36; FINAL

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—Feliz cumpleaños—murmuró la castaña sacando una cajita dorada casi idéntica a la que él le había regalado hace un año en su cumpleaños dieciocho.

Billy sonrió y tomó la caja, lentamente le quitó la tapa, no le gustaba la presión que sentía al ver que abriera los regalos rápido, por eso lo hacía lento y con ganas de fastidiar.

—Es muy bonita, Grace—murmuró mirando la cadenita que caía de su mano, era muy él, toda la cadena reflejaba lo que Billy era. Era muy bonita, algo imponente y sencilla, eso era lo que es el nuevo Billy, y del cuál Grace estaba sumamente enamorada.—Gracias

—No hay de qué.

Se acercó y lo besó en los labios, sonriendo a mitad del beso, contagiando a Billy a que también lo hiciera.

—Nunca me voy a cansar de este lugar, es... muy tranquilo—susurró Grace recargándose en el hombro del de cabello dorado, que con cuidado volvía a guardar la cadena en la caja. Sabía que le había costado horas extras en el trabajo a Grace, había estado trabajando incluso viernes y sábados completos, y lo valoraba por el esfuerzo que ella había hecho para poder comprarla, para él.

—Sí, yo tampoco creo cansarme nunca de aquí—respondió Billy, siguiendo la conversación—Ni de ti

—Eres más romántico de lo que crees, Hargrove—se burló, con una sonrisa de cuál niña enamorada—Pero esa es una de tus mejores partes, y que nadie conoce

—Y qué no le contarás a nadie

—No lo haré.—sonrió volviéndolo a besar, acariciándole la cara.

Se separaron y se abrazaron. El brazo de Billy rodeaba la cintura de Grace y lo apretaba contra él. Observaban la luna llena entre los pocos árboles que daban fin a un costado del bosque, con el arroyo siguiendo su curso y el sonido que hacía el agua corriendo, era mágico y nunca se iban a cansar de decirlo. Era su lugar seguro y lo amaban.

"Should I stay or should I go?", de The Clash, sonaba en el estéreo del camaro azul estacionado a un metro de la pareja.

Billy había sido otro integrante de la "familia" que terminó amando a The clash.

Había hablado con Will, hablaban cada sábado un rato, sobre las pesadillas de ambos, de como lidiaron y lidiaban con ello, de como se sentía, de todo lo que sólo ellos dos podían entender. Grace estaba agradecida con Billy por hablar con su hermano y ayudarlo a abrirse respecto al tema, sobre tener a alguien que pudiera entenderlo por completo y que no lo juzgara porque también lo había vivido. Y Billy también estaba agradecido, con Grace y Will, con los hermanos Byers en general, hablar con Will le ayudaba poco a poco con las horribles pesadillas por la noche, dormir con Grace las hacía nulas, descansaba como un bebé cuando podía dormir con la castaña.

Había creado una amistad con Jonathan y en parte con Steve, podía hablar con uno o con el otro sin problemas, había entendido que los tres querían, a final de cuentas, lo mejor para Grace porque los tres la amaban, sólo que de diferente manera.

La Byers estaba orgullosa del cambio de Billy, ya no había demostrado ser violento aunque tenía sus problemas de ira de vez en cuando, tenía problemas para dormir además de las pesadillas, pero se había abierto de corazón ante ella, podía hablar de sus sentimientos, sus recuerdos, sus dolores. Había hablado sobre ese día con ella, de lo que recordaba durante esos días y no le había importado llorar frente a ella, también había hablado de su madre, de como había sido su infancia y se había derrumbado muchas veces, sin embargo, Grace no lo había dejado de apoyar o de creer en él.

Max era el mismo caso, su relación de hermanos era muy fuerte en este punto, se contaban muchas cosas, siempre lo buscaba cuando tenía problemas, desde el no poder abrir un frasco hasta lo más grave, pero siempre a su hermano mayor. Billy ya podía decirle que la quería porque era su hermana, ya no tenía ningún problema con mencionarlo.

Y el viaje planeado para irse a la universidad juntos en ocho meses estaba firme y en pie, era la universidad más cercana de Hawkins, la Byers no quería estar miles de kilómetros lejos de su familia y Billy tampoco, de su hermana. Lo habían decidido juntos y tenían todo planeado a la perfección. Ahora sólo disfrutaban de lo que Hawkins les podía dar; a su familia.

—Creo que te amo, Billy—murmuró Grace buscando su mirada, y en cuánto la encontró, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, la mirada intensa y fija de Hargrove la hacía querer ver esos ojos azules todo lo que le quedara de vida

—Te amo, Grace.

Grace lo miró atónita unos segundos, eso era una confirmación, no lo estaba dudando ni estaba teniendo dificultades para decirlo.

Sonrió dulcemente y lo abrazó, escondiendo el rostro en el cuello de el californiano. Billy le acarició el cabello levemente, quería quedarse ahí siempre, y a su lado toda la vida. Nada se sentía tan bien como ella, incluso sin decir o hacer nada, sólo verla ahí y sentir su enorme apoyo y amor.

Sentía que nunca iba a dejarla de amar.

Grace Byers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora