Steve ahí para protegerlo, o Max para controlar a su hermano. Pero sabía que había mejorado, por la boca de la mismísima pelirroja que le llegó a gustar hace un tiempo.

—Grace—Billy la miró cuando ella pasó cerca de su mesa. Fue inútil, ella ni siquiera lo miró.

Dustin frunció el entrecejo mientras los veía, ¿Grace lo había ignorado?, era su trabajo atender a las personas. Sorbio por el popote de su sexta malteada en el día; ahora era de fresa, pero sin dejar de verlo. Entrecerro los ojos, había algo extraño y quería saberlo todo. Lo iba a averiguar.

—Niña, ¿no vas a atender a tu muchacho?—preguntó confundido Gustav, echándole una mirada rápida al de cabello dorado, sentado en la mesa y mirando a la castaña a lo lejos—Porque parece que te está esperando.

—No lo sé—fue lo único que dijo. Tenía un conflicto mental en ese momento. Por un lado, estaba el hecho de que no quería verlo, por el otro, el hecho de que su trabajo era atenderlo, y que era dinero para los señores McLaren.

Después de quince minutos dónde Hargrove fue completamente ignorado, decidió irse de ahí. Antes de irse miró a Grace y la volvió a llamar, y esa vez sí pudo verla a los ojos, pero con un sólo movimiento de su cabeza, un "no", el se fue.

Estaba muy arrepentido, por varias razones. La primera era Grace, se había sentido demasiado bien estar con ella, demasiada paz, demasiada calma, demasiada felicidad. La segunda era por él mismo, no había golpeado a nadie desde que salió del hospital, hace más de un mes, y ahora lo había vuelto a hacer. La tercera era porque empezaba a creer que Steve había tenido razón en todo; el nunca iba a poder cambiar, siempre iba a ser un golpeador, un violento que no se podía controlar.

Cuando llegó a casa y vio a Max sentada en la sala, esperándolo, sintió que al menos tenía una persona que creía en él y que no quería decepcionar, sólo tenía a Max, a su hermanita.

—Hice palomitas, ¿quieres?—habló la pelirroja desde el sofá, moviendo el gran bowl rojo lleno de palomitas en su regazo. Le sonrió y Billy hizo lo mismo, Max palmeó el otro asiento del sofá y su hermano se sentó junto a ella. Vieron la película juntos, comiendo palomitas y hablando de lo que estaban viendo

Un par de horas más tarde, Max estaba dormida en el hombro de Billy, a la vez que éste dormía mirando al lado contrario, apoyado en el brazo del sofá, incómodo, pero bastante dormido para irse a su habitación.

Por otro lado, Grace llegó a casa con Jonathan y Dustin hablando, no, gritando, durante todo el camino. Hablaban tan alto, reían muy fuerte, estaban alegres y lo entendía, también ella lo estaba, pero no podía dejar de sentir un vacío en su interior.

—¡Dustin!—gritaron Will y Eleven corriendo a abrazarlo en cuánto lo vieron atravesar la puerta. Y éste les devolvió el abrazo con fuerza.

—Sólo abrazos para Henderson—comentó la castaña en un tono celoso—¿Qué hay de mí?.

Y recibió un abrazó de los tres que casi la hace perder el equilibrio. Jonathan rió viéndolos

—¿Tú quieres uno, también?—Eleven parecía emocionada con los abrazos. Jonathan hizo un gesto de "qué más da" y ahora los cuatro se lanzaron contra el mayor de los Byers, haciéndolo topar con la pared cuando dio dos pasos para atrás.

—Bien, Dustin dormirás con nosotros.—señaló la habitación que compartía con Will ahora—Ya saben, guarida de hombres.

Eleven y Grace se miraron y voltearon los ojos, siempre decían lo mismo

—¿Guarida de hombres?—alzó las cejas con diversión—La de las mujeres es mejor

—Mucho mejor—apoyó Eleven a su, ahora, hermana

—No lo creo—dijo Will como si tuviera toda la razón del mundo

—Créeme, hermano—interrumpió Jonathan poniendo una mano en los hombros de los menores—Dónde sea que este una mujer, es mucho mejor

—Bien, a dormir todos—ordenó Grace—Y Jonathan, no quieras parecer un donjuan frente a Dustin

—Grace—murmuró Eleven en el otro lado de la cama, la mencionada giró todo el cuerpo para poder verla—¿Sueles extrañar a Bob?.

La mayor contuvo la respiración un segundo, no se esperaba esa pregunta pero entendía a lo que Eleven se quería referir. Hopper.
Grace se acomodó boca arriba y miró el techo.

—Muy poco—confesó—Bob era una persona muy amable, muy amorosa, tenía este corazón de oro y lo quería. Hizo feliz a mi mamá y a nosotros. Sin contar que, bueno, le salvó la vida a todos.—volteó la cabeza para verla—Pero no era mi papá. Lo recuerdo, y lo extraño de vez en cuando, me gustaría que estuviera aquí, con mi mamá porque le hacía bien, pero no como tú extrañas a Hopper. Es diferente.

—¿Por qué?

—Bueno, supongo que porque soy mayor que tú, y porque conozco a mi papá. Tal vez, si no lo conociera, hubiera querido a Bob como mi padre.

Era obvio que Grace no quería lastimar a Eleven con ninguna palabra, y ella lo sabía. Grace buscó su mano con la suya hasta que la encontró y las entrelazó.

—Esta bien extrañar a alguien, El.—miró al techo de nuevo—No tiene nada de malo eso, ni llorar. Y menos por tu papá. Hopper era un gran hombre. Nos ayudó incontables veces. Él era muy valiente, y caía bien. Bromeaba pesado pero eso me gustaba, incluso cuando a mi mamá no.

Ambas rieron, recordando que Joyce solía regañarlo cuando bromeaba con algo delicado.

—Lo extraño, todos los días—admitió con tristeza—y a veces, Mike no lo entiende.

—Mike no lo entiende porque él no lo ha sufrido. Toda su familia esta bien, y eso es fabuloso, pero no lo va a entender como tú, y no puedes esperar que lo haga.—suspiró—además, los novios son tan idiotas.

—Max dice lo mismo—y lentamente soltó una risita que no pudo evitar—Gracias por ser mi nueva hermana, Grace.

La menciona le apretó la mano y le sonrió

—Gracias a tí, por dejarme serlo. Siempre quise una hermana—la soltó de la mano y la abrazó. Unos minutos después, ambas estaban dormidas, abrazadas y bastante felices después de esa conversación.

Grace Byers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora